🦀Cap 06☁

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¿Como matar a los Florables?

-Venga apurate, si mal no recuerdo esta es la hora en que salen a comer -habló Lash esperando a las afueras de la casa de Mick.

-Ya voy, ya voy, no me apresures tanto -salió el pequeño con una mochila con cosas necesarias.

-En realidad no creo que necesites eso, no tienes ni que venir yo me puedo ocupar de todo -le dijo el chico.

-Es importante para mi esto de acabar con los Florables -habló con determinación en los ojos-, definitivamente iré contigo.

Lash suspiró y asintió con pesar, luego se dirigió hacia la parte este de la ciudad donde empezaban las paredes de la gran cueva donde se encontraban. Al adentrarse a dicha zona notaron las miradas curiosas de los habitantes.

-No te preocupes, te miran así porque al ser una población pequeña es raro ver a alguien nuevo -le explicó Mick con una sonrisa notando la preocupación del joven-, además no suelen acercarse muchos a los costados de la cueva, dicen que es peligroso ya que puede haber un derrumbe.

-Bueno la criatura que buscamos es un herodita, ellos viven en cuevas de este tipo ya que se adaptaron a la oscuridad -comenzó a explicar Lash-, de seguro la razón de que no los hayan visto es porque son muy sensibles a la luz por eso se mantienen en lo profundo de las cuevas, además esta tiene la humedad exacta para ser su habitat -al llegar a una pared colocó su mano en ella sintiendo la roca calida-, bien, antes de subir tienes que saber que buscamos a estas criaturas porque poseen unos sacos en su espalda que absorben su calor corporal en grandes medidas y lo almacenan en estos hasta que tienen una gran cantidad y lo expulsan a la atmósfera en forma de aire caliente, así es como consiguen sobrevivir.

-Ohhhh ¿entonces lo que estamos buscando son esos sacos? -preguntó él niño con sus ojos brillando de la emoción.

-Exactamente, mi papá me contó que algunos cazadores les arrancaban los sacos y los usaban para sobrevivir a las temperaturas frías.

-Entiendo eso podría servir para propagar el fuego por todo el aire alrededor de los florables -analizó el pequeño detenidamente-. ¡Es una idea grandiosa! -saltó de emoción-, nadie se acerca a esas cuevas nunca, de no ser por ti no podría haber sabido de los herodita.

-Bueno ¿estas listo para subir? -le dijo Lash y se agachó de espaldas al niño confundiéndolo-, sube, te llevaré hasta una de las cuevas.

El chico asintió y se subió a la espalda del joven agarrándose de sus hombros.

-Pero ¿Seguro que podrás subir? -preguntó el chico, pero Lash solo sonrió y enseguida comenzó a escalar por la pared.

Sus dedos se aferraban con fuerza s las piedras sobresalientes y así escaló con gran facilidad por todo el risco. Mick observó sorprendido los cayos que habían en sus pies y manos, notando que eran ásperos, eso lo ayudaba a subir, pensó que para haber logrado tener esas manos así debió haber echo cosas como estas antes e incluso peores.

Finalmente después de un rato lograron llegar a la primera cueva, Mick se bajó de la espalda de Lash y este último suspiró tomando un momento para descansar antes de avanzar.

-Esta bastante oscuro... -habló el niño.

-Como dije, estas criaturas se adaptaron a la oscuridad así que estamos en su terreno -se limpió el sudor y sacó de su mochila un trozo de madera grande que traía, luego creó una pequeña chispa con las piedras del suelo y lo encendió como una antorcha-, hay que tener cuidado, esta será nuestra única luz allá adentro, no podemos perderla por nada del mundo.

El Demonio de La Luna RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora