𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟕

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Elsa Menzel miraba con nervios la hoja entre sus manos.

Estaba por dar el discurso para sus compañeros frente a tantas personas y sentía que en cualquier momento terminaría en el suelo. Pasó saliva, intentando secar sus manos en aquella túnica azul que les entregaron para la ceremonia y buscó con la mirada a sus padres: Agnarr e Iduna estaban junto a Gerda y Hans, todos hablando entre pequeñas risas. Al menos ellos la estaban pasando bien y no sentían que el aire quedaba atascado en su garganta.

– ¿Por qué acepté esto? – se quejó.

– Porque eres una de las mejores alumnas – Elsa se giró apenas escuchó la voz de Anna – y creo que eres la única que pueda hacer diez borradores para un discurso de una carilla.

– No deberías estar aquí.

– Oh Menzel, solo vengo a darte mi apoyo – bromeó la pelirroja abrazando su cintura –. Ambas sabemos que tienes el mejor discurso de graduación.

Elsa sonrió de lado, ocultando su rostro en el cuello de la pelirroja para calmar sus nervios. Anna dejó un beso en su cabello, pasando por su oído y disfrutando los labios ajenos unos pocos segundos. La escuchó suspirar, sintiendo la fría mano de la albina sujetar su mentón para alargar el beso un poco más.

– Te amo...– confesó Anna.

– También te amo – susurró dejando un casto beso sobre los labios ajenos –, ahora ve a tu asiento antes de que Weselton o algún otro profesor te vea aquí.

Anna chasqueó la lengua, metiendo las manos dentro de sus bolsillos para correr hasta su lugar asignado, justo al lado de Honeymaren Nattura.

La sala estaba llena de expectación y emoción, decorada con los colores de la institución y resonando con el murmullo de los graduados y sus familias. En el centro del escenario, elegantemente vestida con su toga y birrete, estaba Elsa, la estudiante destacada de la promoción. Su presencia irradiaba confianza y determinación, por más que por dentro era un manojo de nervios que intentaba repetir una y otra vez el discurso que no la dejaba dormir por las noches.

Cuando se acercó al atril para dar su discurso de despedida, el silencio se apoderó de la sala y Elsa habló con una voz serena pero potente, ignorando el sudor en sus manos.

Al final, los aplausos resonaron, y la albina pudo respirar en paz por unos segundos. La sala resonaba con el zumbido de anticipación y emoción, impregnada con un aire de celebración y logro. Cada estudiante era llamado para poder recibir su diploma y tomarse una foto con las autoridades de la institución. Anna se encogió en su lugar apenas divisó a la albina intercambiando unas cuantas palabras con el director, estaba orgullosa de decir que esa chica era su novia y deseaba darle un buen regalo por graduarse.

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– Mi abuelo dijo que podíamos usar la cabaña para nuestra pequeña celebración – anunció Elsa con una sonrisa.

Sería como aquel fin de semana y todos parecieron estar más que felices. Eugene se encargó de conducir mientras Rapunzel le daba las indicaciones, ambos habían comenzado a salir durante el mes en que la pelirroja no estuvo y por fin se dignaron a formalizar tras recibir varias amenazas de Mérida y Kristoff. Los hermanos Nattura debieron despedirse en las puertas de la institución luego de recibir la noticia de que iban a viajar a Northuldra esa misma noche para celebrar con el resto de sus familiares.

Ahora, Moana y Mérida empujaban la heladera portátil mientras los dos chicos intentaban no tirar el parlante que el rubio había conseguido de formas sospechosas.

Anna detuvo a Elsa cuando la vio bajar, dándole una mirada a la rubia de que quería privacidad. Cuando por fin estuvieron solas, los labios de Anna atraparon los ajenos en un tierno beso, aferrando sus manos a la cintura de su novia y obligándola a sentarse en sus piernas.

Tʀᴏᴘʜʏ Gɪʀʟ | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora