𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟓

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Casi se odiaba por haber dejado a Elsa dormida en su cama, pero Hans no le estaba dejando mucha opción luego de entrar gritando a la casa para avisar de su presencia. Entre tropiezos armó una pequeña maleta y cargó su mochila con cosas importantes para ellas, menos cómics porque su hermano la detuvo apenas notó que la pelirroja intentaba acomodar más de veinte cómics en su mochila.

Estaba dejando a Elsa por un mes. Un largo mes lejos de la platinada y eso le causaba una inexplicable tristeza, quería quedarse con ella más tiempo. Nunca pensó tener que estar lejos de ella. No hablaron de sí se llamarían para intentar hacer algo... pero estaba segura que una de ellas terminaría llevando a la otra.

Anna miró el reloj de su teléfono, apenas pasaron cinco minutos y ya extrañaba a su novia.

– ¿Todo en orden? – preguntó Hans cuando la vio fruncir el ceño – Anna... ¿Ya le dejaste las pastillas a Elsa?

– Uh si.. yo... las dejé con una nota – murmuró con los ojos llorosos – ¿No me puedo quedar? Tal vez pueda irme más tarde y-

– Anna, ya lo hablamos – recordó Hans –. Mamá nos necesita a ambos.

Anna suspiró, mirando una última vez la casa y sintiendo un agujero en su estómago. Elsa estaba durmiendo en su cama y ella no estaría cuando despierte.

– Hey, verás que el mes se pasa rápido y pronto estarás con ella – aseguró su hermano encendiendo el auto y poniéndose en marcha con la radio encendida – ¿Quieres que ponga a Taylor para que llores mientras recuerdas a Elsa?

– Creo que si...

Anna no pensó que la pegadiza melodía de Shake It Off la haría llorar.

————

El viaje había durado cuatro horas. Cuatro horas en las que Anna cayó en los brazos de Morfeo y Hans pudo disfrutar de la música que él amaba. Tarareando en voz baja cada canción que pasaba por la estación de rápido. Golpeaba el volante con sus dedos al ritmo de cada canción. Hasta que escuchó a su hermana removerse y bajó un poco el volumen.

– Hey roja – sonrió –, ya casi llegamos.

– Elsa...

– Por favor no tengas sueños húmedos de tu novia en el auto, gracias – pidió el pelirrojo cambiando de estación – ¡Hey! ¿A Elsa no le gusta este cantante? ¿Cómo se llama? Se apellida como ella.

Anna no podía dejar de pensar en su novia y en lo que podría estar haciendo. ¿Habrá despertado? De seguro que si, le había dejado dos pastillas y una pequeña nota. Había hablado con los Menzel para que cuidaran la casa hasta que ella y su madre regresarán. Lo único de lo que estaba segura era que Elsa se llevaría varias de sus cosas para no sentirse tan sola en ese largo mes... perdería tantos hoodies y estaba segura que jamás las iba a ver.

Al detener el auto, Gerda salió para poder recibir a ambos. Era una casa bastante sencilla, un solo piso y un jardín trasero. Comenzaba a preferir su propia casa con dos pisos y sus adorables vecinos. Pero no podía quejarse, Hans le dijo que tenía una habitación propia con algunos posters que encontró en el mercado.

Suspiro, colocando su mochila sobre su hombro y sacando su maleta.

– ¿Anna Marsh?

La cobriza se volteó, encontrándose con la última persona que pensaba ver allí. Mari Vesterland. Aquella castaña con la que tuvo una larga aventura antes de mudarse. Ahora estaba cambiada, con cabello un poco más largo y con un pequeño niño tomando su mano.

– Uuhh... depende de quien la busque – confesó entrecerrando los ojos.

Quizás fue la costumbre de recibir un golpe de su novia que la hizo dar un paso hacia atrás cuando Mari se adelantó.

Tʀᴏᴘʜʏ Gɪʀʟ | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora