58.

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Narrador Omnisciente 

Eliana lucha contra el pánico al ver como se llevan a su abejita. Luca está a su lado, abrazándola con fuerza, su pequeño cuerpo temblando de miedo. Santiago, aún aturdido por el golpe de Eleazar, se levanta lentamente, con una mano en la cabeza.

—Tenemos que salir de aquí —dice Eliana, su voz firme pero temblorosa. Mira a Santiago, que asiente con esfuerzo, intentando recobrar el equilibrio.

—Eli, ¿a dónde llevaron a mami? —pregunta Luca, sus ojos llenos de lágrimas. Eliana lo abraza con fuerza, tratando de consolarlo a pesar de su propio miedo.

—Ella va a estar bien, cariño. Pero tenemos que irnos ahora —responde Eliana, tomando la mano de Luca y ayudando a Santiago a ponerse de pie.

De repente, Victoria aparece, bloqueando la salida con un destello de locura en los ojos. Con un movimiento rápido, saca una navaja y apunta a Eliana, Luca y Santiago.

—Nadie se va de aquí hasta que yo lo diga —amenaza, su voz gélida y firme.

Eliana retrocede instintivamente, protegiendo a Luca detrás de ella. Santiago, todavía tambaleante, se coloca entre Victoria y ellos.

—Victoria, por favor, no hagas esto —suplicó Eliana, tratando de mantener la calma. —Deja que nos vayamos.

—¡Cállate! —grita Victoria, su mano temblando ligeramente. —No me importa lo que pase con ustedes. Solo necesito un plan de escape.

Justo cuando la tensión alcanza su punto máximo, Camille emerge de una puerta lateral, con el rostro decidido. Sin que Victoria lo note, se aproxima silenciosamente desde un ángulo diferente.

En un instante, Camille se lanza sobre Victoria, logrando desarmarla. La navaja cae al suelo con un ruido sordo.

—¡Camille! —exclama Eliana, aliviada.

—¡Corran! —grita Camille, manteniendo a Victoria inmovilizada. —¡Yo me encargo de ella!

Eliana asiente rápidamente y, tomando la mano de Luca, corre hacia la salida junto a Santiago. La mirada de agradecimiento que Eliana le lanza a Camille es fugaz pero llena de emoción.

Los oficiales se apresuran a entrar en el edificio, encontrando a Camille todavía sujetando a Victoria. Ambas mujeres, exhaustas y conscientes de las consecuencias, no ofrecen resistencia mientras son esposadas.

—Sabía que esto pasaría —dice Camille, con una expresión resignada en el rostro. —Lo hice por mi hija, pero también merezco enfrentar las consecuencias.

Victoria mira frenéticamente a su alrededor, evaluando sus opciones. Finalmente, con un grito de frustración, levanta las manos. Los oficiales se apresuran a esposarlas.

Los policías se acercan rápidamente, asegurándose de que Eliana, Luca y Santiago estén a salvo.

—¿Están heridos? —pregunta uno de los oficiales.

—No, estamos bien. Pero Betsy... él se la llevó —responde Eliana, su voz quebrándose al final.

—Vamos a encontrarla. Ahora mismo tenemos que ponerlos a salvo —dice el oficial, guiándolos hacia las unidades de primeros auxilios, donde otro equipo de paramédicos los espera.

—¿Está segura que no necesita atención médica? —pregunta el paramédico, mientras revisa a Eliana con una linterna y un estetoscopio.

—Sí, solo necesitamos encontrar a Betsy —responde Eliana, su voz firme pero llena de desesperación.

El oficial se mantiene a su lado, dándole palabras de aliento. —No se preocupen. Ya hemos informado a todos los equipos y están en camino.

Mientras tanto, la camioneta avanza a toda velocidad, alejándose del taller mecánico abandonado. El viento helado se cuela por las ventanas, llevando consigo el eco de los gritos de Victoria. Betsy se siente atrapada en una pesadilla, cada segundo que pasa aumenta la tensión y la desesperación.

Mi vida, mis coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora