𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑

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La familia Marsh se había mudado a un pequeño vecindario no muy lejos de la escuela a la que Anna asistía, eran una familia de cuatro siendo la pelirroja la menor de ellos. Kai, Gerda, Hans y Anna Marsh demostraban todo el amor y compasión que cualquier familia podía enseñar. Con hijos de buenos promedios, sin saber del todo la verdadera conducta de su hija menor. Kai y Gerda conocían su condición, más de una vez Anna llevó a una chica a casa y más de una vez la vieron regresar con marcas rojas en su cuello, pero ese día, la vieron molesta.

Durante la cena, Anna no se presentó y Gerda vio la opción de usar a Hans para que hablara con ella, después de todo, era él quien conocía a fondo a la pelirroja. Sin previo aviso, Gerda ingresó en la habitación de su hijo mayor, interrumpiendo en su pequeña partida online con dos amigos.

– ¿Sucede algo?

– Es Anna – suspiró la mujer y Hans comprendió que su hermana menor no parecía estar del todo bien – ¿Podrías...?

Sin dar tiempo a una respuesta o pedido, el pelirrojo ya se encontraba disculpándose con sus amigos para desconectarse y tomar una pequeña cajetilla que escondió debajo de su camiseta. Le sonrió a su madre antes de caminar por el largo pasillo hasta llegar a la habitación, donde una "A" pintada se encontraba en la puerta. Golpeó un poco antes de tomar el picaporte de la misma y girarlo para ingresar al lugar. Hans observó las penumbras en la que la habitación de Anna se encontraba, viendo algunas cajas que la pelirroja todavía no había desempacado, pero sabía que lo haría. Lo que llamó la atención del chico fue la ventana abierta, y una idea le llegó a la cabeza. Negó sabiendo dónde podía estar Anna.

Abrió un poco más para poder deslizarse y avanzar con cuidado por el techo, allí se encontraba su hermana, observando las estrellas de Walt Disney. Podía notar la pequeña sonrisa en sus labios, se veía tan pacífica que, por un momento, se debatió en si debía molestarla o simplemente dejarla allí y esperar que fuera su madre a buscarla para hablarle de lo que le estuviera molestando.

– Estoy segura que si hubieras llegado unos minutos antes, no te hubiera gustado para nada lo que estaba haciendo tu dulce hermana menor – bromeó Anna, ganándose una risa por parte de Hans que acabó sentándose a su lado y le ofreció un cigarrillo –. Gracias.

– No me digas que te estabas masturbando, por favor – rogó encendiéndose el cigarrillo y el de Anna.

La pelirroja soltó una fuerte carcajada mientras negaba, el cigarrillo entre sus labios fue quitado para poder soltar el humo por la nariz mientras observaba el cielo junto a su hermano mayor.

– ¿Cómo estuvo tu primera semana de clases?

– Bueno... Quitando el hecho de que una chica me golpeó unas tres veces en la entrepierna y que muchas chicas han intentado algo conmigo... Diré que bien, sobre todo hoy – sonrió con aires orgullosos mientras aspiraba y soltaba el humo –. Creo que su nombre era... Uh... Me... No, no... ¿Mo?... Diablos, estoy segura de que tenía una vocal... ¡Ah! ¡Jasmine!

Hans levantó una ceja, viendo como su hermana soltaba el humo antes de poder relatarle todo lo que había sucedido para que ella pudiera acabar de cierta forma un viernes, además de que no se sorprendió cuando las cosas subieron de tono durante el pequeño relato de Anna.





Básicamente Anna había chocado con Jasmine luego de su discusión con Elsa, si, otra vez la albina y ella estuvieron juntas y la pelirroja había recibido una bofetada por parte de la ojizarca tras intentar besarla... Aun así, agradeció tanto no haber recibido otro rodillazo como las últimas dos veces.

Pero ahí estaba, recostada y con una saudí observándola con curiosidad. Anna hacía todo a su tiempo y modo, tratando de coquetear con ella viéndose torpe y adorable y, luego, ¡Zaz! La tenía gritando su nombre.

– Bueno, ¿Puedo preguntarte algo? – preguntó Anna y Jasmine asintió.

Anna abrió la boca para hablar, pero su mano terminó resbalando del extremo de la cama y no tardó en caer de la misma. La saudí no tardó ni un solo segundo en observarla desde arriba.

– Eso es todo lo que necesito, otro golpe en mi rostro – se quejó mientras Jasmine la ayudaba a volver a la cama.

– ¿Estás bien, roja? –  preguntó ella, tratando de no reírse, aunque no parecía importarle mucho a Anna. Su risa era contagiosa y Anna rió con ella.

– Sí, creo que puedes decir que soy pésima en esto de la seducción...

Jasmine levantó una ceja al escuchar a la pelirroja hablar, la cual apretó sus labios mientras trataba de controlar el rojo en sus mejillas de solo ver la sonrisa en la saudí.

– Oh... ¿Así que la señorita Anna está coqueteándome?

–"Tratando" es la palabra correcta... – murmuró antes de hacer una pausa. Estaba actuando más torpe de lo que era y eso debía parar, por lo que tomó aire antes de sonreírle de la forma que tan bien sabía – Sí lo estoy. ¿Estás de acuerdo con esto?

– Lo estoy  –respondió con una pequeña sonrisa, inclinándose más cerca de mí –. Pero las palabras no son suficientes. En esta situación, debes tomar medidas.

"Ahora o nunca Anna."

La pelirroja presionó sus labios contra los de Jasmine. Suave y con precaución al principio, antes de volverse más firme cuando sintió su corazón comenzar a correr un maratón.





– y luego tan, tan, taaan – bromeó Anna volviendo a mirar al cielo.

Hans abrió sus ojos y separó sus labios, dejando caer el cigarrillo, apenas comprendió bien lo que eso significaba.

Anna sonrió mientras sacaba otro más y lo encendía. Su hermano podía verse sorprendido, pero en el fondo, no lo estaba, la pelirroja había tenido demasiadas aventuras de una noche con varias chicas, aunque era nuevo que hubiera aceptado acostarse con la misma chica más de una vez.

– A veces me impresiona el gran levante que tienes con las chicas, incluso me pongo celoso – confesó –... pero recuerdo que ya tengo novia y se me pasa – Hans se levantó y sacudió un poco su ropa – ¿Te quedas?

– Quiero acabar el cigarro – contestó Anna con el mismo entre sus labios, observó a su hermano asentir y marcharse por la ventana.

Dejó escapar el aire mientras apagaba el cigarrillo y lo dejaba a un lado. Apenas se levantó para irse a su habitación, la luz se encendió de la habitación vecina, a pesar de las cortinas, Anna logró ver la silueta de una chica quitándose la ropa. Si lograba moverse un poco más a la izquierda, podría descubrir su identidad, y vaya que lo hizo. Su corazón se detuvo y su miembro despertó al ver de quien se trataba. Nada más y nada menos que la misma albina que no lograba tener. Elsa solo estaba en ropa interior mientras deshacía su trenza, pero se detuvo al ver a la pelirroja observaba con diversión desde el techo.

– ¡Oh por el santísimo dios! ¿Acaso no sabes lo que es la privacidad?  – gritó colocándose una holgada camiseta para apoyarse en el marco de la ventana, sacando un poco su cuerpo de la misma – ¿Es tu forma de espiar a las chicas?

– ¡Hey! Deberías de agradecer que solo te estoy viendo, muy fácilmente me podría sentar y masturbarme, pero soy una persona decente.

– Tuviste sexo con una chica en el baño... ¡El primer día!

Anna se encogió de hombros mientras tomaba sus cosas y caminaba hasta la ventana.

– ¡Estoy segura de que morías por ser tu a la que follaba en el baño! – exclamó lanzándole un beso al aire antes de entrar.

Y Elsa solo pudo soltar insultos hacia la pelirroja mientras terminaba de acomodarse para poder dormir. De algo estaba segura y es que aquella pelirroja no tendría el camino fácil para llegar hasta ella, menos cuando la sacaba de sus casillas de forma constante.

Tʀᴏᴘʜʏ Gɪʀʟ | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora