Sabía bien que nunca tendría una relación formal con Party Poison, porque era una puta y no cambiaría a su novia de años por alguien así, sin embargo le estaba volando la cabeza, necesitaba saber más de él, tan sólo que le dijera su nombre, tal vez tenía motivos para estar ahí o simplemente se dedicaba a aquello por puro gusto.
Y sí, demasiado cliché, se sentía dentro de la película de Mujer Bonita, pero lo hizo, esa noche llegó al burdel con un ramo de rosas rojas, quería impresionar al chico, seguramente que ninguno de los tipos con los que se acostaba le habría llevado flores alguna vez y lo supo cuando vio como sus ojitos se iluminaron al verlo llegar con aquel ramo y dárselo.
- Es para ti, la cosita más linda de este lugar – Gerard no pudo evitar sonrojarse, habían pasado ya tantos años desde la última vez que alguien le había dado rosas. Lo recuerda bien, Jared, su ex novio, llegó con un ramo de rosas rojas el 14 de febrero cuando estaban en la preparatoria. Ahora ese recuerdo parece tan lejano, sin embargo ahí está ante él un hombre apuesto que le lleva rosas, aunque las condiciones no son las más apropiadas, pues está ahí, vestido como una puta, en un sucio burdel y obviamente que el tipo en cuestión pagará por sus servicios. No quiere ilusionarse, pero en medio de toda su desgracia no puede evitar soñar.
Cuando se lo lleva a la cama siente todo tan distinto, con Frank siempre ha sido diferente, con Frank no ha sentido aquello como parte de un trabajo, sino que le ha gustado y ahora, con ese detalle, lo ha hecho soñar.
Mientras lo toma en sus brazos y lo hace suyo, no puede evitar mirarlo con una boba sonrisa, está fascinado con ese hombre.
- Dime tu nombre, bonito – Le cuestiona Frank mientras lo tiene entre sus piernas y eso lo hace salir de su estupor y su burbuja de placer ¿Será conveniente decirle su nombre? Es un hombre bastante atractivo, lo ha buscado ya varias veces, le ha llevado rosas, eso nunca le había sucedido, por lo que en medio de su éxtasis lo confiesa.
- Gee... Gerard... - Dices extasiado de placer, sintiendo como Frank lo penetra cada vez más fuerte.
- Gerard... Me encantas, Gee – Le responde Frank y oírlo decir aquello es todo para Gerard, se corre fuertemente entre sus abdómenes y Frank no tarda en hacerlo en su interior.
Se tumban en la cama. Frank lo atrae a su cuerpo y Gerard siente su corazón latir tan acelerado.
- Quiero conocerte Gee, hacerlo afuera de todo esto – Gee lo mira con una sonrisa en su rostro, con sus grandes ojos verdes, mismos que tienen un brillo especial, porque se siente querido, porque por primera vez en esos seis meses no es visto sólo como un trozo de carne, sino como un ser humano, y eso lo hace sentirse tan especial.
Esa noche intercambiaron teléfonos para poder estar en contacto. Se besaron tanto antes de que Frank partiera. Gerard se quedó ahí, en la habitación de aquel burdel flotando en una nube. Tal vez estaba soñando demasiado, tenía que seguir trabajando en aquello para costear el tratamiento de su hermano, faltaban sólo algunas quimioterapias, confiaba en que todo saliera bien, que Mikey lograra superar esa horrible enfermedad y entonces dejaría el burdel para conseguir un empleo como enfermera, como lo había soñado.
Ya no tendría que estar más ahí y entregar su cuerpo a un hombre diferente cada noche. Podría liberarse de todo aquello, liberarse para vivir quizás una bonita relación con Frank Iero.
Gerard confiaba en que sus sueños pudieran hacerse realidad.