Capítulo 5: Abre los ojos

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Caju entró en la casa a toda prisa, sacudiéndose en el porche la nieve que se le había acumulado sobre los hombros, agradeciendo el calor que reinaba dentro. Durante la comida, todos hablaban de temas diversos mientras él se mantenía inmerso en sus pensamientos, casi sin paladear lo que se llevaba a la boca.
Al terminar, fue directamente a su habitación, cogió una ropa más abrigada y volvió a salir en dirección al aserradero. Durante el camino se mantuvo igual de callado, pensando, tratando de encontrar alguna manera de poder entrenar su extraña cualidad. Lo único que distraía su concentración era el sonido de sus pisadas hundiéndose en la nieve y alguna ocasional helada brisa que lograba colarse dentro de su abrigo.
-Sería más fácil con alguna especie de… Manual…
Se quedó parado. Casi un segundo después, se dio la vuelta y comenzó a correr torpemente de vuelta a la casa.
-Es que soy muy cortito-pensaba para si mismo-¡Si que tengo un manual!
Abrió la puerta y subió a su habitación a la carrera. Una vez en ella, se dirigió al armario y rebuscó hasta encontrar su mochila. La arrojó sobre la cama y comenzó a sacar todo lo que contenía. Al fondo de todas sus cosas encontró lo que buscaba, aquel libro que se había llevado de la torre de Shuren, el diario de D.V.
-No era un guardián-pensaba Caju mientras examinaba las gastadas tapas-Pero era como yo, un tío que entrenaba su magia desde cero. Tal vez pueda sacar algo de aquí.
Con eso en mente, guardó el libro en un bolsillo interior de su abrigo y se dirigió de nuevo al exterior. De caminó se topó con Estrik, quien también salía a practicar.
-Hey Caju ¿Quieres entrenar con…?
-No puedo, no tengo tiempo-contestó sin más.
El espadachín se quedó extrañado por aquella reacción, pero se encogió de hombros mientras le observaba perderse de nuevo entre los árboles.
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Ya en el aserradero, Caju se encontraba inmerso entre las páginas de aquel antiguo tomo. Parecía que las primeras páginas estaban dedicadas exclusivamente a la vida del misterioso aprendiz. La parte donde narraba su aprendizaje comenzaba en la última página y avanzaba hacia la primera, con un sentido de lectura inverso. Al ladrón le costó leerlo de forma fluida al principio, pero conforme más seguía, más llevadero era.
-Básicamente, es lo que me contó Shuren-pensó el joven-Una mente extremadamente tranquila que le da forma al maná, pero yo lo intenté así sin ningún resultado.
Recordó las palabras de aquella voz en su cabeza cuando escapaban de la torre, que no tratase de sentir su maná porque le sería imposible. Aún así, esa vez se centró en las explicaciones del libro.
-Veamos. Una mente tranquila, darle forma al maná…
Por mucho que lo intentase, no conseguía nada. Daba igual lo tranquila y en blanco que dejase su cabeza, no lograba sentir algo nuevo.
-Esto… Es una maldita pérdida de tiempo.
Rebuscó entre todas las páginas algún dato que le fuese de utilidad, pero en todos los apartados se decía lo mismo, aunque de distintas formas.
-¡Joder D.V, tu debiste dejar la mente tan tranquila que te moriste en el sitio!
Algo frustrado, dejó caer el libro al suelo. El tomo rebotó ligeramente sobre el suelo, quedando abierto por una parte en la que el aprendiz hablaba de su propia vida privada.
-Que vida más aburrida deben llevar los magos.
Finalmente, dejó el libro de lado.
-¡Joder!-gritó con fuerza-¡Voy a seguir siendo el más débil porque, a diferencia de ellos, yo no tengo a nadie que me de un arma o me entrene!
Levantó los puños a mitad de sus maldiciones, fue entonces cuando se asustó de verdad. Sus brazos estaban completamente envueltos en azulado fuego que ardía con furia y crepitaba. Al darse cuenta, su pecho comenzó a dolerle por el cansancio a la vez que las llamas se esfumaban como si nunca hubieran estado ahí.
De pronto le vino a la mente aquella curiosa descripción que comparaba su poder con una presa. Recordó todos los momentos donde esa voz le dijo que sus llamas eran liberadas. Su mente nunca había estado tranquila en aquellas situaciones, sino todo lo contrario.
Comenzó a respirar, cada vez con más fuerza. Cerró lentamente su puño derecho hasta hacerse daño con sus uñas. El ladrón apretaba sus mandíbulas mientras el fuego volvía a salir por cada poro de su extremidad. La intensidad de las llamas aumentaba conforme se enfadaba. Sim embargo, le era imposible continuar debido al cansancio. Finalmente se tumbó en el suelo, completamente exhausto.
-Osea, que ni mente tranquila ni nada. Lo mío parece ir por otro camino, pero… ¿Eso significa que voy a ser una antorcha con patas cada vez que me cabree? Pero no es solo al enfadarme, aquí hay más miga de la que se puede ver a simple vista.
Se incorporó de nuevo mientras se rascaba la cabeza y se quedaba mirando a ninguna parte.
-¿Por qué no podría haber una guía de esto?-se preguntó-O al menos que esto fuese magia. Aunque… Si me presentase en el palacio de algún rey echando fuego por los cuatro costados, seguro que se creería que soy un mago a pies juntillas. Eso se traduce en una vida de comodidad en la que solo tendría que fingir que leo la memoria del mundo. Y si algo saliera mal podría culpar a ese rey por no saber interpretar mis instrucciones. No es mal plan de jubilación.
Aunque ya no sintiera aquel terrible cansancio, lo cierto era que notaba todo su cuerpo flojo y pesado, demasiado como para ponerse a practicar de nuevo. Se acercó al borde del aserradero y saltó hacia la nieve, que le recibió con un crujido mientras se amoldaba a su peso. No pudo retener un sonoro bostezo que casi hizo crujir su mandíbula.
-Mejor me echo un siestón y sigo más tarde.
Estaba a punto de emprender la marcha cuando algo llamó su atención. Algo crecía entre las piedras que hacían de cimientos. En un principio le pareció que era un copo de nieve, pero esa teoría quedó completamente descartada al ver la manera en la que el viento lo mecía. Se trataba de una flor completamente blanca. Sus pétalos parecían de cristal mientras que sus estambres se entrelazaban hacia el exterior. El joven la arrancó para observarla más de cerca. Tras unos minutos, la guardó con sumo cuidado en uno de sus numerosos bolsillos y volvió a la casa.
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Estrik estaba tal y como le había dejado, practicando con su nueva espada. Se encontraba tan centrado en su acero que no reparó en Caju hasta que lo tuvo al alcance de este.
-¿Ya has vuelto? Es temprano.
-No he conseguido nada por mi cuenta-respondió el ladrón encogiéndose de hombros-Me hace falta más resistencia, para eso vengo aquí.
-Bueno, yo solo conozco un método de ganarla-contestó con una maliciosa sonrisa
-Genial, voy a dejar mis cosas y nos damos de palos.
Dicho esto, Caju entró a la casa. Antes de llegar a su habitación, entró en la de Tsuki, quien todavía no despertaba.
-No te lo vas a creer-dijo quitándose la riñonera-Tenía un libro, más bien un diario, de un aprendiz de magia, y no me ha servido para nada. Ahora me dispongo a darme una paliza con Estrik, a ver si me cabreo con algún golpe y suelto fuego.
El rostro de la sacerdotisa permanecía imperturbable, inmersa en su profundo y tranquilo sueño.
-Es más entretenido que entrenar solo y sin tener idea. Aparte de todo eso, te he traído un regalo.
Sacó aquella blanca flor de su bolsillo y la entrelazó en el azulado pelo de la joven, justo a la izquierda de su rostro.
-Se lo que vas a pensar, que esto es una cursilada y que todos lo hacen. Pero tampoco he ido conquistando a mujeres, me limito a hacer lo que he escuchado y leído.
Caju caminó hacia la puerta, pero volvió a girarse antes de salir.
-Por cierto, Estrik y yo vamos a hacer un poco de ruido, más él, tu quédate y reza porque no me lleve algún golpe severo.
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El joven Marashi esperaba, aún fuera. Los copos reanudaron su caída desde el cielo, pero el espadachín no se movía del sitio.
-Seguro que me sales con algún truco, tu nunca peleas limpio-pensaba.
Efectivamente, la jugarreta del ladrón no se hizo esperar. Sin embargo, esta no vino desde la puerta, tal y como esperaba.
Un montón de nieve cayó sobre él de pronto, dejándole completamente helado. Levantó la vista a toda velocidad mientras se sacudía la nieve del pelo, solo para ver como Caju le miraba desde el tejado con una sonrisa.
-Parecías tenso-le dijo reprimiendo una risa.
-¡Mierda! ¡¿Es que nunca puedes luchar limpiamente?!
El joven le ignoraba mientras juntaba más nieve del tejado, tratando de lanzar otra bola que fuera el doble de grande.
-Es que he visto que se acumulaba, y no queremos que se hunda la casa-respondió Caju con normalidad-Por eso me ha parecido razonable salir por la ventana de mi habitación.
-Claro, si al final vas a ser un alma caritativa y todo-le respondió con sarcasmo.
-Tampoco nos pasemos…
Finalmente, el proyectil estuvo listo. El ladrón lo levantó con cuidado sobre sus hombros.
-¡Píllala con los dientes!
Estrik retrocedió dos pasos mientras por su mente circulaban cientos de insultos. Apartó la bola en pleno aire con un manotazo. Al hacerlo, apenas pudo prepararse para el siguiente ataque. Caju se había lanzado justo detrás de la bola, a sabiendas de que el espadachín se centraría en esta. Cayó sobre él como si le placase, tirándole sobre la nieve. El ladrón no perdió un segundo, se levantó y tomó distancia de su adversario. Estrik se levantó escupiendo nieve y con la ropa casi totalmente cubierta de esta.
-Tu y tus truquitos.
-Claro, se que en una pelea frente a frente no tengo nada que hacer contra ti.
El espadachín envainó su acero y se descolgó la funda a la vez que la ataba a la empuñadura de su arma.
-Si, entrenar con palos no nos va a servir de nada-contestó el espadachín mientras se ponía en guardia.
El ladrón le imitó, de esa forma podían usar sus armas sin preocuparse por herir al otro. Ante la falta de iniciativa de Caju, Estrik comenzó a acercarse con lentitud, atento a cualquier nueva jugarreta. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, el ladrón dio un repentino paso hacia delante y, con una patada en el suelo, le arrojó un buen montón de nieve al espadachín. Sin embargo, este ya se había esperado algo así. En lugar de retroceder y proteger su rostro, Estrik avanzó con un profundo paso y descargó y potente golpe en el costado izquierdo, el cual le tiró al suelo.
-¿Qué, ya no te sirven tus truquitos?
Caju se retorció mientras escupía y se agarraba la zona golpeada.
-Mierda… Esa espada nueva es más larga.
El Marashi sonrió mientras le ofrecía su mano para ayudarle a levantarse. Caju también sonrió mientras aceptaba la ayuda.
-¿Sabes Estrik? Me fascina ver lo inocente que puedes llegar a ser a veces.
El joven comprendió demasiado tarde a lo que se refería su amigo. Antes de poder reaccionar, un violento tirón le llevó al helado suelo.
-No me guardes rencor-dijo el ladrón mientras se ponía en pie.
-Tu tampoco.
Una bola de nieve se estrelló contra su nuca. Los pequeños pedazos de blanco polvo compacto que lograron colarse por el cuello de su camisa le provocaron unos repentinos y terribles escalofríos.
-Vamos chico, usa tu fuego para calentarte-dijo Estrik a la vez que se incorporaba.
Caju fue el que arremetió esa vez. El espadachín apenas tuvo tiempo de prepararse para la tormenta de golpes que le llegó. A diferencia de otras veces, los ataques del ladrón no estaban dirigidos a ningún punto concreto, más parecía una de esas ocasiones en las que un niño pequeño zarandeaba los brazos sin razón al enfadarse. Estrik no tardó en encontrar un hueco por el que contraatacar y así interrumpir los golpes.
-¿A qué ha venido eso?-preguntó el Marashi.
Caju se separó de él mientras respiraba con fuerza debido al cansancio.
-Quería enfadarme-le respondió.
-Ya… ¿Por alguna razón en concreto?
El ladrón se calmó y le relató todo lo que había descubierto. Le contó desde la descripción que su voz interior le hizo de su poder hasta sus intentos de dominarlo usando como referencia el diario de D.V.
-Veamos si me ha quedado claro… ¿Oyes voces en tu cabeza?-le preguntó Estrik con una sarcástica sonrisa.
-¡No estoy loco!-respondió Caju con fuerza.
-Claro, claro… Sobre lo de tu fuego, me recuerda bastante a mi intimidación. En su día tampoco podía activarla cuando quería. Ahora evito usarla porque me deja agotado.
-¿Y cómo hiciste para controlarla?-preguntó el ladrón, ávido por saber más.
-Al principio se me activaba cuando me enfadaba o me asustaba muchísimo. Un día empecé a intimidar a todo lo que se moviese, procuraba activarla siempre que podía a base de enfadarme. Cuando trataba de usarla contra Elh, ella siempre me acariciaba la cabeza mientras me decía que era muy mono cuando trataba de asustarla. Shuren me daba con el bastón si lo intentaba con él.
-Bonita historia.
-Resumiendo, un día me di cuenta de que ya no necesitaba enfadarme al activarla. En algún momento conseguí controlar su salida.
-Entonces… ¿Tu consejo es que vaya todo el día en llamas?
-Intentarlo al menos.
-Menuda ayuda es esa…
Un grito de aviso desde la casa llamó la atención de ambos, se trataba de Hierofante, quien les avisaba de que entrasen antes de pillar una pulmonía. Justo al entrar en la casa, el anciano les arrojó unas toallas a la cabeza y les señaló la sala de estar.
-La chimenea está encendida, secaros antes de que os de algo-dijo el anciano con tono de reproche.
Los dos jóvenes se resignaron y pospusieron su entrenamiento. A los pocos segundos de sentarse frente al alegre fuego del hogar, la nieve que aún tenían en el pelo y por la ropa se derritió, empapándoles por completo.
-Voy a pensar en lo que me has dicho-comentó Caju mientras se secaba el pelo-Pero no creo que pueda estar encendido todo el día.
-Al principio ni de broma, pero tal vez con el tiempo… .
A pesar de las toallas, les era imposible quitar el agua de sus ropas con ellas. Decidieron buscar en sus habitaciones otras prendas. Estrik fue directo a su alcoba, con su ropa de viaje en mente. Caju, por su parte, le hizo una visita a Tsuki antes. La sacerdotisa seguía tumbada en la cama, tan dormida como antes. Su ropa de cama y pijama eran ahora diferentes, Flaminica las cambiaba cada semana.
-No te puedes creer el frío que hace fuera-dijo mientras se sentaba junto a la cama-La nieve ya ha cuajado hace semanas y ahora hay dos pies de blancura helada. Seguro que te gustaría.
El ladrón miró el rostro de la joven mientras dibujaba una media sonrisa en sus labios. Le pareció que era incluso más guapa al dormir. No pudo evitar hundir sus dedos entre los azulados cabellos de la sacerdotisa y acariciar su cabeza.
En aquel momento, la cara de Tsuki hizo una extraña mueca. Al verlo, Caju apartó rápidamente su mano.
-¡¿Tsuki?!
Los ojos azules de la joven se abrieron un poco, permitiéndole observar donde se encontraba. Al ver al ladrón, quiso preguntarle qué era aquel sitio, pero no le salían las palabras. Tan solo pudo ver como este salía corriendo de la habitación. Los sonidos le llegaban de forma amortiguada y no podía distinguirlos, lo que comenzaba a asustarla.
Pasados unos minutos, Caju volvió en compañía de una anciana de baja estatura a la que no reconocía. Parecía que le echase algo en cara al ladrón, pero en seguida se acercó a ella.
-Jovencita ¿Cómo te encuentras?-preguntó Flaminica.
-¿Por qué no contesta?-preguntó Caju nervioso.
La anciana insistió en que se apartase.
-Se ha pasado semanas enteras postrada en la cama, es normal que tenga los sentidos un poco embotados, pero se le pasará enseguida.
Estrik y Elh llegaron casi corriendo a la habitación. Al verles a todos, Tsuki esbozó una gran sonrisa.
-Chicos…-dijo con un hilo de voz, pero una sonrisa de oreja a oreja.
Flaminica la ayudó a incorporarse un poco, lo justo para poder apoyar la espalda en el cabecero de la cama.
-Tómatelo con calma, acabas de despertar-dijo Elh.
-Si, luego te contaremos como este mamoncete nos salvó la vida-dijo Estrik pasando un brazo sobre el cuello de Caju.
Flaminica comenzó a empujarles en dirección a la puerta.
-¡Necesita descanso, no una panda de alborotadores!
Antes de que alguno pudiera responder ya se encontraban fuera de la habitación y con la puerta cerrada de un portazo.
-Menuda fiera-murmuró Estrik.
-En parte la comprendo-contestó Elh-En mis días como Ranger vi a más de un coma, los primeros instantes tras despertar son vitales para localizar posibles males o evitar nuevos.
La semi-dríada se acercó a Caju y pudo una mano sobre su hombro.
-Ya por fin la tienes de vuelta-dijo con una sonrisa.
-Es como si me hubieran quitado una losa de encima
-Entonces vamos a reanudar el entrenamiento-declaró Estrik-Que le den al frío.
-¡Venga!
Ambos bajaron la escalera a toda prisa.
-¡Eso, preparaos para el próximo lunes!-dijo Elh.
Estrik se quedó petrificado al oír aquello.
-Mierda…
-¿Por qué? ¿Qué ocurre el lunes…?
En ese momento Caju también lo recordó y fue invadido por el mismo miedo.
-Feliz cumpleaños a los dos-dijo Elh en tono de regocijo mientras desaparecía en el primer piso.
-Estamos muy jodidos-dijo Estrik-Apenas hemos mejorado en nada, pero ella avanza a pasos agigantados.
-No es para tanto, tenemos aún seis días para idear una estrategia.
-¿Tienes algo en mente?
Caju mostró una siniestra sonrisa.
-Tu asegúrate de aprender a manejar esa espada tuya, yo me centraré en prepararme a mi manera. En seis días puedo preparar algo.
-Pareces muy seguro de ti mismo.
-Por supuesto, no pienso perder delante de Tsuki.
Dicho eso, el ladrón salió por la puerta mientras se colocaba un abrigo negro de una percha cercana, con la firme intención de aprovechar ese tiempo.











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