Despertó con un tremendo dolor de cabeza, pero con el recuerdo de haber tenido entre sus brazos un hermoso cuerpo. Estaban tan vivos en su mente esos bonitos ojos verdes. Sin duda una de las mejores cogidas de su vida con ese chico tan hermoso, era una lástima que fuese una puta, aunque no por ello podía sacárselo de la cabeza.
Quería repetir, quería volver a tenerlo en sus brazos. Quería follárselo hasta que se cansara de ello, aunque dudaba que alguna vez pudiera cansarse de tan hermoso chico.
Llegó algo tarde a la disquera, pues se había desvelado por cogerse a esa lindura. Le dolía la cabeza y todo lo que necesitaba era un café bien cargado para sobreponerse.
- Parece que alguien la pasó bien anoche – Dijo Ray Toro, su entrañable amigo, con quien llevaba trabajando hace más de 5 años, desde que el de pelo rizado había llegado a pedir una oportunidad. Empezó jalando cables y ahora era prácticamente su brazo derecho.
- La verdad sí Toro, no puedo mentirte. Me acosté con una belleza
- Pues a dónde fuiste
- Al burdel. Deberías ir también, te va a encantar esa lindura
- ¿Y Jamia?
- Ni me hables de ella, insiste con lo mismo. Estoy cansado
- Deberías de terminar ya con esa relación
- La quiero Toro, pero me estresa tanto que siempre salga con lo mismo del matrimonio
- Pues algún día tendrás que sentar cabeza. Ya tienes 30 años
- Tú lo has dicho, algún día. Aún soy joven, merezco más noches como las de ayer y no atarme de por vida a un compromiso – Señaló Frank, y es que sí, tenía prácticamente 15 años de relación con Jamia, toda una vida. Se habían conocido en la preparatoria y desde entonces habían sido inseparables. Ella había sido su primera vez, pero obviamente no le había sido fiel, le gustaba experimentar, follar tanto con mujeres como con hombres. No quería atarse a una relación, y aunque tenía ya 30 años, un buen empleo en la disquera, una casa en un residencial, un buen auto, entre otras cosas, no se sentía listo para atarse a una persona toda su vida.
Además, ahora lo único en lo que pensaba era en volver a ir a ese burdel, en tener de nueva cuenta a ese chico en sus brazos. Debía admitirlo, no podía sacárselo de la cabeza.
Jamia le había estado llamando y como un buen novio que era, tenía que responderle tarde o temprano, aunque le daba tedio la simple idea de acostarse con su sosa novia de hace 15 años tras arreglar las cosas, como siempre ocurría, en su mente sólo estaba follarse duro a Party Pison.