Linda estaba en la cocina, revolviendo una taza de café con movimientos mecánicos. Su mente no dejaba de dar vueltas, incapaz de aceptar la realidad que se le presentaba. Frank, su único hijo, había dejado a Jamia, la chica perfecta, para estar con un hombre ¿cómo era eso posible? Linda se sentía arder de coraje cada vez que lo pensaba ¿por qué Frank había dejado a Jamia por un chico? ¿Qué pasaría con su futuro? ¿Sería un capricho o iba en serio con ese escuincle? ¿No tendría familia? ¿Y los nietos que tanto añoraba le diera su Frank?
Miraba con disgusto por la ventana cuando aquel muchacho llegó, vestido con un uniforme de enfermera. Desagradable, pensó.
Gerard le sonrió y eso sólo le revolvió el estómago. Lo vio subir las escaleras para ir a la habitación de Frank para ir a cuidarlo, como venía haciéndolo ya desde hace varios días, desde que Frank había sido dado de alta y tanto la propia Linda como Cheech habían decidido quedarse en la casa de su hijo para de igual forma cuidar de él.
Linda lo siguió, subió las escaleras, se quedó mirando desde afuera de la habitación de Frank, la forma en que su hijo le sonreía a ese chico, cómo le tomaba la mano, incluso lo escuchó decirle que se fuera a vivir con él junto con su hermano ¿Frank hablaba en serio?
No podía aceptarlo. No podía aceptar que su hijo, su querido Frank, estuviera con alguien así. Ese muchacho era ocho años menor que Frank, un escuincle que ni siquiera sabía lo que quería, y por supuesto, Frank, tampoco, porque no era posible que dejara a una chica tan hermosa como Jamia por un hombre que jamás le daría la familia que tanto deseaba.
Pero Linda Iero no se quedaría de brazos cruzados, quería saber de dónde había salido ese muchacho, cómo había llegado a la vida de su hijo, y junto con Jamia decidió indagar más sobre su vida, quería saber cuáles eran sus intenciones, si tomaba en serio a Frank o sólo quería su dinero ¿Qué más podía buscar un escuincle así?
De su pasado como enfermera no había mucho, de hecho el trabajo en el hospital era apenas el primero que tenía, sin embargo Jamia logró indagar un poco más, contactó al tipo que había golpeado a Frank afuera del hospital y lo supo, Gerard era un prostituto.
— Así como lo oyes, el tipo trabajaba en un burdel, es un prostituto — dijo Jamia, quien se encontraba con Linda en un café. Ambas tratando de saber más sobre la vida de Gerard.
— ¿Cómo puede Frank andar con alguien así? Es una puta, una asquerosa puta. Ese tipo no se merece a mi Frank — señaló Linda con molestia.
— Tenemos que hacer algo Linda, no podemos dejar que Frank arruine su vida de esa manera, con alguien así — manifestó Jamia.
Linda apretó los labios, sintiéndose frustrada, pero a la vez decidida. No podía permitir que su hijo se hundiera de esa manera, al lado de un prostituto, ese sin duda era el error más grande que cometería en su vida.
Sabía que tenía que hacer algo al respecto para separar a su Frank de esa asquerosa puta.

ESTÁS LEYENDO
Burdel (Frerard)
Fiksi PenggemarGerard sueña con tanto, lástima que sea sólo una puta.