Tʀᴏᴘʜʏ Gɪʀʟ | Elsanna

𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟕

Las palabras de Elsa seguían repitiéndose en su cabeza como la textura de sus labios contra los suyos, tanto tiempo soñando en besarla y la albina hizo todo el trabajo. Se prometió a sí misma dejar a un lado todo coqueteo por parte de chicas que se acercaran a ella con una doble intención, incluso intentó llevarse bien con Honeymaren luego de la paliza que ambas se dieron y comenzó a meterse en el grupo de Elsa, la cual ignoraba todos los coqueteos que la pelirroja intentaba darle. Halagos que recibían un "Gracias" de Elsa.

Pero eso no fue lo que más frustró a Anna, para nada. La frustración llegó cuando se acercó a Elsa, con una tímida sonrisa en sus labios y sus manos dentro de sus bolsillos para dejar de frotarlas en sus piernas en intentos de secarlas por el sudor que sentía. Anna Marsh estaba demasiado nerviosa de pedirle una cita a Elsa Menzel, luego de haber entrado en el equipo (como suplente) y habiendo hecho las cosas bien como la albina le pidió. Estuvo prácticamente toda la noche hablando con la novia de su hermano para pedir consejos mientras Hans se encontraba preparando la cena. Debía ser ella misma, hablarle y pedirle la cita sin tantos giros. Y eso intento.

– Menzel, ¿Podemos hablar? – preguntó.

Elsa levantó una ceja y asintió, despidiéndose de Honeymaren con un rápido beso en la mejilla antes de seguir a Anna hasta uno de los pasillos de la escuela, por los movimientos de Anna, era claro que algo le molestaba. Disimuladamente Elsa observó su entrepierna, sin rastros de alguna erección que estuviera causando incomodidad en la pelirroja, pero sí para ella. Ahora en su cabeza el sueño había regresado y se repetía una y otra vez causando que sacudiera su cabeza para quitarlo.

Anna se colocó delante de ella, notándola en otro lado. Titubeo unos momentos antes de poder apoyar su mano sobre el hombro de la albina, captando su atención y teniendo aquellos ojos azules observándola con una intensidad que jamás creyó ver. Se aclaró un poco la garganta antes de poder hablar, había pensado exactamente que decirle y que hacer en caso de tener una respuesta negativa, aunque una promesa era una promesa y Elsa debía aceptar.

– ¿Te gustaría salir? Una cita, tú y yo... algún lugar que no sea romántico porque sería cliché y no pareces de esas chicas que les gusta lo... ¡No quise decir eso! Uh... es decir, fue solo una sensación porque me golpeas... casi todo el tiempo y... ¡Tampoco quise decir eso! O sea, si lo hiciste muchas veces, pero me lo merecía y...

Las palabras murieron en la palma de Elsa, la cual se impaciento demasiado por todo el balbuceo sin sentido de la pelirroja. Anna parpadeó confundida, hubiera jurado que la albina la golpearía o, mejor, la terminaría besando para callarla. Pero estaba ahí con Elsa cubriéndole la boca con la mano mientras la otra jugueteaba con el cordón de su sudadera amarilla. No sabía cómo reaccionar al respecto y lo mejor que pudo pensar fue abrazarla por la cintura.

Elsa se tensó en cuanto las manos de Anna se apoyaron en su espalda baja, descendiendo peligrosamente hasta su trasero, pero no lo hizo, se quedaron en aquel lugar antes de moverse y posicionarse en su cintura, dándole pequeñas caricias por encima de la ropa.

– ¿Vas a seguir hablando idioteces? – murmuró la ojizarca y Anna negó – Bien.

Cuando retiró su mano, se atrevió a llevar ambas hasta los hombros de Anna, inconscientemente las movió un poco, como si estuviera alisando la prenda o quitando algo. Por su parte, Anna quitó sus manos como si la piel de Elsa le quemara y acabó frotándolas en sus pantalones al sentir el sudor volver a ellas.

– Uh... bueno... yo había planeado pedirte una cita.

– No.

– ¿No? – Anna frunció el ceño – Pero si tú me prometiste que si entraba al equipo-