Capítulo 08

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Mew llamó a la puerta principal de Tul. Los oyó riéndose como jovencitos en la sala antes de que Great abriera la puerta de golpe y le dirigiera una diabólica sonrisa que le puso nervioso.

—¿Te gusta el negro, verdad Mew?

Inseguro de si debería responder, frunció el ceño.

—Es correcto.

—Pero, ¿cuál es tu color favorito? —le preguntó, dando un paso atrás de modo que pudiera entrar en la casa.

Entró y se preguntó si tal vez no debería salir corriendo en dirección contraria. ¿En qué se habrían metido?

—Nunca lo he pensado.

Meiko se aclaró la garganta.

—Pero si tuvieras que escoger uno, ¿cuál sería?

Flexionó la mano sobre la correa de la mochila.

—Cualquiera que no sea blanco. —Ese era el color favorito de Artemisa y pensar en él, le revolvía el estómago.

Tul resopló ante su evasiva respuesta.

—¿Podrías reducir un poco las opciones?

—No va a dejarte en paz hasta que respondas —dijo Meiko, chasqueando la lengua.

Aún aprensivo sobre lo que habían planeado, se encogió de hombros.

—Esto, está bien. Rojo supongo. ¿Por qué?

Algo fue volando hasta su cabeza. Sin estremecerse Mew lo cogió y eso chilló. Frunciendo el ceño, abrió la mano para encontrar un pequeño demonio rojo agachado que tenía cuernos negros... extrañamente le recordaba a Jam en su forma de demonio.

Frunció el ceño.

—Esto... ¿gracias?

Rompieron a reír.

Mew les echó una mirada mientras Great se movía para sentarse junto a Meiko.

—¿Alguna vez os habéis sentido como si caminarais en mitad de una película y hubieran olvidado contaros de que va?

Great ondeó la mano en rechazo.

—Me ocurre todo el tiempo en el trabajo. Van unidos.

—Lo cual es realmente malo teniendo en cuenta que es enfermera de oncología —rio Meiko.

—Oh cállate —dijo Great, golpeando juguetonamente a su amiga en el brazo.

Meiko y Great cogieron sus chaquetas del sofá. Meiko se puso la suya.

—Bueno, ya que Mew está de vuelta, os dejaremos solos. Mew, si te lanza otro martillo, háznoslo saber para regañarlo por hacerte eso.

Perplejo, no se movió ni habló hasta después de que se hubieran ido.

—Tienes unas amigas interesantes.

Tul cerró la puerta mientras sonreía de orgullo.

—No, tengo las mejores amigas del mundo. No sé qué haría sin ellas.

Mew sintió su corazón hundirse al pensar en Saint.

—Sí, yo tuve uno de esos.

Se giró hacia él con el ceño fruncido.

—¿Qué ocurrió?

Se acostó con Jam y lo maté por ello. Bueno, no técnicamente. Sólo había maldecido a Saint a morir lo cual era lo mismo que haber apretado el gatillo que acabó con su vida.

15 MewTulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora