𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟎

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La habitación se encontraba en penumbras, las cortinas cerradas impedían la entrada de los rayos del sol a la misma y suaves ronquidos eran escuchados. Minutos de tranquilidad hasta que la marcha imperial comenzara a escucharse y aquel reloj digital de Darth Vader versión lego encendiera el sable de luz.

Elsa se levantó de la cama tan pronto aquel ruido se volvió molesto, el peluche descansaba en su regazo, luego de confesar su mayor secreto y llorar, Anna le permitió dormir abrazada a ella y el peluche edición limitada. Frunció su ceño buscando la causa y su mirada se enfocó en aquel reloj que parecía no querer detenerse, ¿sería muy drástico de su parte arrojarlo por la ventana para seguir durmiendo? La idea sonaba tan tentadora que casi lo hace, pero se contuvo

– Anna, apaga la alarma – pidió moviéndola ligeramente, sin tener respuesta –. En serio apágala.

Escuchó un gruñido y como la pelirroja se colocaba boca abajo para ignorarla, ambas estaban cansadas después de haber visto una película para distraerse. Pero la alarma seguía y Elsa se estaba quedando sin paciencia.

– Anna, mierda – gruñó empujando a la pelirroja de la cama –. Apaga esa cosa si no quieres que la termine arrojando por la ventana.

Anna se incorporó con los ojos aún cerrados por el sueño y una pequeña línea de saliva seca en su mentón.

– Buenos días Anna, ¿cómo dormiste? Oh muy bien Elsa, gracias por preguntar, ¿cómo dormiste tu?

– Solo apágala – pidió Elsa volviendo a caer en la cama.

Anna entrecerró los ojos unos segundos, tratando de acostumbrar su vista a la oscuridad y apagó la alarma aún cuando en cualquier momento volvería a sonar, pero no le dirá a Elsa eso porque fingiría o, también, su madre subiría para despertarla. Se volvió a recostar, esta vez de lado, para ver el perfil de la albina que jugaba con ese anillo.

– Buenos días – repitió la pelirroja.

Pudo ver como la chica sonreía con una expresión tan pacífica en su rostro. Se tomó bastante tiempo para responder, parecía como si se hubiera quedado nuevamente dormida.

– Buenos días roja – susurró Elsa y Anna se sintió desfallecer con aquella sonrisa –. No pensé que fueras una persona que le gusta madrugar un sábado.

– Oh no, no. Casi nunca escuchó la alarma y alguien viene a despertarme – confesó –, pero me dolió caer de la cama, no pensé que tuvieras tanta fuerza a la mañana.

Ambas rieron por eso, luego un cómodo silencio las invadió. Elsa buscó la mano de Anna y comenzó a jugar con sus dedos mientras era observada por la pelirroja con una sonrisa y una expresión somnolienta. Anna bostezo y contagió a Elsa que lo hizo segundos después.

– ¿Tienes hambre? Porque yo si, creo que puedo preparar algo si quieres – sugirió la pelirroja, pero la albina negó sin verla. Se veía más entretenida jugando con su mano que otra cosa – ¿Quieres que te preste algo de ropa?

– Si puedes, no creo que el vestido está en las... Ni siquiera se donde está – confesó Elsa soltando su mano para acomodarse de lado y hundir su rostro en la almohada.

Anna asintió retirando las sábanas para levantarse. Se estiró, escuchando cómo sus huesos se acomodan y volteó a ver a su invitada que regresó al mundo de los sueños. Una pequeña sonrisa se presentó al verla con los labios entreabiertos y aferrándose a su especial peluche.

Suspiro antes acercarse hasta el armario y abrirlo, tomando unos shorts negros con una camiseta de Hogwarts y un hoodie con el símbolo de la casa Targaryen. Dejó la ropa al pie de la cama para que Elsa se pudiera cambiar una vez estuviera despierta.

Tʀᴏᴘʜʏ Gɪʀʟ | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora