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Murphy:

Toso un par de veces y escupo el agua que me entro por la boca, Kit me da palmadas en la espalda y aun sintió el agua cayendo sobre mi rostro, trato de mantener la calma y recuperar mi respiración normal.

—Despacio, Murphy.—Me pide le a mi lado y lo único que hago es asentir.

Lo miro al sentirme mejor, sus ojos llenos de preocupación.

—Ya paso.—Me asegura.

Levanto la vista, sigue lloviendo, pero ahora es más bajo, las olas no estan enojadas y hay menos nubes oscuras. 

—¡Lo logramos!—Gritan los miembros de la tripulación, celebran mientras yo me dejo caer junto a Kit, quien me abraza y cubre con una manta que le alcanzan. 

—Esta bien...—Pronuncia mientras me ayuda a levantarme.—No te esfuerces.



(***)


Kit cierra la puerta del camarote y se vuelve hacia mi, sus ojos recorren mi cuerpo y bajo la mirada hallando la razón, el vestido lo tengo mojado y pegado contra el cuerpo, puedo ver mis curvas e incluso los pezones pegados a la tela.

—No actúes como si no me hubieras visto desnuda.—Le digo y me doy la vuelta.—Ayúdame con el vestido.

Siento sus pasos llegar a mi y luego sus manos sobre mi piel, desajustando el cinturón y luego bajando por mis hombros las dos tiras, el vestido cae hacia mis pies y me quito el arma que sujeta mi cabello, lo tengo húmedo y por partes casi seco, lo levanto con la intención de volver a amarrarlo y una corriente recorre mi cuello cuando la boca de Kit se aprieta contra esa área de mi piel.

—Kit...

Envuelve los brazos alrededor de mi cintura y las mías cubren sus manos en el mismo lugar, la erección me golpea por detrás y el calor en mi entrepierna me avisa que mi sexo lo desea.

—¿Me deseas?—Pregunto y a su vez sus labios siguen avanzando.

—Mucho.

Aprieto los ojos sintiendo como sus manos dejan mi cintura para subir a mis pechos.

—Kit...—Gimo cuando me los aprieta.

Huyamos...

La palabra me hace abrir los ojos y enseguida me vuelvo hacia el, Kit me suelta y lo miro sin creer lo que acabo de escuchar, pero entonces lo vuelve a pedir:

—Huyamos, Murphy.—Sus ojos llenos de suplicas me hacen doler el pecho.—Vayámonos lejos, lejos de Arcelia, lejos de Solaría. Huyamos juntos.



Kit:

Tengo esperanzas, las tengo y mantengo una sonrisa sobre mis labios... o es asi hasta que ella empieza a negar despacio.

—No me hagas esto, Kit.

—¿Qué no te haga que?—Inquiero.—¿Qué no te plantee una posibilidad de irnos y ser felices lejos de todo?

—Estamos en la mitad del mar de Solaría, a un día de llegar... no puedes.

—Si puedo.—Le interrumpo y paso saliva.—He visto botes, si tomamos uno esta misma noche...

—Acabamos de superar una tormenta por suerte y quieres...

Guardo silencio y ella también.

—Le prometí a la reina de Solaría que regresaría

Cartas de una Reina (#7 Amores en la realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora