- Y por lo visto lo trasladan a Estados Unidos –le conté a un Leo que me acercaba una botella de cerveza.
- ¿Y ella que piensa hacer?
- Pues, no sabe. Es que Ana es muy apegada a su familia, su casa, sus amigos. No sé yo si sería capaz de dejarlo todo por ir tras él.
- Pero es que él también es su familia, o al menos lo será después de que se casen.
- Yaaa –le contesté pensativa mientras me daba un trago.
Estábamos en su casa. O bueno su casa, mejor dicho, su restaurante. A pesar de que Leo aún no conocía a las chicas les había hablado bastante de ellas, de quienes eran, de sus trabajos, sus vidas, un poco de sus traumas. Inconscientemente nos habíamos ido involucrando sin querer en la vida del otro. Era algo común en esa primera etapa de las relaciones de la que hablaba antes. Él por su parte hacia lo mismo conmigo, me hablaba de sus amigos, de aquel pequeño grupo que entró esa noche a El Ego.
Para aquel momento de la noche nos encontrábamos muy cómodos acurrucados en un sofá nuevo que le había acabado de llegar como parte del mobiliario del restaurante. Yo estaba recostada en una punta, con los pies sobre su regazo, él se sentó junto a mí y me acarició las piernas provocándome un cosquilleo suave.
- ¿Tú qué harías en su situación? –se interesó él.
- Me estas intentando psicoanalizar –le dije descubriendo sus intenciones.
- No que va. Solo quiero saber qué harías en su caso.
- ¿Tú crees que el amor justificaría dejar todo atrás en una situación como esa?
- Eso no vale, yo te pregunté primero –me dijo descubriendo mis intenciones ahora él- Si de verdad me interesa la otra persona si sería capaz de dejarlo todo.
- ¿Hasta tu restaurante?
Él se mantuvo pensativo un instante.
- Si –contestó perdiendo la vista en algún punto de la pared que teníamos en frente- Pienso que si voy a tener una relación con alguien es porque apuesto por lo que tengo con esa persona, así que sí. Lo vendería todo, tomaría el dinero que me dieran por el restaurante y seguiría a la otra persona hasta el fin del mundo. Total, en todos los lados del planeta siempre hará falta comer.
- Pero es que tu restaurante es tu sueño, ¿cómo lo dejarías atrás?
- Vamos a ver chica hippie, me estoy poniendo en la situación de tu amiga. Se supone que llevan cinco años. Yo conociéndome si llevara ese tiempo con alguien sería porque de verdad me interesa mi pareja –le dio un trago a su cerveza antes de continuar- Pero vamos, que muy raro sería verme a mí en esa situación.
Escucharlo decir eso con tanta tranquilidad escoció un poco. Noté que me había quedado en silencio cuando él me miró extraño, esperando que le dijera algo.
- Eres de los de o todo o nada, ¿no? –intenté bromear, pero en este momento fue él quien mantuvo su vista perdida en algún punto de su imaginación- ¿Ya has conocido a alguna chica que te haga recorrer el mundo tras ella? –le pregunté a pesar de conocer la respuesta. Necesité comprobarlo nuevamente.
- No –contestó mirándome al fin- Algo te he contado ya sobre mis relaciones. Incluso de la última. Estuve a punto de plantearme irme con ella, pero ya no era lo mismo, ya no teníamos nada en común, no tenía sentido seguirla. Así que no, aún no he conocido a nadie que me haga recorrer el mundo –una sonrisa se extendió en sus labios- ¿Y tú? –toma, por chistosa.
- Yo no, claro que no. No he sido capaz de salir por mí misma lo voy a hacer por otro –fue una broma un poco tonta. Leo continuó observándome- Me encantaría hacerlo, ¿sabes? Bueno, claro que lo sabes, ya te lo he contado. Recorrer el mundo haciendo fotos, y luego cuando regrese exponerlas. Sería guay, ¿verdad?
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Más allá de ti
RomanceSolo amamos de verdad cuando el otro nos da libertad. La libertad es la herramienta para encontrarnos a nosotros mismos en los momentos de mayor incertidumbre.