Capítulo 10: Familia (Parte 2)

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Kurhona observaba el lento ir y venir de las olas desde aquel cruce de caminos. Había acordado con Gorshnag que se reuniría allí con lo que quedase del equipo. Se trataba de un viejo puesto por el que las diligencias se detenían si esperaba algún posible pasajero, situado a unos cuarenta minutos de la mansión donde había dejado a su hermano.

La joven jugueteaba con la joya de Gueist, la cual desprendía un agradable calor, como si una pequeña hoguera la ayudase a combatir el ambiente frío de esas tierras. La Fauces reparó en que no se había molestado en comprobar si su hermano llevaba el enlazador encima. Lo achacó a la emoción del momento, pero tampoco le dio tanta importancia, ya que pudo completar con éxito el encargo de su querido general.

La Fauces emitió un largo suspiro mientras apretaba sus manos con fuerza y no dejaba de mover su pierna a base de pequeños y veloces botes. Tanta tranquilidad estaba comenzando a agobiarla, deseaba que llegase alguien para conversar y acallar sus pensamientos. No tardó en escuchar fuertes pisadas que avanzaban por aquel camino, arrastrando la tierra bajo ellas

-¿Por qué demonios habéis tardado tanto?

Kurhona había tratado de forzar una sonrisa, pero le fue imposible ejecutarla al ver el estado de sus compañeros. Lilith caminaba tambaleándose mientras se apretaba el lado derecho de su cabeza, en un vano intento por contener la abundante sangre que bajaba desde el lugar que antes ocupaba su desaparecida oreja. Ark caminaba unos pasos tras ella, con la cara terriblemente pálida y lidiando con unas terribles arcadas. La joven corrió hacia su amiga mientras se arrancaba una parte de su abrigo con ayuda de su daga.

-Sombra...-susurró la Melnix al verla.

La mandó callar mientras presionaba la herida con aquella improvisada compresa.

-¡¿Qué ha pasado?!

Ark era fulminado por la furiosa mirada de la joven, pero este no se encontraba en condiciones de comenzar una batalla verbal.

-Nos confiamos al contar con la sorpresa y unos números mayores. Esa loba monstruosa cambió las tornas de la batalla en un segundo.

-¿Y solo quedáis vosotros dos?

La pregunta se respondió sola. Gorshnag caminaba a varios metros por detrás, aunque decir que caminaba sería algo demasiado ingenuo. El orco luchaba por cada paso que daba mientras dejaba un rastro de gotas de sangre tras de sí. Lilith indicó que podía apañárselas sola, de modo que su amiga corrió hacia él. El enorme Fauces ya no podía aguantar más, de modo que se desplomó sobre sus rodillas, resoplando como un caballo al que no le habían permitido descansar en muchos kilómetros. Kurhona contempló con horror la brutal herida que su amigo portaba cerca del cuello.

-Lo siento...-alcanzó a decir antes de taparse la boca con las manos.

-No lo hagas, fue culpa de mi idiotez.

Intentó ponerse en pie, pero le hubiera sido imposible sin la ayuda de la Fauces.

-Dejadme aquí-consiguió decir el orco.

-Y una mierda, viejo de las narices.

-No lo entiendes Sombra, está herida me la ha hecho esa semi-dríada.

Kurhona se quedó muda al comprender lo que eso significaba.

-Los orcos somos inmunes a la mayoría de enfermedades, pero no puedo decir lo mismo si se trata de la licantropía. No conozco a ninguno de mi raza que fuera mordido por una de esas criaturas, así que no puedo aseguraros que no me convierta en un monstruo con la próxima luna llena en caso de sobrevivir.

La Fauces negó con la cabeza enérgicamente mientras le obligaba a caminar.

-¡Maldita sea niña, usa el sentido común!

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