Capítulo 16: La ciudad de máquinas y vapor

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-Pareces cansado ¿Estás durmiendo bien?
-Si papa, incluso más de lo debido.
-Bien, bien... ¿Me obligas a preguntar o me lo cuentas directamente?
-¿El qué?
-Estabas castigado sin salir, pero tu hermana te ha delatado. Saliste, ¿para verte con Rena?
Caju se despertó con aquella pregunta. En su momento, había odiado la expresión socarrona de su padre al descubrir su relación con la joven. Ahora, sin embargo, daría cualquier cosa por verla, aunque fuese una vez más.
Hacía tres semanas que se separaron de la familia de Melnix. Durante los primeros días, la sacerdotisa apenas habló, pero ahora estaba tan normal como siempre. Caju estaba asombrado por lo mucho que la joven había madurado.
El ánimo general de todos subió cuando dejaron atrás todo aquel paisaje abrupto y rocoso. Utilizaron un viejo sendero de caza para moverse con velocidad hasta llegar al camino real. Era la primera vez en mucho tiempo que usaban una ruta oficial como esa. Aquel camino estaba lleno de vida, incontables personas y caravanas iban y venían junto a un buen número de guardias. Llegaron a una zona de granjas cuando el sol ya se estaba poniendo. Se desviaron hacia ella y preguntaron por refugio en las casas, hasta que una mujer les permitió quedarse en su depósito de resina.
A Caju le sorprendió que alguien se dedicase a la recolección de resina, y le sorprendió más que eso pudiera darle para vivir. En efecto, las ramas de distintos árboles se encontraban atadas y colgadas sobre enormes barricas llenas de su dorada sangre. La recolectora les ofreció un farolillo para darles luz y les aconsejó que no lo acercasen a las ramas si no querían salir ardiendo. Una vez instalados, el cansancio les hizo dormir sin siquiera comer algo.
-¿Quién podría necesitar tanta resina?-se preguntó el joven a sí mismo antes de volver a dormir.
A la mañana siguiente, tenía la nariz inundada de olor a pino, por lo que se levantó a toda prisa, ansioso por aire fresco. No sabía cuántas horas había dormido, pero se sentía tan cansado como si hubiera pasado la noche en vela. No pudo reprimir un enorme bostezo que hizo crujir su mandíbula.
Una vez los demás se despertaron, reanudaron el camino.
-Parece que lleves maquillaje con esas ojeras-le dijo Estrik, bromeando.
Caju quiso responder, pero estaba ocupado frotándose los ojos, intentando quitarse todas sus legañas.
-Igual no ha sido buena idea venir por el camino real-dijo Elh-Demasiadas personas, seguro que hay algún cazarrecompensas.
-No es por echarnos flores-dijo Estrik-Pero el tipo tendría que ser muy bueno para reducirnos a los cuatro.
-Hay muchos ahí fuera que nos darían una paliza sin problemas. No es bueno sobreestimarse.
La semi-dríada parecía molesta, como si quisiera enseñarle una lección a su compañero.
Cada vez había más personas y carros, hasta que llegó un momento en el que tuvieron que detenerse.
A partir de ese punto, ya podían verse las rojizas murallas de Khi Dutorán. Eran tan lisas y pulidas que parecían hechas de metal, y tan altas que uno debía estirar mucho el cuello si quería vislumbrar su límite.
La única puerta visible era lo suficientemente grande como para permitir el paso en sentido de entrada y salida. Los bordes de la misma habían sido bañados en oro, demostrando la prosperidad de la ciudad.
-Nunca había visto un control semejante-dijo Tsuki, sin perder de vista la entrada.
-Tampoco habíamos pasado antes por una capital con tanto comercio-contestó Estrik-Teriesaelzen es contraria a relacionarse con otras razas, y una ciudad pequeña no atrae a tanta gente.
Al ritmo que avanzaba la fila, tardaron casi dos horas en divisar el puesto de control. Un grupo de diez enanos, divididos en dos grupos de cinco, se encargaban de registrar a los que entraban y salían de la ciudad. También había dos humanos, armados con extrañas armaduras de las que salía vapor. Caju se quedó de piedra cuando uno de ellos levantaba un pequeño carro para que los enanos examinasen el fondo con más comodidad.
-Elh ¿Tu podrías levantar eso?-preguntó el ladrón.
-No sin transformarme.
Aunque ella lo disimulase mejor, podía adivinarse que la semi-dríada estaba tan sorprendida como él.

-Ahora que lo pienso-dijo Estrik-Parece que este sitio tiene un control muy estricto ¿Qué haremos si no nos dejan entrar?

-Si no podemos comprar provisiones, más medicinas para Tsuki ni informarnos un poco sobre la situación aquí en el oeste...

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