Kit:
Le entrego la última carta al soldado Peck de Alejandría, quien sale a recibirme al jardín, me despido con una reverencia corta y pongo los ojos en el niño con el que juegan los antiguos reyes de Alejandría, quien debe ser el nieto de ellos.
Los reyes actuales deben estar ocupados con el niño que acaba de nacer, en especial la reina. No lo pienso tanto y sigo mi camino fuera del palacio, pero antes de irme volteo una vez más encontrando al rey Philip acercándose al niño, a quien carga en brazos.
Suspiro. Al fin puedo volver.
(***)
Recibo la paga por mi servicio y paso por el mercado de Damaria antes de irme directo a casa, lo que recibí por la paga de este viaje me lo gasto en alimentos y me sobra un poco más, lo que va para otro día.
Regreso con las bolsas en las manos y cruzo la puerta.
—¡Grayson!—Llamo a mi hermano.—¡¿Estas en casa?!
Nadie contesta, pero me doy cuenta de una nota sobre el suelo, la misma que recojo.
Mierda, Grayson.
(***)
—Gracias por sacarme de prisión, hermanito.—Me dice cuando vamos de camino a casa.—Te lo devolveré...
—Si no es de manera honrada ni se te ocurra.—Le interrumpo.
—Joder.
—¿Me dirás que robaste ahora?
Mete la mano al bolsillo y los ojos se me abren mucho.
—Mierda, te lo quedaste.
Desdobla el pergamino, recuerdo que tiene uno similar tachado.
—No fue difícil quitárselo al guardia y me especializo en...
—¿Robar?
Sonrie.—Asi es.
El pergamino de ahora tiene más objetos dibujados, entre ellos....
—La diadema de cristal.—Pronuncia Grayson con una sonrisa que crece.—¿No es hermosa? Es una de las reliquias que aparece aqui.
—Grayson.—Lo llamo y pone los ojos en mi.—No hagas estupideces.
—Soy un coleccionista.
—Si asi fuera conservarías las que te has robado, pero lo vendes y...
—Hey, de algo hay que vivir ¿No?
—Consigue un trabajo.—Le quito el pergamino.—Y olvídate de esto, antes de que llegues a la puerta tendrán a la guardia de Eliora apuntándote el rostro, eso si no es el frío el que te mata primero.
—Mi cuerpo puede tolerarlo, no es como si nunca me arriesgara.—Suspira.—Pero tienes razón, aun estoy trabajando en eso de la seguridad, tal vez necesite más gente.
—Joder.
—En tus viajes vas a Eliora...
No vayas por ahi.
—Lamento decepcionarte, pero la última entrega ya la di hace poco.—En realidad mi compañero, pero ese no es el punto.
—¿Qué? ¿Fuiste a Eliora y no se te ocurrió decirme?
—Si y ahora que se que piensas cometer una idiotez como robarte la Diadema de Cristal, me alegra no habértelo dicho.
—Eres el peor hermano ¿Lo sabes?
—Por evitar que mueras, claro.
—Jamás moriré.—Dice con ego.
—Cada día te veo con un pie al lado de la muerte, hermano.
—Pero sigo vivo ¿No?—Me arrebata el pergamino.—Y ahora menos debo morir cuando tengo esto esperándome.
Y es lo mismo que dice cada vez que encuentra un nuevo objeto que robar.
Suspiro.
No tiene caso discutir con el.
—¿Qué es eso?—Me detengo al oírlo y levanto la mirada hacia la multitud que rodea la pared en la plaza, para ser exacto justo donde el palacio anuncia algo al pueblo.
Grayson se guarda el pergamino y ambos nos acercamos a leer lo que esta escrito.
"Por decreto y acuerdo de los 11 reinos, se cortan caminos y se prohíben los viajes hasta nuevo aviso"
Mierda.
—Joder, mi diadema tendrá que esperar.
—Olvida eso.—Le digo y vuelvo a leer la orden dada.
Mierda.
Y doble mierda.
¿Cómo vamos a trabajar ahora?
Nos leemos.
>>Yiemir.
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Cartas de una Reina (#7 Amores en la realeza)
Ficción históricaKit solo tiene un deseo: Conocer a la princesa y según sus propias palabras, próxima reina de Arcelia, la mujer de la que se enamoro a través de las cartas. Y digamos que el destino salta a su favor cuando se le encomiende una misión : Llevar a Murp...