43.

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Narrador omnisciente

Betsy le echa una última mirada a su hijo, que duerme plácidamente en su cama, antes de colocarse su chaqueta de cuero negra.

—¿Vas a salir? —le pregunta el padre Thomas cuando se cruzan en la sala.

—Sí, vuelvo más tarde... —responde ella, con tono evasivo.

—Estas salidas nocturnas tuyas no me están gustando. ¿A dónde vas? —insiste él.

Ha notado que lleva toda la semana saliendo a la misma hora después de cenar y de acostar a Luca, y regresa muy tarde.

—Deja el drama, no estoy haciendo nada malo ¿ok? —responde Betsy, con cierto tono de irritación—. Confórmate con saber eso...

—Disculpa, no quería... —comienza a disculparse Thomas, pero es interrumpido.

—Ya, Thomas —lo interrumpe ella, cortante—. Insisto en que no debes preocuparte. Llego luego.

El padre Thomas observa en silencio mientras Betsy se prepara para salir, sintiendo un nudo en la garganta al recordar el dolor que causó en su madre años atrás. Se pregunta si esta vez la historia se repetirá, si otro buen corazón quedará destrozado.

—¿La bendición? —pregunta el padre Thomas, con tono suave.

La solicitud la hace suspirar. En ese momento, no está segura de si la bendición realmente le servirá, cuando parece que Dios y la vida hacen lo que quieren con ella. Sin embargo, se devuelve y se coloca frente al cura para que la persigne.

Por fin la dejan ir y se monta en su moto para dirigirse al Motodromo. La noche envuelve la ciudad con su manto oscuro, las luces de neón destellan en los rincones más oscuros. El rugido del motor de su moto corta el silencio de la noche mientras se adentra en las calles, atravesando avenidas iluminadas por farolas solitarias. Finalmente, llega al lugar donde la atmósfera está cargada de adrenalina y emoción. El sonido de los motores resonando en el aire crea una sinfonía vibrante que la hace sentir viva.

La pista de tierra, marcada por las ruedas de las motos, se extiende en curvas serpenteantes y rectas que desafían la velocidad. El olor a gasolina impregnan el aire, mientras los pilotos se preparan para enfrentarse en una competencia llena de emoción y riesgo.

Luces parpadeantes adornan los stands llenos de espectadores ansiosos, cuyas voces se mezclan con la música estridente que resuena en el ambiente. En los boxes, mecánicos trabajan febrilmente para ajustar las motos y dejarlas listas para la carrera. Principio del formulario

—Allí estás, ve y ponte el equipo que la carrera está por comenzar —le avisa Western.

Lo encontró en uno de los días de práctica de Luca.

Flashback

Desde las gradas del Motódromo, Betsy observa con orgullo los avances de su hijo. Luca se desliza con habilidad en su mini moto por el terreno de tierra, superando a sus compañeros novatos que aún luchan por mantener el equilibrio.

De repente, siente una mano bruscamente en mi hombro, y se gira con sorpresa.

—Pero ¿qué...? —Su protesta se detiene abruptamente al reconocer al intruso, lo que le salva de recibir una patada en la entrepierna.

—Disculpa si te asusté, pero no puedo creer que seas tú —dice él, visiblemente agitado como si hubiera corrido, aunque no en una moto.

—Oh, ya veo. El tipo al que le gané su moto en una carrera después de que me dijo que este no era lugar para mi y llamarme Barbie... —responde con un toque de ironía.

Mi vida, mis coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora