Mew oyó abrirse de nuevo la puerta de la habitación. Esperando que fuera Tul, no se movió hasta que sintió la presencia de Boun a su lado. Abrió los ojos y vio al oso mirándole desde arriba con una expresión que era una mezcla de terror, miedo y cólera.
—¿Qué? —preguntó Mew medio temiendo la respuesta.
—Un grupo de demonios acaba de llevarse a Tul.
Le llevó todo un minuto que esas palabras penetraran en la negación de su interior. Cuando lo hicieron, le embargó una rabia tan volátil que Mew podía paladearla. Rechinando los dientes contra el dolor se vistió antes de apartar la colcha y se levantó a pesar de las heridas que hacían que latiera cada molécula de su cuerpo.
—¿Dónde han ido?
—Kalosis.
Soltó un taco tan crudo que Boun se ruborizó. Necesitó cada gramo de su fuerza de voluntad para no lanzarse contra el oso por haberles permitido llevárselo de allí. Afortunadamente para Boun, sabía que no era culpa del oso. El Santuario sólo protegía a los Apolitas, Daimons y Were-Hunters.
Los demonios quedaban fuera de sus reglas.
Y se habían ido al único lugar donde no podía seguirles. El plan había sido cuidadosamente diseñado y ejecutado. Les felicitaría por ello excepto por el hecho de que quería su sangre.
Jam apareció directamente detrás de Boun.
—Yo puedo ir a Kalosis, akri. La Jam traerá a la akra Tul de vuelta para ti.
—¡No! —gritó con voz completamente demoníaca ante la idea de lo que podrían hacerle. Los Gallu y los Caronte eran enemigos naturales y, aunque Jam se podía enfrentar virtualmente contra cualquiera, no podría contener a todos los Gallu ella sola. Todavía era un demonio joven en términos de poder y fuerza—. No quiero que te arriesgues.
Si se habían llevado a Tul para utilizarlo contra él, capturarían a Jam al instante. Sinceramente, estaba asombrado de que todavía no lo hubieran hecho. Desde luego, aunque Jam era joven tenía los poderes para presentar batalla y si la hubieran capturado, lo habrían pagado caro.
Tul, por otro lado, estaba completamente a su merced.
—Jam, vuelve a mí.
Obedeció con los ojos agrandados y se colocó en su antebrazo. Mew se volvió hacia Boun.
—¿Cuántos eran?
—Seis. Aparecieron en el bar, justo detrás y se dirigieron a él como si estuviera marcado con algo. Antes de que pudiera llegar hasta él se había ido por el Portal. Lo siento muchísimo. Hicimos todo lo que pudimos.
—Ya lo sé. —Y por eso el oso todavía respiraba—. Ahora es entre ellos y yo. —Mew se transportó a Katoteros. Con el cuerpo latiéndole pasó por el vestíbulo principal y dejó que la ropa humana cambiara a la flotante fromesta de seda que le resultaba más fácil de llevar sobre los cardenales de su cuerpo.
Salió al balcón con vistas al tranquilo mar. Aunque no le tenía mucho cariño al lugar. Le recordaba demasiado al balcón de la habitación donde su padre adoptivo le mantenía en Didymus. Pero en ese momento necesitaba la claridad que le proporcionaba el balcón.
—¿Matera? —llamó, convocándola desde las profundidades del reino del infierno donde moraba.
—¿Apostolos?
Contó hasta diez para controlar su genio y poder hablar con su madre sin que su furia la ofendiera. Aunque siempre se peleaban por los humanos, ella era su madre y la amaba lo suficiente como para mantener un tono respetuoso.

ESTÁS LEYENDO
15 MewTul
FanfictionEsclavo de mi pasado y ¡Vivan los novios! Aquí todos odiamos a la diosa perra Artemisa »Resumen adentro