Tʀᴏᴘʜʏ Gɪʀʟ | Elsanna

𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟖

Para Elsa, las cenas con algún socio o amigo de la familia era algo normal, casi como una tradición familiar en la que cada viernes alguien nuevo iba a cenar y disfrutar de diferentes platillos que Iduna y Agnarr se arriesgaban a hacer. Esta vez, los Nattura fueron los invitados, teniendo un gran vínculo con la parte materna de Elsa y siendo los adolescentes que formaban parte de su círculo de amigos.

Honeymaren había ido antes por pedido de Elsa, encontrándose a la albina con unos shorts grises y una musculosa mientras terminaba el postre. Elsa llevaba su cabello sujetado en un moño mal hecho y apenas el maquillaje que había estado usando en la escuela, luego, se veía diferente. Su ceño fruncido, demostrando lo concentrada que estaba para decorar cada uno de los mousses de chocolate que había preparado y Honeymaren aprovechó para asustarla.

– ¡Menzel, manos arriba! – grito acabando entre risas cuando la vio lanzar la manga hacia el otro lado de la cocina –. Vaya, lo siento, Veo sigues haciendo cosas, así que... ¿Para qué me necesitabas? – preguntó divertida al ver a Elsa colocar su mano sobre su pecho.

– Lo sé, pero había olvidado decorarlos antes y tuve que... No importa, ¿Podrías pasarme mi mochila? – pidió limpiando sus manos con un repasador.

Honeymaren le extendió el objeto ya mencionado y la siguió hasta subir las escaleras, la castaña se acercó a la ventana solo para verificar que la pelirroja no estuviera allí y, claro, Elsa lo notó levantando una ceja.

– Tranquila, Anna debe estar entrenando, creo que a las siete estará de regreso – aclaró la albina sacando los libros.

– ¿Cómo lo sabes?

La pregunta de Maren la hizo detenerse.

– Porque Mérida también está en el equipo y conozco el horario que tiene – respondió sin despegar la vista de sus libros.

Un pequeño pedazo de papel se asomó entre ellos, llamando su atención. Lo sacó y observó la letra de Anna, lo sabía porque era la única persona que escribía como si fuera un médico, no se terminaba de entender que había querido poner.

– ¿Elsa? Menzel, ¿Qué es eso?

– Una nota – respondió y la castaña puso los ojos en blanco.

– Si, ya sé, pero ¿qué dice?

– "Si la cena aburrida ha de estar, la luz tres veces debes alumbrar y tu caballero bajo la ventana va a estar." – leyó la albina antes de doblar el papel y sonreír.

Honeymaren la observó dejarse caer en su cama, sujetando fuertemente aquella nota contra su pecho, podía notar como aquella sonrisa solo se volvió una de tonta enamorada. Se alejó de la ventana, quitándole el papel para leerlo por cuenta propia, sin lograr descifrar de quién podía tratarse, hasta que la ojizarca se la pidió amablemente.

– ¿Quién te escribió esto? Parece sacado de un poema romántico. – se burló sentándose a un lado de la chica pálida.

Elsa guardó el papel en una pequeña cajita de madera que ocultaba debajo de su cama, casi al instante en que rió cuando escuchó las palabras de su acompañante. Se sentó, quitándose las zapatillas deportivas para poder cambiarse.

– ¿Recuerdas que Weselton me puso de pareja a Anna? Bueno estoy completamente segura que fue ella porque escribió algo antes de irse – le explicó quitándose la camiseta y arrojándola.

– ¿Cómo sabes que fue ella y no alguien más en otra clase? – preguntó Honeymaren con curiosidad.

– Porque Anna tiene una letra horrible.

– Vaya, ella te gusta, ¿verdad? – Elsa detuvo lo que estaba haciendo – Es que se nota en tu mirada y creo que en la de ella también. Así que voy a preguntar lo obvio, ¿tienes miedo de salir con ella o que mierda?