Capítulo 9

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Esa noche todo era tan irreal, tan distinto. Gerard se sentía en una nube mientras Frank lo tomaba en sus brazos. Muchas veces habían tenido sexo en aquel sucio burdel, pero de a poco sentía todo distinto y ahora, más que nunca, se sentía diferente entre los brazos de Frank, quería creer que no solamente era una cogida, que estaban haciendo el amor, y hace mucho que Gerard no hacía el amor con nadie, porque una cosa era entregar su cuerpo todas las noches a un tipo distinto, y otra entregarse no sólo en cuerpo, sino también en alma al hombre que tenía entre sus piernas.

Mantenían contacto visual en todo momento, Frank no dejaba de repetirle lo hermoso que lucía esa noche, tan magnífico y tan suyo en ese instante.

Gee estaba encantado, se derretía de placer en los brazos del tatuado, pero no sólo eso, se sentía querido.

Se corrieron casi a la par, mirándose a los ojos y luego besándose en los labios. Se quedaron abrazados por unos minutos y después Frank se levantó, dispuesto a vestirse. Sacando su cartera para dejar una buena cantidad de billetes en el buró, como lo hacía siempre, y si bien a Gee le dolía seguir siendo tratado como lo que era: un prostituto, por el hombre al que amaba, a fin de cuentas era su trabajo, y ese dinero le serviría para poder costear el tratamiento de su hermanito.

Pero ya no quería eso, cada vez se convencía de que quería salir ya, de buscar un trabajo como enfermera con la esperanza de ahora sí conseguirlo. Quería entregarse únicamente a Frank, ya no quería ser de nadie más.

Al principio había sido sencillo si así se le puede llamar, pues aunque entregaba su cuerpo a decenas de hombres, no se sentía sucio como ahora, porque sabía que lo hacía por trabajo, por salir adelante, pero ahora que había conocido a Frank, que estaba enamorado y que sabía lo increíble que era estar entre sus brazos, ya no se sentía tan bien con su trabajo.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Frank.

- ¿A qué hora sales, bonito? - Y Gee se quedó procesando. ¿A caso lo iba a esperar? ¿A caso lo iba a llevar a casa?.

- Yo... yo sólo tengo que arreglar todo esto y cambiarme – Mencionó Gee.

- Entonces te esperaré afuera – Dijo Frank.

Gerard se cambió lo más rápido que pudo, colocándose su uniforme de enfermera. Arregló todo en la habitación, luego fue con Bob, mencionándole que no era necesario que esa noche lo llevaran, que Frank lo haría, y Bob realmente no estaba seguro de que aquello fuera buena idea, pues afuera del burdel no podría cuidarlo y tenía miedo de que ese tipo intentara dañar a Gee.

- No me va a pasar nada Bob – Mencionó Gee al notar la cara de preocupación en su jefe y amigo. Lo abrazó y le dio un beso en la mejilla, despidiéndose de él.

Salió y ahí en la barra estaba Frank, esperándolo, con un vaso de whisky. Gerard se acercó hasta él y Frank lo tomó de la cintura.

- Vaya, te ves tan hermoso así, de enfermera – Dijo, besándolo en los labios. Pagó la cuenta y salieron del burdel rumbo al auto de Frank, quien, como todo caballero, le abrió la puerta del copiloto - ¿Quieres que te lleve a casa o te gustaría antes pasar a la mía y tomar un trago? - Y Gee dudó, quería ir con Frank, pero tampoco es como si tuviera todo el tiempo del mundo para estar con él. Debía llegar a casa, debía estar ahí cuando Mikey despertara.

- Si quieres podemos dejar los tragos para después y te llevo a casa – Manifestó Frank al ver dudar a Gerard. Gee sólo asintió. Le dio a Frank la dirección y se dirigieron rumbo a su domicilio. Durante el trayecto sus manos viajaron entrelazadas, Frank de vez en cuando miraba a Gee, quedando deslumbrado con lo hermoso que lucía. Ese chico podría usar un costal de papas y aún así lucir espléndido, pensó.

Llegaron al domicilio de los Way, una casa modesta. Frank supuso que seguramente esa era la casa de sus padres, donde Gee y su hermano habían crecido.

- Gracias Frankie, te invitaría a pasar, pero es tarde y ya sabes, mi hermanito...

- No te preocupes Gee, entiendo. Pero me ha encantado pasar estos minutos contigo

- A mí también – Se besaron en los labios, sin embargo Frank estaba caliente, demasiado caliente, quería follarse de nuevo a Gee, por lo que, en medio del beso, no pudo evitar que sus manos tocaran más del hermoso cuerpo de Gerard, no obstante, el castaño se sobresaltó un poco. Se separaron y se miraron a los ojos.

- Perdón Gee, es que me gustas tanto, no hay nada que deseé más que estar contigo

- Me pasa igual Frankie, pero debo irme – Dijo algo agitado, dándole un beso rápido a Frank y saliendo de su auto.

Frank se quedó con tantas ganas de cogerse a Gerard, ansiaba tanto hacerlo fuera de todo ese ambiente. Quería tener a ese hermoso chico en su cama, follarlo duro, después dormir con él en sus brazos y despertar y verlo ahí durmiendo a su lado. Es una lástima que fuese una puta.

Gerard entró a su casa, se sentía en una nube, Frank se había ofrecido a traero, Frank le había dicho que gustaba de él, sólo faltaba que diera el siguiente paso, que le pidiera ser su novio. Estaba convencido que cuando eso sucediera dejaría el burdel, intentaría buscar un trabajo como enfermera, tal vez ahora sí recurriría a Ray para que lo ayudara y así poder costear el tratamiento de Mikey. Y hablando precisamente de Mikey, lo primero que hizo al llegar fue ir a su habitación para cerciorarse que estuviera durmiendo, después se iría a dar un baño y luego a tratar de dormir un poco. No obstante, al entrar a la habitación de su hermanito lo encontró despierto.

- Mikey ¿Qué haces despierto?

- ¿Quién era ese chico que te trajo? ¿Es tu novio? - Cuestionó Mikey.

- ¿Estuviste espiando por la ventana, eh?

- Poquito

- Es solo un amigo – Respondió con una sonrisa.

- Pero te besó

- Puede que lleguemos a ser algo más

- ¿Cómo se llama?

- Bueno, ya son muchas preguntas y es tarde. Te contaré después. Ahora vamos a dormir

- Pero Gee...

- Es tarde y mañana te toca quimioterapia. Así que a dormir – Mencionó Gee, Mikey resignado se dispuso a dormir.

Gerard lo arropó y salió de su habitación para dirigirse a la suya, quitándose su uniforme y toda la ropa para ir al baño y tomar una ducha. Bajo el agua y en tanto lavaba su cuerpo, se permitió pensar en Frank, en sus caricias, en sus besos, en la manera en que lo miraba mientras lo hacía suyo. Lo amaba, no había dudas, por ello estaba dispuesto a dejar ya esa vida aunque le costara más trabajo salir adelante.

Gerard quería dejar de ser una puta.  

Burdel (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora