𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟔

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« Sus manos se aferraron con firmeza a las sábanas mientras sentía como la embestían por detrás con la fuerza justa para causarle una descarga eléctrica en su cuerpo.

Elsa mordió su labio en intentos de no hacer ruido alguno, el reloj digital en su mesa marcaba las 2 AM y ella seguía disfrutando de aquellas nuevas sensaciones, Anna sujetaba sus caderas mientras la embestía cada vez más rápido y fuerte, queriendo hacerla llegar al orgasmo por quinta vez en la noche, desde que entró por su ventana y la asustó, no se habían detenido.

La albina estaba recostada sobre su estómago mientras la pelirroja mantenía un ritmo constante para escucharla decir su nombre, suplicando por más. Movía sus caderas de forma que coincidieran con las embestidas de la pecosa, Anna sonrió ante la forma en que Elsa la miraba por encima del hombro. Los gestos de Elsa la enloquecían, como mordía su labio y cerraba sus ojos.

– ¿Te gusta, Els? – preguntó divertida Marsh, viéndola asentir desesperadamente.

– Dios, esto se siente tan bien... – gimió, mientras la follaba lentamente por un par de minutos.

Las manos de Anna recorrieron a lo largo de su espalda, sintiendo los músculos de Elsa trabajar con el tiempo mientras agarraba las sábanas y gritaba una y otra vez. No pudo resistir la tentación de molestarla realmente. La pelirroja puso su mano sobre la espalda ajena, frotándola y acariciándola brevemente antes de bajar para golpear unos de sus glúteos y luego el otro, haciéndola gemir.

– ¡Mierda, Anna! ¡Hazlo más rápido! – rogó la albina y, claro, Anna hizo lo que pidió. Pero eso no pareció ser suficiente para ella – ¡Vamos, Anna! Has estado con tantas mujeres, sé que puedes hacerlo mejor.

Queriendo demostrarle que podía ir más duro, Anna agarró su cabello y lo jaló hasta que ella se levantó y su cuerpo se presionó contra el suyo mientras ella continuaba golpeándola por detrás. Sus pechos se frotaban contra la espalda de Elsa mientras estiraba la mano para masajear sus senos antes de darles un pequeño pellizco, y esto realmente pareció obtener una reacción por parte de la ojizarca.

– Te gusta eso, ¿no? – susurró en su oído y luego besó la parte posterior de su cuello y sus hombros.

– ¡S-sí!

Elsa se estiró para sujetarse de la cintura de Anna, moviéndose de una forma más frenética, como si deseara tener el mayor contacto con la pelirroja, la cual miró hacia abajo y vio como el trasero de Elsa golpeaba su tonificado estómago.

Estaban cerca una vez más, y para ayudarla, Anna bajó su mano para frotarla sobre su clítoris, disfrutando de los sonidos húmedos que se hicieron cuando ella se estremeció y tuvo otro orgasmo. Moviéndose un poco más para llegar ella misma al clímax, descargándose por completo dentro de la albina que no hizo más que dar un grito de placer dejándose caer sobre la cama.

– Veo que si te gusto... Es una lástima que tengas que despertar – susurró Anna recostándose a un lado de una confundida Elsa.

Oh no... No, no, no... Esto no podía estar pasándole a ella. »














Elsa se levantó casi al instante, quitando las sábanas para encontrarse sin su short de pijama y con una almohada entre sus piernas al igual que una de sus manos. Se sintió asqueada por un momento y quitó todo para darse una fría ducha tras arrojar la funda de la almohada al cesto de ropa sucia, tendría que lavarla ella misma para ahorrarse dar explicación. Mojó su rostro antes de dejar que la lluvia tocara su espalda.

Tʀᴏᴘʜʏ Gɪʀʟ | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora