- Gee, te veo muy contento – Mencionó Ray sonriéndole a su amigo. Ese día habían quedado para comer. Tenían tiempo de no hacerlo, de no salir a distraerse como los dos mejores amigos que eran, pues sus horarios no coincidían por sus empleos.
- Lo estoy – Respondió Gerard con una sonrisa en sus labios.
- Se puede saber por qué
- Bueno... porque Mikey va bien en sus quimioterapias, creo que pronto librará el cáncer...
- ¿Y algo más? - Cuestionó Ray, conocía a Gee desde la secundaria, sabía que detrás de esa sonrisa y ese brillo tan peculiar que veía en sus ojos estaba un chico. Había visto esos ojos soñadores cuando se enamoró de Bert en la secundaria y cuando lo hizo de Jared en la preparatoria.
- Sí... bueno. Conocí a alguien y no sé... tal vez puedan darse las cosas
- ¿Alguien del trabajo? - Y fue ahí cuando la sonrisa de Gerard se borró. Sí, era del trabajo, de su trabajo en aquel burdel, de ese que nadie sabía. Se había enamorado de Frank, ya no podía negarlo, él era bastante detallista. Se mandaban mensajes y lo había invitado ya a una cita fuera de todo aquel ambiente. ¿Sería posible que sucediera algo entre ambos? Estaba demasiado ilusionado, soñaba tanto.
Pero tampoco olvidaba su posición, pues todas esas veces que veía a Frank él hacía su trabajo y recibía un pago por el mismo. Sin embargo debía admitir que cada vez le costaba más acostarse con cualquier tipo, pues no podía evitarlo, a su mente siempre venía Frank y, aunque sabía que era sólo eso, trabajo, no podía evitar sentirse sucio, como si lo estuviera engañando, cuando realmente no eran nada.
Tuvo que mentirle a Ray, decirle que sí, se trataba de alguien del trabajo, pero ya no quiso entrar en más detalles. Afortunadamente Ray había cambiado de tema, recordándole que en unas semanas sería su cumpleaños y que por consiguiente realizaría una fiesta. Gerard mencionó que iría, por su puesto que lo haría, era su mejor amigo, aunque sólo estaría un rato, pues debía trabajar, además de cuidar a Mikey, quien no se sentía bien por su tratamiento, no podía salir a fiestas, necesitaba que alguien estuviese al pendiente de él.
A veces Ray iba a ayudar a Gerard con Mikey, cuidaba de él. Quería demasiado a los hermanos Way, eran parte de su familia, incluso le había insistido a Gerard en que se mudaran a su casa, pues ahí habría menos gastos y podría ayudarlos mucho más, pero Gerard se había negado por dos cosas: no quería ocasionarle molestias a Ray y dos, no quería que se enterara de su doble vida, de su trabajo en aquel burdel.
Se despidieron con un fuerte abrazo, Ray prometió hacer lo posible para ir a visitarlos. Gerard se dejó envolver en el protector abrazo de su mejor amigo. Odiaba mentirle, pero las cosas eran mejor así, mejor mentir a que supiera que es una puta.