10. Continuar.

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- Vamos a salir hoy, ¿verdad? –me despertó Lorena corriendo las cortinas de mi habitación.

- ¿Qué haces? –tapé mi cara con la almohada.

Sentía un fuerte olor a café entrando a la habitación. Era Ana que traía una taza entre sus manos, la puso sobre la mesita al lado de la cama.

- Tienes que airear la habitación un poco. Esto parece un nido de bacterias con tantos desperdicios alrededor –me dijo mientras recogía todos los envoltorios de los chocolates con los que había arrasado la madrugada anterior.

- Pero, ¿qué hacéis aquí? –le pregunté con la voz ronca.

- Marcos nos escribió hoy temprano. Nos contó que llegaste llorando y nos dio un adelanto de lo que sucedió anoche.

¡¡Lo mataría!! Juro que me invadió un deseo insoportable de descuartizarlo vivo y dárselo de comer al gato de la vecina. Lo que menos me apetecía en aquel momento era tener que contar lo que había ocurrido la noche anterior. No me malinterpretes, confiaba en las chicas y sabía que se preocupaban por mí, pero en esa mañana lo único que quería era olvidarlo todo y pasar el día metida en la cama.

- ¿Las llamó temprano dices? ¿Pero qué hora es? –les pregunté restregándome los ojos.

- Cerca de la una de la tarde –me respondió Lorena.

Tomé la taza de café que había traído Ana y le di un sorbo que me devolvió un poco las ganas de vivir.

- ¿Quieres hablarlo? –me preguntó Ana con voz de pena.

- No pasa nada chicas, de verdad. Estoy bien.

Las dos me lanzaron una mirada que me dejó muy claro que no se creían lo que les acababa de decir.

- No sé qué ocurrió. Solo sé que se apareció allí con unos amigos. Llevaba tres años sin saber nada de él, tuve una reacción completamente normal para un encuentro inesperado como ese –dije intentando tranquilizarlas.

- ¿Normal? ¿Después de tres años?

Me levanté de la cama como empujada por un resorte y me dirigí a la cocina mientras me tomaba el café de golpe.

- ¿Hablaron algo, al menos? –insistió Lorena.

- No hablamos nada nuevo, todo lo mismo. Pero por lo menos sirvió para dejar todo aún más claro.

- Es que pensábamos que después de tres años ya todo estaba más que claro.

- Y yo también Anita, pero si se me planta delante queriendo hablar, ¿qué iba a hacer? Solo me faltó pegar un brinco por encima de él para que me dejara pasar.

- ¿Entonces todo sigue igual?

- No. Ya nada es igual. Bruno es historia.

Me miraron deduciendo que había algo más que no les estaba contado. Supongo que si de algo habían servido tantos años de amistad era para que a estas alturas sepamos cuando una le ocultaba algo a las otras.

- Está con alguien –les dije al fin- Bueno no está con "alguien". Está con la chica de Londres, la madre de su hija. Supongo que por eso no hemos sabido nada de él en todo este tiempo. Seguro ahora vive allá con ellas.

Terminé de decir todo aquello casi sin voz. Lorena y Ana se mantuvieron en silencio un tiempo, imagino que sin saber que expresar después de aquella noticia. Al final fue Lorena, por supuesto, quien rompió el mutismo que nos envolvía.

- Pero era de esperar que después de tres años rehiciera su vida Lena. Y que volviera con la chica y la niña era una de las posibilidades, ¿no crees?

Más allá de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora