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Kit:

—¿Todo este tiempo tu y... la marquesa?

—No.—Me interrumpe Cassandra.—No sabia lo que la marquesa tenia planeado hasta que la vi merodeando el palacio. Queria un mapa de la isla y... entonces me lo dijo.

Trago saliva.

—¿Pero sabias que ella iria?

—Lo sabia.

—¿Y cuando me despedí de ti?

La observo tragar.—Lo sabia.

No se como sigo de pie procesando todo.

—Ella me pidió que te protegiera... pero luego de tu decisión ambas estábamos seguras que lo mejor era que te fueras, por eso no te detuve. No iba a permitir que te hicieran daño, Kit y ella tampoco.

—Tu al igual que Murphy me han ocultado esto...—Digo decepcionado.—¿Me ven como un estorbo en sus planes, es eso?

—Kit, no es asi.—Asegura con los ojos llenos de lagrimas.—Eres importante para ella y eres importante para mi, si tu estabas ninguna podría haber echo esto sin estar preocupada.

Trago saliva.

—¿Por qué haces esto, Cassandra?—Interrogo.—¿Por qué? Son tus padres...

—¿Recuerdas mis cartas, no?

Asiento.

—Te dije como me sentía.—Contesta.—Empece a escribir las cartas primero estando aburrida y no obtuve respuesta al inicio.

—No ponías un destinatario, esas cartas se destruían y los carteros tenemos prohibido abrirlas.

—Seguí mandando...

—Fuiste muy insistente, lo recuerdo.

Se ríe.

—Hasta que tu leíste una..

Mi sonrisa se borra.

—Y empezaste a responderme.—Prosigue.—Que contestaras me hizo olvidar lo que ocurría en esa isla, estaba perdida en tus cartas y tus respuestas que al final eran mi modo de escape.

Trago saliva.

—Jamás he estado de acuerdo con estas costumbres y ahora, cuando la marquesa llegó supe que no debía esconderme más en las cartas. Ver lo que deseaba hacer me hizo ver una posibilidad de dirigir este reino por la dirección correcta.

—Hablas como un reina.

Sonríe despacio.

—Esa es la impresión que tenia cuando leia tus cartas. Las cartas de una reina. 

—Lamento haberte ocultado esto, Kit.—Se disculpa.—En nombre de la marquesa también me disculpo, y debes estar muy enojado... pero ahora mismo te pido que me ayudes a salvar Arcelia y también a la marquesa.

Me observa esperanzada por una respuesta y asiento, sus ojos brillan y nos interrumpen.

—Ya vamos a llegar.



Murphy:

—Es su turno, mi princesa.

El príncipe Jhonathan toma mi mano llevándome hacia el centro, donde hay un nuevo cuerpo ubicado donde se encontraba la mujer.

Despiertan al hombre mientras el príncipe se acerca a su madre, quien le entrega la cuchilla ceremonial, Jhonathan de Arcelia camina hacia mi ignorando los gritos del hombre que acaba de despertar y exige una explicación.

El va vestido y se ve fuerte como un guerrero, como un hombre de Carpathia. 

—Marca tu destino a mi lado, mi princesa.—Pronuncia el príncipe.—Y nunca más le temerás a nada. Ni a ella.

Como si algo podría hacer temblar a Linnet, desde que la conozco he visto de lo que es capaz.

Acerco mi mano a la empuñadura y la sostengo entre mis manos, el príncipe me guía y se coloca a mi lado.

—¿Juntos?—Pregunta cerca de mi oído.

—Juntos.

Mi mano libre se mete dentro de mi falda y antes de que la punta toque al hombre que grita confundido, saco la haladie y la coloco debajo del cuello del príncipe, mientras mi otra mano se mantiene sobre la empuñadura del cuchillo ceremonial.

Los miembros de la guardia de mi reina, ocultos entre los invitados se quitan las túnicas y las mascaras, descubren sus armas y se detienen en los puntos acordados, señalando a los invitados y delante de cada vía de escape.

—¡Hijo mío!—Grita la reina aterrada.

—¡Nadie se mueva y esto va para todos, su príncipe esta bajo mi cuchillo y todos ustedes estan bajo el de Solaría!

Todos se quedan quietos y aunque no puedo ver sus rostros a través de las mascaras doradas, si puedo ver la sorpresa en la mirada de los reyes.

Maldita ramera.—Me insulta el príncipe y el filo le roza el cuello.

—¡Arcelia!—Hablo para que todos me escuchen—¡Yo, la marquesa de Solaría, en nombre de los 10 reinos y mi reina, pongo a los nobles y sus reyes bajo arresto por los crímenes expuestos esta noche!

Las puertas se abren y justo como prometió Linnet, su guardia ingresa, veo a la princesa, pero la sonrisa se me borra al ver a Kit.

¿Qué... ?

—¡¿Qué significa esto, Cassandra?!

—¡Maldita traidora!

Los nobles se abren paso permitiendo que la princesa llegue hasta los reyes.

—¡Traicionas a tu reino!—Le grita el rey.

—No, padre, recupero Arcelia.—Contesta la princesa y mira a sus tres familiares.—Es lo que debí haber echo hace tiempo. Terminar con esta horrible tradición...

—¡No sabes lo que haces, lo has destruido todo!

—¡Ya no podremos hacer predicciones ni tener conocimiento, lo has arruinado!

Me mira a mi y asiente. 

Le doy la orden a la guardia de arrestarlos y entrego a su hermano antes de irme hacia ella, bajo la cabeza y hago una reverencia.

—¡Mi princesa!

Vuelvo a levantar la mirada y me giro hacia Kit. 

—Hola.

—Hola.—Me responde.

Trago saliva y siento ardor en mis ojos.

—Kit, yo...

—¡Maldita traidora!

Algo pasa, tan rapido que solo me percato que el príncipe se ha soltado de la guardia y ha ido directo a atacar. 

Kit me cubre con su cuerpo alejándonos y la princesa cae al suelo con su hermano sobre ella, la espada atraviesa la piel y un charco de sangre llena la habitación.

Cartas de una Reina (#7 Amores en la realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora