Capítulo 69: Lobo (parte 2)

13 2 2
                                    


Wardow no parpadeaba. Le encantaba la forma de moverse de Rena. Cada vez que intentaba agarrarla la joven se escabullía como si fuera aire. Ya se había acostumbrado a los movimientos de la lanza, por lo que iba a disfrutar de la caza un poco más. Con cada zarpazo y dentellada Rena retrocedía un poco, cediendo terreno paso a paso. Cuando su espalda tocó la pared el fauces rugió de satisfacción.

-¡Eres mía!-pensó para sí.

Avanzó hacia ella, con las garras de su mano derecha listas para atravesar el pecho de la joven. Estas se detuvieron antes de tan siquiera rozar la ropa de su enemiga, apresadas por otras.

Elh estaba a su lado, agarrando su mano, sin mirarle. Wardow estaba impresionado, no creía que pudiera moverse con semejante herida en su cuello. El asombro dio paso a un extraño nerviosismo, algo pasaba con la semi-dríada. Intentó retroceder, pero el agarre de Elh no cedía.

-¿Estás bien Rena?

La voz de Elh tenía el tono bestial de su forma lobuna, pero era extrañamente musical. Su tamaño estaba reduciéndose por momentos a la vez que el pelo de lobo comenzaba a desaparecer de su cuerpo. Viendo eso como una muestra de debilidad, Wardow lanzó un zarpazo con su mano libre.

Solo logró cortar el aire. Elh se había agachado a tal velocidad que el y Rena la habían perdido de vista por un momento. Desde esa baja posición la semi-dríada realizó una patada en arco que encontró el rostro del fauces. Wardow sintió como si una piedra hiciera trizas sus huesos antes de salir despedido contra la pared, atravesándola. Todo pasó tan rápido que Rena no pudo reaccionar hasta que la luz de luna se filtraba por el boquete recién abierto, el cual daba a un patio cuadrado con columnas.

-Vete con el resto-dijo Elh.

-Pero... Necesitas ayuda, tu forma...

-Tranquila. Casi he terminado de transformarme.

El tamaño de Elh había vuelto al que solía tener cuando no estaba en su forma lobuna., pero había algo extraño. Era como si hubiera vuelto atrás, pero sus brazos y piernas seguían siendo los de un licántropo hasta la altura de codos y rodillas. Sus orejas tampoco habían cambiado, siendo las de un lobo, al igual de la cola que se mecía suavemente al final de su columna. Los ojos de su amiga parecían emitir más brillo que antes, con las pupilas contraídas hasta el máximo.

-Vete.

Sonó casi como una advertencia. Rena retrocedió lentamente hacia el pasillo por el que habías desaparecido los demás, sin perder de vista a la semi-dríada, como si fuera a abalanzarse hacia su cuello en cuanto la perdiera de vista. Cuando se quedó sola, Elh suspiró y abrió sus sentidos. Podía escuchar mucho mejor. Sus ojos captaban hasta el movimiento de las hormigas en el patio a pesar de estar en un segundo piso. Su piel captaba hasta la más mínima brisa de aire como si fuera una corriente. Su lengua paladeaba el sabor de la sangre y el sudor en el aire. Había olvidado la última vez que había sentido así el mundo, era un éxtasis.

Dejó que la luz de la luna la invadiera. Sus heridas dejaron de doler al instante y empezaron a cerrarse poco después.

-Hay una luna preciosa hoy-pensó, con su voz y la del lobo haciéndose una en su cabeza.

En el patio, Wardow se sujetaba la cabeza, aturdido. Tardó un minuto en darse cuenta de donde estaba, no podía creer que hubiera travesado una pared de nuevo. Se giró y vio a Elh, todavía arriba. La figura de la semi-dríada estaba oculta en las sombras, pero sus ojos brillaban siniestramente, observándole. Wardow fue consciente después de que, aunque en forma de lobo pesase cerca de cien kilos, lo había mandado a volar con una patada desde una mala posición.

The Last Guardian IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora