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La noche había caído sobre la ciudad, y la tranquila vida de la familia sano se vio sacudida cuando una sombra del pasado oscuro de Mikey regresó para atormentarlo. Mikey, que alguna vez había sido un pandillero, se encontró en el hospital después de ser brutalmente atacado por una pandilla rival. El ambiente en la habitación del hospital estaba lleno de tensión y preocupación.
Raito, de apenas siete años, no entendía completamente la gravedad de la situación, pero podía sentir el miedo y la angustia en el aire. Estaba junto a su padre, Mikey, en la habitación del hospital. Los ojos de Raito estaban llenos de confusión y preocupación mientras miraba a su padre, que yacía en la cama con heridas que hablaban de una violencia que él aún no podía comprender del todo.
Raito. ¿Papá, qué pasó? ¿Por qué estás herido?
preguntó Raito, con una mezcla de miedo y tristeza en su voz.
Mikey, a pesar del dolor que sentía, intentó sonreír para tranquilizar a su hijo.
Mikey. Es complicado, Raito. Algunas personas de mi pasado decidieron causar problemas, pero estaré bien. Estoy más preocupado por ti en este momento.
Raito se acercó a su padre y lo abrazó con fuerza.
Raito. No te preocupes, papá, estaré aquí contigo. Estoy asustado, pero sé que eres fuerte y superarás esto, por algo eras el invencible Mikey no?
