32.

7.1K 527 84
                                    


Betsy

Eli, Luca y yo nos dirigimos al motódromo mientras escuchamos y canturreamos "Dance Monkey" de Tones and I, que sonaba en la radio. Santiago y Amy van adelante de nosotros en el Ferrari de mi hermano, mientras que la camioneta de mis padres va detrás.

Mientras continuamos nuestro viaje, el paisaje cambia constantemente a medida que avanzamos por el camino sinuoso, ofreciéndonos una vista panorámica de la belleza natural que nos rodea hasta llegar.

Un letrero luminoso en lo alto proclamaba el nombre del motódromo en letras brillantes, destacando contra el cielo. A ambos lados de la entrada, vallas publicitarias mostraban imágenes dinámicas de motocicletas en acción y anunciaban a los patrocinadores del lugar.

La entrada también estaba flanqueada por grandes paneles de vidrio que permitían ver el bullicio de actividad en el interior y al bajarnos el olor a gasolina impregnaba el ambiente, mezclado con el aroma de goma quemada y el zumbido eléctrico de los motores.

Siento que mi vista se abre con emoción al contemplar la pista, marcada por curvas pronunciadas y rectas vertiginosas. Mis manos anhelan tomar el volante mientras la adrenalina recorre mis venas, y escucho el eco de mis latidos resonando fuertemente en mis oídos, todo ello acompañado por una sonrisa que no puedo contener.

Miro a Luca y veo que está igual de emocionado, tomado de la mano de Eliana.

—La clase del niño empieza en apenas media hora —oigo a Santiago murmurar detrás de mí—. ¿Qué tal una carrera, o temes que te supere?

—Por supuesto, pero luego no vengas llorando a nuestros padres porque te dejé atrás y acabaste mordiendo el polvo.

—No se peleen, chicos —reprende Papá.

—Oh, no te preocupes, pero prepárate para las lágrimas de tu princesita cuando le gane —añade Santiago—. Voy por las motos.

—¿Y nosotras que se supone que hagamos? —se queja Amy.

—¿Por qué no hacemos esto más interesante y ustedes dos se suben con nosotros? Será una carrera de parejas —propone Santiago con entusiasmo, mirando a Amy y Eli con una sonrisa traviesa.

—¡Uh, le apuesto a mi mami y a la señorita Sanders! —exclama Luca emocionado, y Eli se inclina para chocar los cinco con él.

—Bien, vamos a cambiarnos —le pido a las chicas mientras mi bebé se queda en brazos de l su abuela.

Nos dirigimos directamente a la tienda de accesorios donde encontramos todo lo que necesitamos. Para Amy y Eli, elegimos tops deportivos de colores llamativos que se ajustan perfectamente a sus cuerpos y proporcionan la libertad de movimiento necesaria para la carrera. Combinamos esto con monos de motocross igualmente coloridos, resistentes y ajustados, garantizando la máxima protección durante la competición. Ambas se calzan botas altas y robustas, diseñadas para soportar las exigencias del terreno y proporcionar un agarre óptimo a los pedales, no queremos que se lastimen.

—¿Están seguras de que quieren hacer esto? —les pregunto, dándoles la oportunidad de reconsiderarlo.

Conozco a mi hermano y a mí misma; vamos a ir demasiado rápido y temo que la oleada de adrenalina sea demasiado para ellas.

—Oye, claro que sí —afirma Amy—. Para mí, esto no es nada. Ya extrañaba subirme a una moto con tu hermano.

—Y tú —me acerco a Eli, quien terminaba de ajustar las mangas de su mono alrededor de su cintura— ¿lista para volar conmigo?

—En la pista y fuera de ella, te seguiré a donde sea —no puedo evitar tomarle las mejillas y dejarle un beso.

—¡Me está subiendo el azúcar con ustedes dos! —exclama la pelirroja entre risas.

Mi vida, mis coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora