El domingo en la mañana comenzó algo alterado. Alrededor de las ocho y veinte minutos se presentó en mi piso Ana arrastrando a una soñolienta Lorena pillándonos en la cama a todos los seres vivientes de nuestra residencia. Sin necesidad de molestarnos en abrirles la puerta se precipitaron dentro haciendo uso de su llave, una que no sabíamos en qué momento habían hecho si solo llevábamos dos días en aquel lugar.
- Voy a hacer café mientras se duchan y se visten, reunión en media hora en el salón –ordenó Ana a voz de grito mientras Lorena se tiraba en el sofá y el resto de nosotros asomábamos para presenciar el ciclón que había entrado en nuestra casa.
- Son las ocho de la mañana tía, ¡un domingo! ¿Tú no tienes vida guapa? –le gritó Marcos.
- Me hubierais hecho caso anoche cuando os llamé en el grupo de Whatsapp.
- Sí, sí que nos llamaste; veinte veces por cierto. Se me apagó el móvil y todo –le dijo Marcos roñoso.
- No os quejéis más que traje churros y os voy a preparar un desayuno que ni en vuestros mejores sueños habéis probado nada igual.
- ¡Anda churritos! –se relajó Marcos ya olvidando el enfado por el madrugón al que nos había sometido Ana. Que fácil se venden algunos.
Me dio tiempo estrictamente a ducharme y vestirme, cuando Ana me tocó la puerta para que saliera a escuchar el palique que nos tenía preparada desde el día anterior.
- ¿Y tú dónde andas anoche? –le pregunté a Marcos mientras desayunábamos.
- Yo aquí en casa, tranquilito viendo una peli.
- Una peli dices, si cuando llegué de currar no estabas. Te sentí llegar una ho... ¡Auch! -exclamé cuando sentí el dolor en mi tobillo de la patada que me había dado por debajo de la mesa- Pero no me pegues.
- ¿Qué dices bonita si yo no te he pegado? Estaba en mi habitación viendo una peli en el ordenador. A saber cómo llegaste tú anoche.
- Yo bien, como siempre. ¿Cómo voy a llegar? –le pregunté molesta.
- Perdona, ¿os podéis centrar en mi problema que es para lo que os desperté? –nos riñó Ana poniendo punto y final a nuestra discusión- Es que me parece muy fuerte que ustedes también me ignores. ¿No es verdad Lorena? –le preguntó girándose hacia ella- ¡¡Lorena, te estas durmiendo!!
- No, no estoy dormida. Es muy fuerte todo –le contestó está intentando reponerse del empujón que le pegó Ana.
- Es que no es justo. Es mi momento, soy yo quien debe elegir que ponerse el día de mi boda.
- ¿Pero has probado soltarle a ella toda la perorata esta que nos sueltas a nosotros? –preguntó Marcos llevándose un churro a su boca.
- Que dices, si es un orco. Con esa mujer no se puede hablar, no habla nuestro idioma. –le aseguró negando fuertemente con su cabeza.
David, el prometido de Ana, era el chico perfecto. Súper atento, cariñoso, inteligente, comprometido, te diría que era hasta feminista, de los que marchan el día de la mujer y todo. Él se encargaba de hacer las cosas de la casa mientras Ana se dedicaba plenamente a sus estudiantes y perros, aunque ella tampoco merecía menos. Eran la viva imagen de que las relaciones sanas y verdaderas si existían (aunque de vez en cuando fueran capaces de provocar una diabetes de tanto amor), pero como nada en esta vida era perfecto, digamos que existía un "villano" en esta historia romántica y esa persona era la temible suegra.
Ana no se entendía con Macarena, la madre de David. Y digo entenderse por educación, cuando en realidad ni siquiera habían hecho seriamente el esfuerzo por encontrar al menos un punto en común más allá del propio David. Que conste que Ana lo había intentado, o al menos al comienzo de su relación, cuando Maca le lanzaba comentarios "sin intensión" sobre la anterior relación de David.
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Más allá de ti
Roman d'amourSolo amamos de verdad cuando el otro nos da libertad. La libertad es la herramienta para encontrarnos a nosotros mismos en los momentos de mayor incertidumbre.