Cap. 28 (Parte. I)

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Narrador Omnisciente

Un pequeño barrio de la ciudad. Los niños entraban a los edificios y a sus casas, tristes porque ya era su hora de entrar, mientras que sus madres los esperaban adentro con la tina llena de agua tibia y en la mesa, la cena servida. Algunos luceros ya estaban alumbrando el cielo, aunque no todos, ya que su horario no había iniciado. La que si estaba ya en lo alto del manto celestial era la bella Luna, la cual estaba completamente llena de luz, plateada y reluciente.

Aunque los autos usualmente vistos eran autos de baja estima, aquellos que ya habían pasado un gran tiempo llevando mecha, y gran parte de ellos soportando el desastre viviente que dejaban atrás niños preescolares. La excepción a la regla era un auto deportivo que estaba estacionado frente a una de las casas del barrio; color negro que se fundía con la penumbra de la recién llegada noche, tan limpio que parecía nuevo. Puede que lo sea.

Dentro del auto estaba el chófer pensando en si debería encender un cigarrillo o resistir a la tentación. La verdad quería dejarlo, Liesel le había dicho que le asquea abrazarlo y oler la nicotina impregnada en su ropa; entonces él prefería evitar que esos abrazos se acabarán y evitar caer en la tentación que eran las colillas llenas de tabaco. Sacando una pastilla de chicle de la guantera y masticando la misma con ansiedad, resistió el tomar el pequeño cigarrillo una noche más.

Afuera del auto, en uno de los laterales estaba recostado un chico. Sam esperaba pacientemente a su chica mientras veía las estrellas aparecer poco a poco en el cielo. Le encantaban las estrellas, verlas se volvió su actividad favorita.

Vestido elegantemente ignoraba lo bien que se veía. Una camisa formal de color blanco perla, acompañada con una corbata perfectamente anudada a su cuello, de color negra. Con pantalones formales negros y zapatos casuales, mostraba un aire profesional que claramente lo representaba. Llevaba el cabello peinado y sus lentes bien acomodados. Pulcro, sin tacha, sin mancha y con clase. Tal y como un chico de su estatus social debía verse ante la sociedad.

«Estupida sociedad» Pensó él.

Por su parte, si pudiera evitar la tortura de parecer el hijo perfecto esta noche, lo haría sin dudarlo, pero tenía que hacerlo. Podria tener consecuencias si no, entonces era mejor no ir en contra de la corriente. Hay peleas que es mejor evitar.

Miró el reloj de su muñeca por milésima vez en los últimos dos minutos. Estaba impaciente, pero lo raro es que no tenía ninguna razón. Era temprano, el evento ni siquiera había comenzado, y Stella le dijo que estaría lista a las 7:00.

Eran las 6:59.

El suspenso de ver cómo se vería la chica de ojos oscuros lo estaba consumiendo, el deseo de verla, dominando por completo. Se preguntaba si le habrán gustado los vestidos que él escogió para ella. ¿Debió llevarla a qué los escogiera? ¿Debió mandarle fotos antes de comprarlos? ¿Lo hizo bien? Ella no se había quejado para nada, pero a lo mejor le dió pena reclamarle.

Esa noche no solo la estaba invitando a un evento, sino que le estaba mostrando un poco de su mundo...de su estresante y asqueroso mundo. Él no temía que ella no se adaptará, porque estaba seguro que haría lo posible. Tenía miedo era de que los demás no se adaptaran a ella. Personas como su padre seguramente la avergonzarían si tuvieran la oportunidad, porque así eran los que viven esa clase de gente, creyéndose más que los demás.

Por esa misma razón no permitiría que alguien la lastimara, no iba a darles oportunidad. No quería que ella sufriera más.

Stella se había terminado de arreglar y se estaba contemplando en el espejo. Se veía demasiado diferente, casi no se reconocía. ¿En serio esa mujer era ella? Le parecía poco real el solo pensarlo.

Eres la Estrella de mi UniversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora