15.

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Eliana

Beso la espalda baja de Betsy hasta subir con afligidas caricias con mis labios detallando sus marcas, sigo sin poder creer todo lo que sufrió por culpa de la homofobia de sus padres.  

Llego a sus hombros y estrujo sus mejillas solo para meter dos dedos a su boca. 

Ella los humedece cerrando sus ojos y la imagen me hace mojarme encima suyo. Así, mientras esta boca abajo ubico la entrada de su sexo y me introduzco haciéndola jadear con mi invasión. 

Comienzo a bombear a la vez que dejo más besos en su cuello y ella empuña la almohada en la que apoya su mentón. 

Meterme dentro de ella es la misma gloria, su calor llena mis dedos y sus fluidos los ponen más resbaladizos permitiendo intensificar mis movimientos. 

Sus gemidos ya son audibles haciéndome desconcetrar. 

—No zumbes tanto, abejita —le siseo —hay gente durmiendo. 

Ella solo suelta una risita ahogada mientras sigo en lo mio. Su espalda se arquea y sus músculos se contraen anticipando el gran chorro que expulsa de su entrepierna empapando sus sábanas. 

—Si me morí, déjenme seguir en el paraíso por favor —dice dándose la vuelta jadeante todavía con los estragos del orgasmo. 

Riéndome me acurruco en su pecho y ella acomoda mi cabello sudado detrás de mi oreja. 

—Fue increíble —susurra —ni en mis mejores sueños pude sopesar este momento. 

Solo sonrió idiotizada.

—Nos robaron muchos momentos, Bee —le contesto en el mismo tono. 

—¿Te arrepientes? —cuestiona y niego —mentirosa. 

Me acusa y niego nuevamente. 

—Se que le fallé a Victoria, pero no aguanté más —confieso —quise esto desde el momento en cruzamos miradas en la fiesta de inauguración... 

Junta sus labios a los míos. 

—Yo también —balbucea mirándome fijamente —por eso esta noche quiero disfrutarte más que nunca, aunque sea la única y la última... 

La insinuación hace estragos en mi. 

—¿Tan malo fue? —inquiero con algo de pena. 

—No, por Dios —me rueda los ojos —lo decía, bueno, porque estás comprometida, Eli...

Me recuerda intensificando el cargo de consciencia. 

—Soy consciente de que esto no se va a volver a repetir y yo no voy a ponerte a elegir entre ella o yo, ni menos a pedirte que la dejes para estar conmigo —alega —menos pretendo hacer el papel de amante.

Asegura más seria. 

—Y esa no es mi idea —le respondo —se lo que quiero, pero tienes que darme tiempo porque no será fácil terminar con una relación de dos años. 

Sus ojitos brillan en medio de la oscuridad. 

—Eli, si lo que quieres es estar conmigo yo te voy esperar una eternidad si es necesario —asevera. 

Sus brazos me rodean y abrazan mi espalda desnuda. 

—¿Bee? —me apretuja como cuando éramos adolescentes y teníamos estos momentos en los que solo éramos ella y yo.

—¿Si? 

—Estoy muy orgullosa de ti y de Luca —digo y su abrazo se desvanace hasta soltarme. 

Alzo mi rostro y está mirándome incrédula. 

Mi vida, mis coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora