Cap. 32

25 4 4
                                    

Sam

El dolor corporal era enorme y me dolía la cara. El ojo me palpitaba y lo sentía caliente por el moretón. En la celda hacia un calor infernal y mi cuerpo sudaba como pollo en horno, y el sudor hacia que me ardieran las heridas que tenía en el rostro que aún no habían logrado producir costra.

Me sentía horrible.

Hace unas horas, o tal vez un día, Travis me había dicho que le diera el número de mi padre para hacerle la llamada. Yo me negué. Podría ser su rehén, pero no le iba a poner las cosas tan fácilmente. Por mi resistencia decidió darme una lección con Simón, el cual gustoso me uso como saco de boxeo.

Ni los anillos se quitó el desgraciado.

Me golpeó el rostro y el torso lo más que pudo, y resistí. En serio resistí mucho. Mi piel ardía con cada golpe y mis músculos magullados palpitaban cuando por fin se les dejo en paz. Terminé semi inconciente y usaron mi huella para desbloquear mi celular, asi, me imagino, consigueron el número de mi padre.

Supongo que tantos golpes no sirvieron de nada, solo hice que se divirtiera el idiota e hiciera ejercicio.

Cuando llamaron a mi padre, pude escuchar su voz serena y grave. En ese momento me pregunté, ¿Se preocupaba por mi? Era mi padre, debía preocuparse si a su hijo lo secuestran, pero aún así la duda en mi interior era firme. ¿Si estaba intranquilo por mi ausencia? Se oía sereno...no parecía haber preocupación en sus palabras.

Escuché a mi madre hablar, la pude reconocer. Era la misma voz dulce como la miel que tantas noches me hizo dormir tranquilo con canciones de cuna. Se veía intranquila, nerviosa y asustada.

Me sentía cansado...no tenía fuerza para decir muchas palabras. Solo pude decir "Mamá..." y después callé. Me dolía todo, hasta hablar me era forzado.

—Ahora, Principito, saluda a nuestra Stella. — Dijo Snake.

Abrí los ojos inmediatamente al escuchar su nombre. Me importó un carajo el dolor, escucharla era suficiente para que todas mis heridas fueran sanadas. Si el dolor era mental, que me sane pensar en ella.

—S-Stella...

—¡SAM! — Escuché que gritó del otro lado — ¡Vas a estar bien, ¿Me oíste?! ¡Vas a estar bien! Solo resiste, amor, solamente resiste.

—Stella, yo...

Snake quitó el teléfono y no pude terminar se hablar. Tampoco tuve fuerza para reclamarle, en serio la paliza de ayer y hoy me había dejado mal parado.

Al Snake no necesitarme más me mandó a mi celda, en dónde sin ninguna compasión me lanzaron en el suelo. Traté de amortiguar la caída con mis manos, pero el golpe igual terminó resonando por dentro de mi piel.

Cómo pude me senté en una esquina y empecé a respirar profundo. El dolor era insoportable y el calor no ayudaba. No había dormido y el estar en un sitio oscuro sin nadie alrededor me afectaba un poco.

Y estoy más que seguro que no han pasado ni doce horas.

Traté de pensar en otra cosa mientras me encontraba en ese lugar. No quería pensar en lo que Curtis me había dicho, lo que Snake tenía pensado hacer. Trataba de no darle muchas vueltas en mi cabeza, pero todo venía.

Me quería asesinar. Un simple trauma en la mente de Stella, eso era lo que iba a ser. Habían dos pensamientos divagando en mi mente. Uno quería tener esperanza y el otro darse por vencido. Luchaban el uno con el otro como si de ajedrez se tratase, como si verdaderamente hubiera una guerra campal en los prados de mi cerebro, derramando la sangre de mi conciencia.

Eres la Estrella de mi UniversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora