Capítulo 13

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Gerard lloraba y Bob sólo trataba de consolarlo. No sabía qué hacer, todo se había salido de control, eso nunca había sucedido. ¿Cómo ese idiota se había colado en las habitaciones?. Tuvieron que llamar al médico para que se cerciorara que el cliente tirado en el piso y al que Frank había golpeado, se encontraba bien.

En cuanto a Gerard, seguía ahí, gimoteando en esa cama, solamente con una sábana cubriendo su desnudez.

- Perdóname Gee por todo esto. Debí cuidarte mejor – Dijo Bob. Gerard sólo lloraba, se negaba a decir palabra - ¿Puedo hacer algo por ti Gee? Puedo llevarte a casa

- Puedes hablarle a Ray, por favor – Mencionó Gerard, apenas en un hilo de voz.

- Claro Gee, pero mientras deja que te revise el médico, necesito saber que estás bien – Gee sólo asintió – Perdóname por orillarte a todo esto, nunca debí dejar que te prostituyeras. Este lugar no es para ti – Y sólo entonces Gerard volteó a mirarlo a los ojos.

- No es tu culpa Bob. Perdón por todo esto, tú me lo advertiste – Mencionó llorando.

- Pero tampoco es tu culpa, lo sabes ¿verdad? Ese tipo no tenía por que tratarte así

- Perdón Bob, pero creo que ya no volveré

- Está bien Gee. Lo que sea mejor para ti. Pero sabes que puedes contar conmigo para lo que sea. Puedo ayudarte en lo que necesites. Con tus gastos, con tu hermanito, con lo que sea. Te estimo Gee, eres alguien muy especial y no mereces esta vida – Gerard se soltó a llorar, abrazando a Bob. Todo había sido tan difícil desde su llegada a ese lugar, mas nunca creyó que sucedería algo tal como lo de esa noche.

Dejó que el médico lo revisara para entonces esperar por Ray. Sólo quería irse de ahí y no volver nunca más. No quería más esa vida.

Ray se sorprendió cuando recibió una llamada de un tal Bob, diciéndole que Gerard estaba en un burdel, que necesitaba fuera por él. ¿Qué hacía Gee en un burdel? ¿No se supone debería estar en el hospital?.

Apenas entró al lugar y ahí lo vio, sentado en la barra. Bebía algo, un café al parecer. Apenas Gee lo notó y fue corriendo a echársele a los brazos.

- ¿Qué pasó Gee? ¿Qué haces aquí?

- ¿Podemos sólo irnos? – Dijo Gee.

Salieron del lugar y abordaron el vehículo de Ray.

- ¿Quieres que te lleve a casa?

- Podríamos ir primero a tu casa? Necesito contarte algo y... no quisiera que Mikey se enterara

Ray condujo hacia su casa. No quiso hacer más preguntas en el trayecto. No quería presionar a Gerard, quería que él hablara cuando se sintiera listo para ello.

Llegaron a la casa de Ray, Gerard se sentó en el sofá y Ray fue a preparar algo de té. Volvió con dos tazas humeantes, dándole una a Gee y sentándose a un lado de él. Lo miró y sólo entonces notó que había un moretón en su mejilla que no había visto por la mala iluminación de aquel sucio lugar.

- Perdón Rayito, perdón por hacerte ir por mí a ese lugar

- No importa Gee, eres mi amigo y para eso estoy. Sólo confía en mí, dime qué pasó – Y Gerard por fin pudo desahogarse y contar su historia. Le platicó a Ray cómo fue que hace más de medio año, al enterarse de la enfermedad de Mikey, buscó empleo con desesperación para poder costear el tratamiento de su hermano, sin lograr nada, pues nadie lo quería contratar por su "falta de experiencia". Había algunos empleos para trabajar como enfermera en casa, pero demandaban demasiado tiempo y la paga no era suficiente, y él necesitaba de un buen salario y de tiempo para cuidar de Mikey, fue por ello que optó por el camino fácil, el de trabajar en aquel burdel. Le contó cómo había iniciado como un bailarín y después terminó prostituyéndose, acostándose al menos con un tipo diferente cada noche. Le dijo también que hacía varias semanas atrás había conocido ahí a un chico, un chico que lo hizo soñar, pensar que estaba enamorado de él, pues iba casi todas las noches, tenía detalles, y además había tenido ya varias citas con él. Omitiendo su identidad, le contó que hace días lo había visto con su pareja, que él era sólo un juego y que esa noche lo había ido a buscar, pero él estaba trabajando, y sintió tanta vergüenza de decirle cómo fue que Frank lo encontró. Entonces ese chico al que quería, furioso había golpeado al cliente con el que estaba, para después forzarlo a tener relaciones sexuales con él, y de esa forma resumió su vida en los últimos meses.

Ray no daba crédito a lo que estaba escuchando, cómo era posible que Gee hubiera sufrido tanto esos meses y que él ni siquiera se haya dado cuenta. Le dolió imaginarlo en ese asqueroso lugar, entregando su cuerpo a cuanto tipo fuera sólo por unos cuantos pesos para pagar el tratamiento de su hermano. Quiso ir y golpear a cada uno de los tipos con los que Gerard tuvo que acostarse, pero más a ese sujeto sin nombre y sin rostro que lo había enamorado y después lo había tratado como basura. Gee no se merecía nada de eso. Gee era un ángel y merecía ser tratado como tal.

Las lágrimas rodaban por las mejillas de Gee, Ray lo atrajo a sus brazos, dejando que se desahogara.

- Gee, debiste decirme que la estabas pasando tan mal. Yo pude ayudarte. Tú no mereces nada de esto Gee – Mencionó Ray con la voz quebrada, ni siquiera se dio cuenta en qué momento empezó a llorar él también.

- Soy una puta, Rayito, soy una puta y no merezco nada

- No digas eso Gee, tú eres un ángel, tú mereces lo mejor de este mundo – Le dijo, tomándolo de las mejillas y mirándolo a los ojos – Mikey y tú vendrán a vivir conmigo, pondremos su casa en renta y te ayudaré a buscar trabajo de enfermera. Ese es tu sueño Gee, no lo dejes por nada. No voy a permitir que sufras más – Ray abrazó fuerte a Gee, lo sintió tan vulnerable, tan roto, pero él lo ayudaría a salir adelante, a unir sus piezas de nuevo.

Porque Gee no es ninguna puta, es un ángel.  

Burdel (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora