𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟐

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Anna se quejó entre sueños y se removió en su cama antes de caer al suelo. Pocas veces sufría una pesadilla o se le complicaba el dormir, pero desde hace días que sucedía lo mismo de siempre. Dormía poco, se despertaba a la madrugada y salía al jardín para fumar, lo que siempre debía evitar era que Elsa la viera, porque en más de una ocasión le gritó que alejara el cigarrillo de su boca o, a veces, terminaba mojada porque su vecina la atacaba con la maldita manguera.

Tomó una cajetilla medio vacía y el encendedor antes de bajar, intentaba hacer el menor ruido posible mientras abría la puerta corrediza del patio y salía al mismo. Dio un corto suspiro, levantando la cabeza para verificar que la albina estuviera durmiendo, las cortinas cerradas le dieron la respuesta que necesitaba. Sacó un cigarro y lo encendió, llevándolo hasta sus labios y dando una calada al mismo. Era lo que necesitaba en esos momentos, su cabeza estaba trabajando a mil durante las dos semanas. Estando con Elsa solo para poder realizar el trabajo del anciano que no soportaba, menos el no poder pasar mucho tiempo con Menzel por su castigo.

Escuchó unas pisadas que la hicieron girar en dirección a la sala, las luces estaban apagadas. Nadie había bajado y, al voltear, los ojos cansados de la albina estaban frente a ella. Elsa llevaba aquel hoodie que le había prestado y que jamás le regresó. Pero Anna no pudo pedírselos, verla con su ropa solo la hacía enamorarse más de esa chica.

– ¿Fumando otra vez, roja? – preguntó con la voz cansada – Anna, sabes que eso te hace mal.

– Es lo único que me ayuda – confesó la pelirroja dando otra calada – ¿Tú qué haces aquí? Estás castigada.

– Cariño, son las cuatro de la mañana. Mis padres duermen – aclaró Elsa – ¿No puedes dormir?

Anna arrojó el cigarrillo al suelo y lo pisó para poder apagarlo, soltó el humo restante y luego miró los azules ojos de su vecina.

– No puedes dormir – repitió Elsa, esta vez sonando como una realidad y Anna levantó una ceja al escucharla –. Es que tus ojeras te delatan, de verdad eres un asco para aplicarte maquillaje. Te puedo recomendar unos tutoriales en YouTube si lo necesitas.

Ambas rieron. Era de esos pocos momentos donde eran solo ellas dos y lo disfrutaban demasiado, Anna sujetó su mano para sonreírle. No eran necesarias las palabras, verse a los ojos les bastaba para saber lo que la otra sentía en esos momentos. Los ojos azules de Elsa brillaban en contraste con la luna que se cernía sobre ellas. Ni siquiera se molestaron en regresar, prefirieron quedarse allí para observar el cielo nocturno de Disney, bromeando y hablando de cualquier tema que pudiera cruzar por sus mentes.

Hasta que Elsa debió correr para no ser descubierta y Anna levantó el viejo cigarrillo para lanzarlo al cesto una vez que estuvo dentro. Su madre siempre fue la primera en levantarse y la pelirroja no hacia nada, le sonrió antes de seguir su camino a su habitación para poder quitarse el pijama y ocultar mejor sus ojeras. Dejó los cigarrillos y el encendedor sobre el aparador junto a su cama, seguido de quitarse la camiseta y shorts. Se tuvo que dar una rápida ducha para quitarse el olor a cigarrillo de su cuerpo y, además, su boca, se cepilló los dientes bajo la lluvia mientras intentaba no ahogarse.

Cuando salió, con el cabello goteando, se puso unos jeans negros, una camiseta blanca con el símbolo de la resistencia y una camisa de jean manga corta. Se calzó las mismas converse de siempre y finalizó sujetando su rojizo cabello en una media coleta. Si, comenzaría a usar aquellas camisetas de las películas que tanto amaba al igual que las demás. Elsa adoraba verla con su faceta geek y ella adoraba verla feliz.

————

Elsa cerró su casillero mientras su voz tarareaba una canción que había estado escuchando últimamente, desde que comenzó a juntarse con Anna, su reproductor musical había adquirido bandas y cantantes de los años 80's, por lo que no era novedad verla cantando una canción vieja de Queen, Spice Girls o Madonna.

Tʀᴏᴘʜʏ Gɪʀʟ | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora