𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟏

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Que Elsa la venciera en las cuatro carreras fue doloroso, porque la albina lograba distraerla con lo que sea: pequeños besos en su mejilla, colocar su mano peligrosamente cerca de su entrepierna, hacerle bromas o simplemente reírse y mirarla. Anna estaba cayendo y no veía las consecuencias que una relación seria tenía, no era experta, era una novata que apenas estaba aceptando que algo más le sucedía con esa chica que no le prestó atención en su primer día y ahora la hacía ponerse nerviosa. No sabía cómo actuar en una relación sin estarle encima todo el tiempo, ella quería su espacio al igual que Elsa, pero pasarían tiempo juntas como lo estaban haciendo ahora. Quería conocerla mejor, habían dado un gran paso al confesarse algún gran secreto. Ella misma le mostró a Elsa como era realmente, como se comportaba y actuaba fuera de la escuela y sin chicas insinuándose sobre ella para un rápido polvo.

Anna dejó a un lado el mando y le arrebató el otro a Elsa, la cual se quejó en respuesta. Volvió a colocarlos en la pantalla y apagó la nintendo switch para dejarla sobre el aparador a un lado de su cama. Se recostó sujetando la cintura de su invitada, llevándosela con ella entre cortas risas mezcladas con quejas y preguntas de Elsa.

– ¿Qué haces? ¡Anna, suéltame!

– ¡No! Porque hiciste trampa, Menzel – aclaró Marsh entre cortas risas, mirando la expresión de Elsa, quería reírse, lo sabía, pero no lo haría.

– ¡Jamás hice trampa! Acéptalo, eres una mala perdedora y no soportas el hecho de que una principiante te pateara el trasero.

Anna quiso defenderse, pero el grito de su madre llamándolas a ambas las asustó . La albina miró con una mezcla de preocupación y curiosidad a la pelirroja, levantó una ceja pidiéndole alguna buena explicación por su parte para saber qué sucedía. Aunque Anna no tenía la menor idea de que podría haber cruzado por la cabeza de su madre, tal vez solo estaban pensando de más y era algo tan sencillo como ayudar a limpiar o preparar el almuerzo.

Sin pensarlo mucho, se levantó y salió con Elsa pisándole los talones mientras ambas pensaban todas las posibles situaciones que vivirían una vez estuvieran en la planta baja y con Gerda delante de ambas.

– Quizás nos pida ir a comprar algo, ¿no? Es una posibilidad – sugirió Elsa en voz baja.

– Creo que sí, no quedaba mucho cereal.

Lo que sorprendió a ambas fue la presencia de los padres de la albina esperándola junto a una furiosa Gerda Marsh.

Anna tragó pesado y Elsa intentó no hacer contacto visual con ellos, incluso comenzó a rezarle a cualquier dios que la ayudara y no muriera allí mismo porque ver las miradas de sus padres eran demasiado aterradores para ella, Iduna cruzada de brazos mientras Agnarr tenía su ceño fruncido y una mirada dura. La albina sujetó el brazo de la pelirroja que estaba deseando que la tierra se la tragara y enviará lo más lejos de allí, lo bastante para poder seguir viviendo.

Anna pocas veces había sentido miedo, cuando una chica llegó diciéndole que estaba embarazada y debió acompañarla a hacerse una prueba de sangre para que el resultado fuera negativo. Ahora, Anna estaba aterrada de la reacción que aquellas dos personas pudieran tener, porque todavía no confiaban en ella por la vez que rompió la ventana de Elsa y ahora mucho menos, su camino para agradarles al ser novia de Elsa se estaba poniendo cada vez más difícil.

– ¡ELSA JENN MENZEL! – gritó Iduna una vez su hija le sonrió de la forma más inocente que pudo, pero aquella sonrisa se terminó esfumando para darle paso a una expresión de completo terror – ¡¿Sabes lo preocupados que estábamos con tu padre?!

– ¡Tú! – Agnarr señaló a una pálida Anna – ¡Tú secuestraste a mi pequeña niña! – acusó – ¿En qué estabas pensando?

– Y-yo n-no l-la secues... uh...

Tʀᴏᴘʜʏ Gɪʀʟ | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora