Segunda parte de "Desde que Llegaste".
¿Qué pasa cuando te reencuentras con tu exnovio? ¿Y cuando te das cuenta de que, a pesar del daño, tu corazón sigue sintiendo por él?
Que nada sale como esperas y que todo vuelve a ser un caos.
(Sinopsis comple...
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NATALIE
Quizás me había equivocado, quizás no.
Mientras me preparaba para ir a casa de Susan, no paraba de pensar en mi decisión. Apenas había podido desconectar del tema durante el trabajo, menos todavía ahora que, cada vez que me miraba al espejo, por mucho maquillaje que tuviera encima se sentía como un fiel recordatorio del peligro que había corrido. Que seguíamos corriendo los dos.
Sacudí la cabeza después de ponerme brillo de labios, en un intento de verme más feliz, pero mis ojos estaban cansados, tristes. Era irremediable.
Me vestí con desgana y salí al pasillo del apartamento donde sabía que me estarían esperando Sean y Thomas. Mi hermano estaba apoyado en la pared, silbando y con las llaves encima, dándole vueltas con su mano. No tardó en incorporarse y dirigirse a la entrada cuando vio que ya estaba lista para irnos. Sean, en cambio, se detuvo mayor tiempo a observarme.
—¿Hay algo que me quieras contar? —dijo en un susurro, cuando pasé por su lado.
Su mirada fue inquisitiva y pude percatarme de que se fijaba más de la cuenta en mi rostro. No me extrañó nada, pues ya contaba con que Susan se chivaría.
Negué con la cabeza.
—No, estoy bien.
Tomó mi brazo, frenándome un segundo y me miró con cierta severidad. Pocas veces había visto a Sean y sus joviales ojos marrones así de serios.
—Tanto tú como yo sabemos que eso no es verdad —insistió—. ¿Qué ha pasado?
—Nada, ya se lo dije a Susan. Ha sido...
—Bueno, ¿os movéis? Ya vamos tarde a la quedada... —La voz de mi hermano me interrumpió, logrando aliviarme porque me había salvado de tener que dar más explicaciones—. ¿Qué cuchicheáis ahora?
—No es nada. —Sean mostró una sonrisa—. Hablábamos del restaurante de mi abuela.
—Entonces podemos irnos ya, ¿por favor? Esa conversación también puede tener lugar en mi coche.
La mirada que me echó mi amigo rubio me dijo que ese interrogatorio no había acabado ahí, sino que pretendía insistir, y yo me tuve que armar de valor y conciencia para no acabar sucumbiendo a la idea de contárselo, de desahogarme, de pedir ayuda.
Esa tarde Susan se había decidido a dar una fiesta que se prolongaría hasta la noche. ¿El motivo exacto? Simplemente era porque sus padres habían dejado la casa sola y como los fines de semana los pasaba fuera de su fraternidad, vio que era la oportunidad perfecta para pasarlo en grande.
Siendo sincera, me hubiera gustado que aquella fiesta se hiciera en otro momento o en otras circunstancias. Mi buen ánimo no estaba, me costaba mucho tratar de desconectar y desde hacía media hora Dereck había dejado de contestar a mis mensajes. Quería convencerme de que estaría ocupado, al fin y al cabo, se encontraba en la empresa de su padre, de prácticas... pero no podía evitar sentirme insegura.