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Kit:

—Los reyes no confían ni en el silencio de sus propios guardias.—Indica Berni señalando un mapa de Arcelia que se encuentra sobre la mesa.—Es por eso que la isla no esta custodiada por ellos. 

Dave toma la palabra.—La guardia solo protege los alrededores de Arcelia, el palacio y a sus reyes... pero no se les tiene permitido ir hacia la isla. No a todos, aunque si hay excepciones, siguen siendo pocos los elegidos... los reyes saben que si esta noticia se da a conocer pondrán en peligro lo que ya sabemos.

—Que los reinos pueden ser igual de crueles que Tierra quebrada. —Contesto yo y todos me observan.

Berni asiente. 

—Y ahora nos dirigimos hacia allá.

Trago saliva.—¿Cómo sabremos cuando atacar?

—Nos avisaran.

—¿C-omo?—Me detengo.—Crei que habias dicho que la marquesa fue la carnada.

Todos callan.

Berni vuelve a hablar.—Es lo que debes saber. 

—No me estan diciendo todo.—Busco respuestas.—Joder, si no...

—Es porque ya hay miembros de la guardia de la reina en Linnet en la isla, Kit.

La nueva voz me hace girar y mi sorpresa es mayor cuando la veo.

Cassandra...




Murphy:

Camino tomada de la mano del príncipe bajo la luz de la luna, estamos a la espalda del palacio de Arcelia donde se ubica el propio puerto de los reyes y el camino hacia la isla.

Una embarcación nos espera en la orilla, el príncipe me ayuda a bajar las gradas que conducen hasta el, levanto mi falda para no tropezar y al llegar rápidamente verifico  en el horizonte los barcos que prometió para mi la reina Linnet.

—Ten.

Parpadeo al oír al príncipe y observo lo que lleva en las manos, una túnica negra junto a una cadenas doradas que se ajustan sobre el rostro dando la impresión de una mascara o un velo de novia.

—Lo entenderás al llegar, mi princesa.—Me dice.—Mis padres preparan una ceremonia para ti, tu iniciación como mi pareja.

La respuesta me dice que los reyes ya se encuentran en la isla, no retrocedo y le muestro una sonrisa satisfecha mientras sujeto las cadenas.

—No los hagamos esperar, mi príncipe.

Sonríe maravillado por mi respuesta y el mismo me coloca la túnica, tras rodearme, el príncipe ajusta el nudo en mi cuello y me besa el cuello.

Los ojos se me cierran. 

—Nuestras vidas estarán más que juntas desde esta noche.

—Nuestras vidas ya lo estan, yo le pertenezco.—Contesto volviéndome hacia el y su mirada va directo a mis labios.

Permito que me bese para luego tomar su mano y ambos subir a la embarcación.



(***)


Para cuando llegamos a la isla tengo la haladie escondida debajo de mi manga y  ya la "mascara" puesta sobre el rostro, se conecta desde una tiara pequeña sobre mi cabeza, aunque más parece un prensador largo y que abarca por toda la zona frontal, solo mis ojos quedan expuestos, pero lo demás queda cubierto por las cadenas doradas que caen como cascadas desde mis pómulos hasta debajo de mi mentón, sin embargo los invitados lucen diferentes.

Todos van con túnicas, pero con otro tipo de mascara el que oculta sus identidades,  de color dorado y negro que les cubre todo el rostro, mientras el príncipe y yo somos la excepción e intuyo que los reyes también.

Me vuelvo hacia el príncipe cuando extiende su mano, la cual tomo sin ninguna duda.

—Solo son nuestras mentes brillantes, han sido invitados esta noche a tu ceremonia.—Asegura y me guía por un camino de velas que sube unas escaleras parecidas al  puerto de los reyes.

Camino a su lado observando las demás edificaciones en la pequeña isla y que deben ser los lugares de estudio, sin embargo al lugar que llegamos en mucho más grande y lo verifico cuando cruzamos las puertas.

El interior da la impresión de la sala de baile de cualquier palacio, las personas tienen copas de vino en sus manos y conversan, pero todo deja de importar cuando ingresamos.

Mantengo mi postura y pongo los ojos en frente, encontrando a los reyes quienes llevan mascaras similares a las nuestras.

—¿Su hermana no nos acompaña, mi príncipe?

—Mi hermana no disfruta de las tradiciones, mi princesa. Me disculpo si se siente ofendida.

—¿Cómo podría?

Veo que sonríe a través de la máscara y nos detenemos junto a los reyes.

—Mi reina, mi rey.—Hago una reverencia.

La reina me observa con las manos juntas y las separa para dirigirse hacia todos, me siento rodeada por el circulo que forman.

—¡Nobles de Arcelia, hoy tenemos un nuevo miembro que se une a nuestra comunidad!—Me rodea con un brazo.—¡Un miembro que será parte de nuestra tradición y nuestras costumbres!

Me presenta volviéndose hacia mi.

—¡Mi hijo, su príncipe ha encontrado a su princesa!

Todos aplauden.

—Y nos corresponde a nosotros darle la bienvenida. —Se gira hacia mi y luego hacia su hijo.

El príncipe extiende su mano otra vez hacia mi y antes de que la tome, una gota color roja cae delante de mi.

¡Sacrificio, sacrificio, sacrificio!—Corean y mis ojos suben lentamente hacia el techo.

Ahi colgada de cabeza se encuentra una persona aparentemente viva, es una mujer y tiene el rostro sangrando, las gotas crecen y me despierto de la impresión, decidida tomo la mano del príncipe.

—¡Sacrificio, sacrificio, sacrificio!

 —Mi princesa...

No puedo actuar tan pronto.

—Mi príncipe.—Respondo calmada, escucho a la reina dar la orden y veo que hay dos hombres bajando el cuerpo del techo tirando de una soga.

El cuerpo llega a nuestra altura y la mujer despierta encontrándose rodeada.

—¡¿Qué es esto?! ¡No... Ayúdenme!

La reina toma posición delante del cuerpo, su esposo le entrega un cuchillo "ceremonial" y se lo muestra a la multitud que llenan el salón de alaridos y no dejan de gritar "Sacrificio"

La mujer llora e intenta soltarse.

—¡Sáquenme de aqui, no dire nada, por favor! ¡Piedad, piedad!

—Mira la demostración, mi princesa. —Pide el príncipe y todos ignoran las suplicas de la mujer, quietos como estatuas disfrutando de su sufrimiento.—Luego será tu turno y nadie, ni siquiera Linnet de Solaría te tocara de nuevo.

Mantengo la mirada firme y los ojos de la mujer buscan ayuda, dan con los míos y aprieto los puños.

Aun no...

La reina levanta el cuchillo de ceremonia.—Por Arcelia.

Amelia de Arcelia le corta el cuello a la mujer, la sangre salpica y se escurre por su rostro hasta llegar al suelo,  la mujer atada se desespera desangrándose mientras los verdugos dejan caer el cuerpo y este termina sobre el suelo junto a un estruendo fuerte indicando que se ha roto los huesos. 

Observo como la sangre se expande y mis oídos se cierran mientras los invitados celebran el sacrificio.

Tierra quebrada o los reinos.

No hay diferencias, sea dentro o fuera del muro de espinas. Somos tan iguales a ellos y sacare esta verdad aunque mi vida deba perderse.

Cartas de una Reina (#7 Amores en la realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora