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Murphy:

—¡Abran la puerta, es la guardia de Solaría!

Golpean tres veces seguidas.

—¡Por aqui!—Nos grita la mujer y la seguimos dentro de otra habitación, ella  empuja la cama y le ayudo al ver que no puede, entonces veo una alfombra cubriendo el suelo y cuando lo quita encuentro lo que sospechaba.

—Entren ahi.—Nos grita. —¡Ahora!

Eso hacemos, lo ayudo a el primero y con fuerza la mujer vuelve a arrastrar la cama cuando ya estamos dentro.

Ella se agacha.—Cuando se marchen arrástrense por el túnel hasta la calle, saldrán por la puerta trasera y...

Irrumpen por la puerta principal, ella se levanta y no añade nada más, entonces solo escucho grito porque solo veo los pies de quienes ingresaron.

—¡Mujer!—Le levantan la voz.—¡¿Por qué no abrías?!

Ella no responde porque al final es igual de peor que hacerlo.

—¡¿No sabes que cuando la guardia de la reina toca tu puerta, debes abrir?! ¡Somos la máxima autoridad en los bajos!

—Si...—Su voz se escucha temblorosa.

—¡Tus impuestos, ahora!

—¡Enseguida!

Ella corre por toda la habitación mientras los hombres recorren las habitaciones de la viviendo, cierro los ojos y espero calmada que se vayan.

—¡Aqui tienen!

Escucho monedas y luego veo los pies volver al lado de los hombres, las monedas suenan al caer al suelo y la mujer se tira sobre ellos.

—¡Esto no es suficiente!

—¡Claro que si, esta contado!

La guardia pisa las monedas y ella intenta recolectar cada una de ellas, entonces uno le pisa la mano y ella chilla de dolor, mientras la guardia ríe.

El corazón se me acelera.

—¡Por favor, es todo lo que tengo!

—¡Esta semana los impuestos se duplican, paga por tu techo y no perecerá!

—Ya subieron la cantidad el ultimo mes, le ruego...

—¡No ruegues, paga lo que te corresponde!—Vuelve a pisar su mano, Kit maldice junto a mi.

—¡No, no! ¡Por favor... que su majestad se apiade de nosotros!—Grita.—¡Reina Linnet, por favor!

Vuelven a reír.

—¿Piensas que su majestad pisaría los bajos? ¡La reina jamás se molestaría en poner sus pies en este lugar!

Ella solloza en el suelo.

—¡Sáquenla de la propiedad!—Ordena uno.—¡Quemaremos esta casa!

—¡No, mi casa, no!—Grita desesperada mientras intentan llevársela.—¡No pueden, por favor!

Le golpean el rostro y llevo las manos a mi boca, la dejan casi inconsciente y la arrastran hacia la puerta sin ningún  como si no se tratara de un ser humano.

—¡Incendien la casa!

—Vámonos.—Kit susurra a mi lado.—Marquesita, no hay nada que...

Tira de mi y empieza a arrastrarse por el túnel, mis manos arrugan la tierra y sigo sus pasos, me arrastro hasta que llegamos a la salida, ignorando los animales que caminan cerca entre la tierra que me rodea.

Cartas de una Reina (#7 Amores en la realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora