Frank nunca pensó con encontrarse a Gerard en la fiesta de Ray, ni siquiera sabía que eran amigos, o mejores amigos, como Ray lo había presentado. De haber sabido ni siquiera se habría parado ahí, mucho menos acompañado de Jamia.
Al verlo tuvo que disimular que ni siquiera lo conocía y pudo notar el semblante de dolor en el rostro del chico hermoso al que se cogía casi todas las noches. Después él simplemente huyó.
Cuando lo vio de nuevo estaba demasiado pegado a Ray. ¿Acaso Ray ya se lo habría cogido? ¿Sabrá que su mejor amigo es una puta? Todo eso pasaba por su mente en tanto estaba ahí en esa fiesta, con Jamia a un lado, robándole constantemente besos de la boca. Observaba a Gerard y, cuando sus miradas se encontraban, éste de inmediatamente la desviaba. Lucía demasiado lindo y tierno esa noche, con ese vestido rosa, con esas orejitas de gato en su castaña melena y dejó que su mente viajara, quería dejar a Jamia y tomar a Gerard en sus brazos, llevárselo a alguna habitación y ahí hacerlo suyo. Escucharlo gemir su nombre tan alto sin importar toda la gente que se encontraba en aquella fiesta, sin importar siquiera que su novia estuviera ahí.
Miraba como Ray lo abrazaba protectoramente, Frank quería ser quien tuviera así a Gerard, abrazado a él. Quería perderse en esos bonitos ojos verdes, quería besarlo, protegerlo de todos.
Lo vio ponerse de pie y susurrarle a Ray algo al oído, para después perderse por las escaleras. Quería seguirlo, quería darle explicaciones, pero sus piernas no respondieron, no podía hacer eso con Jamia ahí a su costado, Jamia era su novia, tenían 15 años de relación, y aunque en todo ese tiempo no le había sido fiel, ella había estado ahí siempre para él, para apoyarlo, había estado cuando sus padres murieron, cuando las cosas se complicaron, cuando tuvo incluso que trabajar de mesero para costear sus estudios, en tanto se resolvía el tema de la herencia. Ella estuvo siempre para él y ahora no podía hacerle eso, además, mirando al futuro, con Jamia podría tener una familia, hijos, con Gerard no. Jamia lo entendía, habían compartido muchas cosas juntos, Gerard era sólo un niño, aunque demasiado maduro para su edad, debía admitirlo. Jamia era una chica de clase, de buena familia, en cambio Gerard era una puta, y dolía admitirlo, pero esa era la realidad. Jamia únicamente había sido suya, Gerard seguramente se habría acostado con tantos que ya ni siquiera llevaría la cuenta.
Dejó que el hermoso chico se fuera sin decirle una sola palabra.
Esa noche intentó enviarle mensajes, pero no recibió respuesta. Sólo quería saber que las cosas estaban bien entre ellos, esperaba no haberlo ilusionado demasiado, aunque sabía bien que no era así. Él había tenido muchos detalles con Gerard, había visto sus ojitos iluminarse. Lo había invitado a salir, se habían mensajeado. Lo había tomado de la mano, lo había besado en público, había notado esos cambios en él a la hora del sexo, incluso él mismo se había vuelto un poco más cuidadoso. Esa forma en cómo lo miraba al llegar al orgasmo. Cómo se abrazaba a él después de haber sido suyo.
Claro que las cosas habían cambiado y nunca debió permitir que todo llegara tan lejos, debió conformarse con cogérselo tal vez una vez al mes, pero no, siguió yendo casi a diario porque quería estar con él, porque aunque al día siguiente tuviera que despertarse temprano para ir a la disquera, quería ser él quien estuviera con Gerard esa y todas las noches. Debía admitir que comenzaba a molestarle que otros lo tocaran, porque lo quería para él, sólo para él.
Es una lástima que fuese una puta.