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Murphy:

Bebo del café en mi taza mientras permanezco sentada junto a la borda de la carabera y noto más de una mirada sobre mi.

Trago saliva y bajo la taza, Kit recibe su porción del desayuno y se encamina a mi lado, ahora todos lo observan a el, se sienta junto a mi y nos observan a ambos.

—¿Has notado que no dejan de vernos?

No quiero pensar la idea, pero.

—Tal vez porque hicimos mucho ruido anoche.—Le da un mordisco a su pan y la cara se me enrojece.—Y en la mañana también.

¿Tanto grite?

Bebo otro poco de café.

—Supongo que debemos hacer menos ruido esta noche.—Dice y mi mirada va hacia el.

Arqueo una ceja.—Muy seguro.

—Lo estoy.

Se inclina hacia mi, pero me levanto a tiempo, corre viento y me coloco la capucha de mi túnica, dejo a Kit y subo los escalones hacia el lugar donde se encuentra el timonel.

—Marquesa.

—Berni ¿No?

—El mismo.

Miro el horizonte hacia donde nos dirigimos, observo las nubes y...

—No se preocupe, el viento va a nuestro favor... estaremos exactamente en dos dias más en Arcelia.

—Eso no me preocupa.—Contesto observando a Kit, quien habla con algunos miembros de la tripulación.

El timonel sigue mi mirada y suspira volviendo los ojos al frente.

—Lo que acordamos...—Pronuncio y el me da la razón.

—Se hara como desee, marquesa.

Trago saliva.

—¿Podemos confiar en la reina? Si bien ella nunca ha tocado los puertos, su historial...

—Linnet podrá ser de todo, pero jamás retira sus promesas.—Aseguro.—Ella lo hara.

Asiente y sigue el curso.



(***)



Caigo agotada sobre el torso de Kit y me muevo cayendo hacia el lado vacio de la cama, el me abraza contra su cuerpo y besa mi frente, sus piernas se entrelazan con las mías y busca más mi calor con los brazos.

—Esta vez no gritaste mucho.

—Tu boca no me dejaba gritar.

—Es verdad.

Se apoya en un codo contra el colchón y apoya su rostro sobre su palma, mirándome, mientras la mano desocupada retira los mechón de mi cabello, el pasa las manos por mi cicatriz acariciando.

Le detengo la mano.

—Tengo algo para ti.—Me dice de pronto y lo suelto.

Se voltea a recoger algo del suelo y cuando regresa veo que tiene el arma delgada que uso para sujetar mi cabello.

Lo tomo.—Creí que se había perdido en el viaje.

—Lo guarde bien antes de que me tiraras por el barranco.

Sonrio y me levanto el cabello en un moño mientras los ojos de Kit bajan a mis pechos, observa mis pezones ya no cubiertos por mi cabello largo.

—¿Cómo me veo?—Retiro otro mechón y el acerca una de sus manos entre mis senos, los dedos se desvían y agarra un pezón, el cual aprieta y yo lo empujo subiéndome sobre el.

Coloco ambas manos sobre su torso y levanto el trasero al sentir la dureza debajo de mi, la cual hago que me invada otra vez.

Kit jadea.

—¿Te puso duro verme sujetar un arma?—Balanceo las caderas y el me las sujeta.

—Santo dios, Murphy.—Echa la cabeza hacia atrás y me froto más, apretando los muslos a los costados.—Joder...

—Kit...—Pronuncio su nombre y empiezo a moverme como me gusta, dándonos otra noche de placer.



(***)



¿Agua?

Eso es lo que escucho mientras mi mente sigue atrapada en el sueño, hasta que mis ojos captan lo que sucede.

Hay agua entrando al camarote.

—¡Kit, levántate!—Le grito y mientras lo hace me pongo lo primero que encuentro y es mi vestido, amarro el cinturón rapido y un ruido fuerte me hace caer.

—¡Murphy!

Viene hacia mi, sin camisón, pero trae pantalones y los pies descalzos.

¿Qué esta pasando allá afuera?

Logro ponerme de pie y Kit termina de cambiarse, siguiéndome, salgo del camarote y veo a la tripulación luchando con una tormenta.

Mierda.

¿En qué momento cambiaron las aguas?

La lluvia me cubre el rostro y las olas que golpean la carabela llenan la cubierta, observo al Timonel y voy hacia el, algunos miembros de la tripulación intentan mantener las velas en orden.

—¡Murphy, quédate cerca!—Pide Kit, pero logro llegar mientras el se ocupa de ayudar a los demás.

—¡¿Qué fue lo que paso?!—Le pregunto a Berni.

—¡Nos atrapo una tormenta, me desvié del curso para evitarla, pero aun asi nos atrapo, lo siento, marquesa!

—Ya pensaremos en eso despues... hay que..

Una ola choca contra el lugar en el que estamos y me derriba.

—¡Murphy!

El timonel se sujeta e intento levantarme.

—¡Déjenos esto, marquesa!—Me grita.—¡Entre al camarote!

—¡No puedo...

—¡Si usted muere... esto se acabara...—Las palabras me detiene.

Trago saliva.

—Aun asi... ¡Mierda!

Otra enorme ola golpea la carabela y todo queda a oscuras.

Cartas de una Reina (#7 Amores en la realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora