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La oscura noche se cernía sobre las calles mientras la Black Dragon se encontraba enfrascada en una violenta pelea. Shinji, siguiendo los pasos de su legendario padre, Shinichiro, lideraba con valentía. Sin embargo, la violencia del conflicto llevó a un desenlace trágico.
Naomi, la hija de Wakasa y amiga cercana de Shinji, lo vio caer en medio de la batalla. Corrió hacia él, su corazón latiendo con angustia, mientras Shinji luchaba por mantenerse consciente.
Shinji: -con dificultad- Naomi, estoy... lo siento.
Naomi: No, no digas eso, Shinji. ¡Mantente conmigo!
Shinji sonrió débilmente mientras la vida se desvanecía de sus ojos. En ese momento desgarrador, su mente se llenó de pensamientos sobre su familia y la pandilla que amaba.
En otro rincón de la ciudad, Hideaki y Seita, hijos de Benkei y Takeomi respectivamente, estaban en medio de sus propias luchas. Sintieron un escalofrío inexplicable, como si algo terrible hubiera ocurrido. Intuyendo la gravedad de la situación, llamaron a sus padres con urgencia.
Hideaki: (por teléfono) Papá, algo está mal. Necesitamos tu ayuda.
Benkei: ¿Qué sucede, Hideaki?
Hideaki: Es Shinji. Estamos en el lugar de siempre, pero... él...
La voz de Hideaki se quebró, incapaz de continuar. Benkei, con el corazón apretado, entendió la magnitud de la tragedia.
Benkei: Estamos en camino, hijo. ¡Mantente a salvo!
Rápidamente, Benkei y Takeomi se dirigieron al lugar de la pelea, temiendo lo peor. Al llegar, encontraron a Naomi sosteniendo el cuerpo inerte de Shinji.
Shinichiro: ¿Qué ha pasado?
Naomi: Fue en la pelea... no pudimos...
Takeomi: (con voz temblorosa) Shinji...
La tristeza llenó el aire mientras los amigos y la familia se reunían alrededor del cuerpo de Shinji. Las lágrimas caían sin restricciones, y las palabras apenas podían expresar el dolor que todos sentían.
Shinichiro, mirando a su hijo sin vida, sintió el peso abrumador de la pérdida. Con voz rota, se dirigió a los demás.
Shinichiro: Él siguió nuestros pasos, pero no debería haber llegado a esto. Shinji merecía más que esto.
Wakasa: Vamos a averiguar quién hizo esto. Ningún padre debería enterrar a su hijo.
La noche se tornó más sombría mientras la pandilla Black Dragon lloraba la pérdida de su líder más joven. La tragedia resonaría en las calles, marcando un capítulo oscuro en la historia de la pandilla y en el corazón de aquellos que compartieron lazos de hermandad y camaradería.
