Capítulo 35: Viejo enemigo

5 3 0
                                    

Hacía ya un buen rato que Ar-Engwar había vuelto al gremio. Nada más pisar el suelo de su hogar, sintió como la carga de sus hombros se aligeraba ínfimamente, cosa que le extrañó, pues siempre le levantaba la moral encontrarse entre los suyos.

El elfo se había servido una jarra de hidromiel en cuanto llegó al comedor y principal zona común, pero no le había dado un solo trago en casi una hora. Se limitaba a mirar su reflejo en la bebida, aquel semblante apesadumbrado que en tan pocas ocasiones tenía motivos para usar.

-¡Hablo en serio!

Aquel grito llamó su atención, pues había reconocido la voz de Estrik. Al girar su cuello, descubrió al joven señalando a alguien. Lo que el ladrón no se esperaba era a quien iban dirigidos los gritos. El joven señalaba a Dar'Zakesh, quien estaba allí sentado jugando a las cartas con otros ladrones.

-Perdona ¿Podrías repetirlo?-preguntó el melnix.

-¡Un duelo, se que me has oído perfectamente!

-¿Y por qué narices quieres un duelo conmigo, chico?

-Necesito practicar, y tú eres el mejor de por aquí. Además, he visto que tu pierna ya está mucho mejor.

-Ahí debo darte la razón-respondió Zakesh mientras se daba palmadas en el cuádriceps-Aún necesito las muletas, pero incluso yo estoy sorprendido de lo rápido que está sanando.

-Venga Zakesh-dijo uno de los ladrones-Dale ese gusto, así igualas el marcador.

-¡¿Creéis que podría perder?!-exclamó Estrik, tomándose aquello como un insulto.

-¿Qué si creemos que eres menos hábil que el hijo de Garrett? Pues sí.

-¡Soy capaz de tumbar a Caju en cualquier momento, que os quede claro!

-¡Que haya paz!-dijo Zakesh-Mira, tendré contigo un rifirrafe amistoso si es lo que buscas, ¿pero no estabas entrenando con Ar-Engwar?

-Su método no me funciona en absoluto...

El elfo dejó de prestar atención en el momento que escuchó aquello, algo molesto con el marashi.

-Si mi método no funciona en porque no sabes escuchar-pensó.

Su fino oído captó otra conversación, una que debía interesarle más. A un par de mesas de distancia, estaban reunidos los ladrones que esa misma noche saldrían a patrullar, en busca del carnicero. Todos se ponían de acuerdo en las rutas a tomar o quienes irían en cada grupo, de mínimo tres personas. Pudo escuchar como uno se quejaba de los cazarrecompensas a los que la historia del asesino había atraído a la ciudad, diciendo que podrían complicarles las cosas.

-Así que la van a cazar como a un perro...

Era muy sencillo. Ar-Engwar tan solo debía levantarse, caminar hasta ellos y contárselo todo. Podrían ir a por Elh directamente al piso franco por sorpresa, sin que ella sospechase nada, sin derramar una sola gota de sangre, llevando grilletes de plata para inmovilizarla.

Pero el elfo no se movía, permanecía quieto, mirando su reflejo en la superficie del hidromiel. Recordaba aquel encuentro, hacía ya más de un año, aquel primer encuentro con la semi-dríada. Como habían puesto sus armas en el cuello del otro o como le había curado las heridas que unos dips habían dejado en el brazo de ella.

-Solo es una asesina, una sucia híbrida y un monstruo...

No se sorprendió al notar como el nudo de su estómago se hacía más doloroso al pensar de esa forma. Durante sus muchos años en el gremio, alejado de su tierra natal, había comprobado como el odio de elfos y dríadas hacia los híbridos estaba totalmente fuera de lugar. Unas ideas antiguas, pertenecientes a tiempos ya pasados.

The Last Guardian IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora