Mew 02

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13 de Diciembre, 9529 A.C.

—¿Qué estás haciendo?

Mew abrio los ojos para encontrar a Artemisa parada en el balcón a unos metros de él. A pesar de que estaba helando, estaba sentado en la barandilla, apoyado contra una columna mientras escuchaba al turbulento mar debajo de él.

—Estaba tomando algo de aire fresco. ¿Qué estás haciendo tú?

—Estaba aburrida —dijo con un puchero en los labios.

Eso lo divirtió.

—¿Cómo puede un dios aburrirse?

Ella se encogió de hombros.

—No hay mucho que pueda hacer realmente. Mi hermano esta fuera con tu hermana. Zeus dirige un concilio y nunca me deja participar. Hades esta con Perséfone. Mis koris están bañándose y retozando las unas con las otras e ignorándome. Estoy aburrida. Pensé que tal vez tú tendrías alguna idea de algo que pudiéramos hacer juntos.

Mew soltó un largo y cansado suspiro. Sabía a donde llevaba todo esto y aún así se sintió motivado a preguntar retóricamente.

—¿Puedo por lo menos ir dentro donde se está más caliente antes de quitarme la ropa?

Ella frunció el ceño.

—¿Es eso lo que los humanos hacen cuando están aburridos?

—Es lo que hacen conmigo.

—¿Y disfrutas con ello?

—No realmente —contestó con honestidad.

—Oh —hizo una pausa de un segundo antes de continuar—. Bueno, entonces ¿Que es lo que haces para divertirte?

—Voy al teatro.

Cruzando los brazos, se acercó a él.

—Eso son historias inventadas donde la gente se hace pasar por otra gente, ¿verdad?

Él asintió.

Por su cara podía decir que ella no entendía por qué él encontraba eso entretenido.

—¿Y te gusta eso más que estar desnudo?

Realmente nunca había pensado en ello, pero...

—Sí. Por un rato me hace olvidar quien soy.

Ella lucía aun más confundida.

—¿Te gusta olvidarte de ti?

—Sí.

—¿Pero eso no te confunde?

Ni la mitad de lo que le confundía esta conversación

—No.

Artemisa le tocó el brazo con los dedos.

—Creo que si no fuera un dios tampoco me gustaría recordar quién soy. Puedo entender porque la gente se siente de esa manera. Entonces, ¿hay alguna obra a la cual podamos ir?

—En el pueblo hay una cada tarde.

—Entonces debemos ir —dijo firmemente.

Mew resopló, deseando que todo fuera tan fácil como ella parecía pensar.

—No puedo irme.

—¿Por qué no?

Él miró hacia las puertas del dormitorio cerradas a cal y canto con un golpe desde la última vez que le habían lanzado aquí y abandonado para que se pudriera. Oh espera, eso había sido ayer.

15 MewTulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora