38. Respirar.

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Llegamos a un punto de nuestra existencia en la que sentimos que tocamos fondo. Es ese momento del que tanto habíamos escuchado, sabíamos que llegaría, pero aun así no estábamos preparados para vivirlo. Te sientes caído, derrotado. Por más que intentas buscar desesperadamente alguna forma de salir a flote, regresar a la superficie, alejarte del vacío. Necesitas RESPIRAR. Sí, respirar con mayúsculas y en negrita, porque es algo que aunque no te des cuenta lo pides a gritos, porque respirar es la única forma de volver a sentirnos vivos.

En ese hoyo no hay nada que te haga volver a sentir. Pasas por una especie de apatía en la que no te interesa nada ni nadie, y esto se debe a que ya no le ves sentido a ciertas cosas que estaban en tu vida, ciertas personas también. Pero si esto fuera todo no existiría problema alguno, porque el verdadero conflicto está en que ya no le ves sentido a lo que haces, a como vives, a tu medio. Eres un tipo de brújula sin norte ni sentido.

Los positivos te dirán que es ese momento el que utilizarás para conocerte, para superarte, para madurar, pero seamos sinceros, nadie quiere pasar por ese estado de indolencia y dejadez. No, esos momentos no son buenos. Dejemos de romantizar con frases de superación personal y libros de autoayuda esas experiencias. Es una mierda, una bien grande y no tenía ningún tipo de interés en vivirla. Existen otras formas de madurar y crecer que no tienen por qué ser precisamente hundidos en la miseria absoluta. Que hay que salir de ella y tomar lo positivo del asunto, pues sí, como de todo en la vida, pero de ahí a que sea un momento maravilloso de expansión de la consciencia, pues no, no lo es.

Una de las cosas que más te afectan es el no saber cuándo comenzó todo esto, cuando te perdiste y como no fuiste capaz de verlo venir. Nadie sabe que está en ese agujero hasta que te das cuenta de que ya no vez la salida. Pero aún peor es saber que estabas en una buena etapa (aunque sea en apariencias) antes de estar donde estas ahora, porque siempre antes de la ostia está el subidón. También encontrarás una explicación clara y precisa para esta idea, y es que la vida es cíclica, por lo tanto todo lo que sube tiene que bajar, en otras palabras te repito el pensamiento "después del subidón viene el ostión" y te das cuenta cuando te falta el aire, cuando dejas de respirar.

Duele. Duele mucho. Duelen los traumas no superados. Duelen las heridas de la infancia. Duelen las expectativas. Duelen los planes a futuros destrozados. Duele el no poder retroceder en el tiempo. Duele el pensar que eras una persona completamente diferente a la que está devolviéndote el reflejo del espejo, esa que está rota. Duelen los minutos, las horas, los días. Y no encuentras el remedio para tanto malestar.

No había sabido nada de él desde el día de la boda. Tampoco lo había estado buscando. Sentía que no debía hacerlo, principalmente porque yo misma había decidido terminarlo todo, pero aun así estaba muerta de deseos de hablarle. Leo resuelve los problemas alejándose, tomándose el tiempo para reflexionar, yo sin embargo soy una bomba de relojería que estallaba con el menor contacto, por eso esa distancia me mataba, yo no podía tranquilizarme apartándome del problema, porque yo siempre llevaba los problemas conmigo a donde fuera que iba, los sobrepensaba hasta que terminaba matándome poco a poco. Tenía una imaginación nefasta, mi cerebro hilaba un pensamiento con otro, haciendo que las cosas más ilógicas tuvieran sentido en mi cabeza, hasta hacerme estallar. Debería haber dedicado mi tiempo a repararme a mí misma, pero no, aún era demasiado reciente todo como para actuar desde un pensamiento maduro.

Ahora lo veo desde afuera y no tenían sentido muchas cosas, pero es que en el centro del huracán es imposible dominar la situación, pensar con claridad, controlar el puto ego. Pensé muchas veces después, con la cabeza fría, buscarlo para solucionar las cosas, pero un impulso dentro de mí me lo impedía. Era una especie de látigo invisible que me ataba impidiéndome moverme del lugar. Me aislé, pero lo necesitaba y ese era el problema, necesitarlo.

Dependencia emocional dicen que era. Falta de madurez para mantener una relación estable sana. Celos e inseguridad. Cualquiera de estos términos podrían hacer referencia al monstruo que mi propio ser había creado, aquel dentro de mí que se había encargado de destrozar un vínculo que en algún momento pensé que podría ser invencible.

He aquí otro de mis errores, no creernos invisible, sino más que eso indispensable. No aprender a vivir mi historia, sino la nuestra. No me malinterpretéis, a día de hoy, incluso después de todo lo ocurrido no tengo ninguna queja o arrepentimiento sobre nuestra relación. Pero si era cierto que la puse por sobre mí, sobre todo, y eso nunca tendrá un final feliz. ¿Por qué hablar tanto de él o de cualquiera cuando esta era mi historia? Y más que eso, ¿por qué colocar nuestra relación como protagonista de esta historia cuando la prota era yo y solo yo? Pues en el bache estas cosas no se notaban.

¿En qué momento ocurrió todo esto?

¿Cómo solucionarlo?

Era más simple de lo que parecía. Solo es necesario volver a respirar.

Más allá de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora