Mew 03

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14 de Diciembre, 9529 A.C.

Mew despertó con un dolor punzante en la cabeza. Abriendo los ojos, se encontró desnudo sobre la cama. No fue hasta que se movió y no sintió dolor alguno que recordó todo lo que había pasado el día anterior.

Todo.

Conteniendo el aliento, se tocó el cuello para encontrar un pequeño rastro de sangre seca donde Artemisa lo había mordido. Pero esa era la única marca en su cuerpo. Todos los signos de la paliza habían desaparecido.

¿Qué era una pequeña mordida comparada con eso?

Echó un vistazo alrededor de su habitación. ¿Cómo regresé aquí? No podía recordar esa parte. La última cosa en su memoria era a Artemisa mordiéndolo en su cama y un sentido de cansancio que lo sobrepasaba.

Alguien golpeó la puerta antes de abrirla. Sabía quién era antes de ver a la pequeña mujer rubia que era Ryssa. Nadie más anunciaba su llegada.

Rápidamente se limpió la sangre y cubrio el cuello con el cabello antes de que se acercara lo suficiente para notarlo.

Sus mejillas estaban sonrojadas e iba vestida con un conjunto morado. Era la primera vez que la veía desde que Apolo la había reclamado.

Antes de que pudiera hablar, ella se lanzó a sus brazos y lloró.

Mew la abrazó mientras la mecía.

—¿Qué pasó? ¿Te lastimó?

—Fue gentil —dijo entre sollozos—. Pero me asustó y me lastimó en algunas ocasiones.

Apretó su abrazo.

—¿Cómo lo soportas?

Hubo muchas veces que él se había hecho la misma pregunta a sí mismo.

—Todo se arreglará, Ryssa.

—¿Se arreglará?

Ella se alejó para mirarlo fijamente mientras trataba de ver si le debería creer o no.

Mew cogió su rostro entre las manos.

—Te endurecerás y sobrevivirás.

Ryssa apretó los dientes ante las palabras de las que era consciente que Mew conocía tan bien.

—No quiero regresar a él. Me sentí tan desnuda y expuesta a pesar de que él no fue particularmente malo o poco gentil. Pero tenías razón. A él no le importó lo que yo pensaba o sentía. Todo lo que le importaba era su placer. —Negó con la cabeza mientras obtenía un nuevo entendimiento sobre su hermano que nunca había tenido antes.

Su vergüenza era sólo un ejemplo. Mew tenía muchos. Era horrible estar a merced de alguien más. No poder decir nada sobre lo que hacían con tu cuerpo. Se sentía tan usada...

—Quiero huir de esto.

Él tomó su mano entre las suyas.

—Lo sé. Pero estarás bien. De verdad. Te acostumbrarás.

No se sentía de esa manera. Estaba terriblemente dolorida y todavía sangraba por la intrusión de Apolo en su cuerpo. Él había tenido cuidado con ella y sin embargo también había sido cruel. Lo último que ella querría era estar a su merced nuevamente.

—¡Ryssa!

Ella brincó ante el grito de su padre.

Mew se tensó.

—Debes irte.

Ella no quería pero también tenía miedo de meter a Mew en problemas. Sorbiendo las lágrimas, se retiró y vio una cruda simpatía en los remolinantes ojos plateados.

15 MewTulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora