Capítulo 16

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 No lo estaba soportando. Los días pasaban y la distancia con Gerard lo mataba. No había vuelto a buscarlo, no más mensajes, no más visitas a su casa, no más idas a aquel burdel. Pero Frank ya no resistía más, necesitaba tener a Gee en sus brazos.

Lo pensó demasiado, ir al burdel era arriesgado, pero sabía que sólo ahí encontraría a Gerard, necesitaba hablar con él, disculparse y después por qué no, arreglar las cosas como lo hacía con Jamia: haciendo el amor. Quería a Gerard en sus brazos, temía encontrarlo de nuevo con otro, pero no tenía alternativa.

Llegó al burdel con un ridículo sombrero en la cabeza, ni siquiera hubo inconvenientes, pasó como si nada. Se dirigió a la barra y comenzó a beber, un whisky, dos whiskys, tres, cuatro, cinco... Gerard otra vez no aparecía y el temor llegó a él ¿estaría con un cliente? No se animaba a preguntar, porque sabía bien la respuesta, si Gee no estaba ahí seguramente algún tipo ya lo estaría poseyendo, pero no le quedó más remedio.

Pero la respuesta que recibió simplemente no lo esperaba, "ya no trabaja aquí", le habían mencionado, y entonces miles de preguntas llegaron a su cabeza ¿dónde estaría ahora? ¿Qué estaría haciendo en esos momentos? Pero lo más importante ¿con quién? Y otra vez esas imágenes vinieron a su mente, Gerard entre los brazos de su mejor amigo Ray, ambos desnudos, Ray entre sus piernas, penetrándolo, Gerard gimiendo su nombre y... ¡no! La sola idea lo puso demasiado mal.

Había bebido de más, pero no importaba, aún así salió y se montó a su vehículo. Necesitaba ver a Gerard, así que sin pensarlo condujo hacia su casa, en tanto manejaba le marcaba por teléfono: un pitido, nada, dos pitidos, nada, tres pitidos, nada, luego sólo el buzón de voz. Estaba molesto, distraído, borracho y no notó cuando un vehículo venía frente a él, sólo miró la luz cegadora, luego todo fue oscuridad.


Cuando cobró la conciencia estaba tirado en el asfalto, se escuchaba la sirena de una ambulancia, dos personas lo tomaban y lo colocaban en una camilla, alguien le inyectaba suero en el brazo. Quiso moverse y le dolió todo el cuerpo, después se quedó dormido.

Volvió en sí y miró la luz, estaba en una blanca habitación, se escuchaban los pitidos de una máquina marcando los latidos de su corazón. Estaba en un hospital. Pero ¿Qué había pasado? Le dolía demasiado la cabeza, se sentía desorientado, necesitaba que alguien fuera, que le dijera qué había pasado. Se quedó mirando al techo, cuando escuchó la puerta abrirse, se permitió mirar a quien había ingresado al cuarto y lo único que vio fue a un ángel, un hermoso ángel.

¿Acaso estaba muerto?

Burdel (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora