𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟖

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Cuando todos estuvieron instalados dentro, Kristoff y Eugene se encargaron de cargar la pequeña nevera portátil que habían traído llena de latas de refresco y cervezas. Moana lanzó los inflables directo al lago y Ryder colocó música en el parlante que Anna dejó. Honeymaren dejó las bolsas de fritura y Rapunzel ya se encontraba sobre el inflable en forma de pizza y con una lata abierta de refresco.

Todos menos Elsa y Anna.

Ambas chicas se habían logrado escabullirse a la piscina sólo para conseguir un poco de privacidad antes de tener que estar junto a los demás por el resto del fin de semana, sobre todo a la rubia que parecía no cansarse del rechazo de Anna y seguía intentando estar a solas con la pecosa aún cuando la albina le aclaró que la dejaría afuera de la cabaña.

Marsh volvió a abrazar la cintura de la albina, acercándose más a ella para besar su mandíbula.

– ¿Crees que se hayan dado cuenta que nos fuimos? – interrogó Elsa colocando sus manos en los hombros de Anna.

– No creo, parecían estar más interesados en ver cuantas cervezas podían llevar – habló Anna.

Elsa se separó un poco, nadando hacia la otra punta de la piscina bajo la atenta mirada de su novia. Estaban solas, envueltas en un cómodo silencio que era interrumpido solamente porque Anna decidió nadar hasta quedar a su lado.

– Podemos quedarnos aquí y – Anna besó su cuello, escuchando a Elsa suspirar.

– Si dices algo subido de tono – comenzó la albina separándose –, juro que te vuelvo a sumergir para que se enfríe tu cabeza.

– Oh Menzel, hay algo más que necesito enfri-

Anna volvió a sufrir al sentir el peso de la otra chica encima de ella, hundiéndola por completo. No, no podía estar pasándole otra vez. Se aferró a la cintura de la albina, deslizando su mano dentro del traje de baño que solo causó un escalofrío en Elsa.

Anna salió del agua con una sonrisa apenas notó el ceño fruncido de su novia. Sacudió un poco la cabeza para quitarse el exceso de agua y le lanzó un beso al aire.

– Hiciste trampa – se quejó Elsa.

– ¿Yo? No se de que hablas, cariño – aclaró la pelirroja saliendo de la piscina –. Solo estaba intentando respirar...

Anna se sentó, dejando sus pies dentro del agua y rogando que su novia no la intentara ahogar... por cuarta vez.

– Ajá.

La pelirroja contuvo el aire al sentir las manos de Elsa recorrer sus piernas, el tacto frío solo le causaba escalofríos y más al verla meter una mano debajo de sus shorts. Tragó pesado de solo sentirla tan cerca, pasando sus dedos por su cabello y concentrándose en desenredarlo.

– Estás jugando con fuego, Menzel – susurró Anna.

– Pero si tú comenzaste – rió la albina logrando salir y quedando a su lado –, ahora tienes que aguantarte.

Anna estaba a punto de decir algo cuando Elsa finalmente decidió molestarla un poco más. Pasó sus uñas por encima del bulto y se inclinó para atacar su cuello. La mente de la pecosa se quedó en blanco en el momento en que sintió el apretón en su miembro, Elsa sabía cómo enloquecerla con un simple movimiento.

No, ella jamás creyó que Elsa Menzel pudiera dirigir la situación y que lo hiciera tan bien. Dejó que la albina masajeara su entrepierna por encima del traje de baño, la forma tan suave y gentil con la que se movía solo causaba que suspirara. Anna se mordió el interior de la mejilla al sentir los labios de Elsa subir hasta alcanzar su oído.

Tʀᴏᴘʜʏ Gɪʀʟ | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora