10.

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Betsy 

Lo que quedó de la semana ha sido tenso con mis padres acosandome en el trabajo y con la extraña actitud de mi jefa. Repentinamente para Eliana nada de lo que hago está bien y me lo reafirma en la reunión que tenemos en la sala de juntas del viernes.

—Betsabeth, estas cifras pueden mejorar —me reprende y solo aprieto los labios llenándome de paciencia —El resto buen trabajo, gracias chicos —da por finalizada la junta —Betsabeth —el que no me llame con mi diminutivo es una clara señal de que no está contenta con tenerme aquí —Este fin de semana me acompañarás a la feria en San Bernardino. 

¿Ah? Debe ser una broma.

—¿Y porqué me dices hasta ahora? —reclamo. 

—¿Disculpa?

—Que este tipo de cosas se avisan con antelación —alego —tengo planes que... 

—Lo siento, yo también me acabo de enterar hoy día —me interrumpe con sarcasmo —así que perdóname por incomodarte con tu trabajo. 

Las dos últimas palabras las enfatiza cruzándose de brazos. 

—¿Entonces contamos contigo o no? —pregunta más enojada y le asiento de mala gana —Genial, gracias por tu disposición y hacernos un espacio en tu apretada agenda. 

Le blanqueo los ojos y nuestros otros dos compañeros se han quedado parpadeando incómodos mientras estamos en duelo de miradas. 

—Brandon, genera los viáticos para poder partir hoy en la noche. 

—Si, señorita —le responde enseguida. 

Maldigo para mis adentros, tenía planeado salir con Anne y Vanessa, al día siguiente llevar a Luca a inscribirse a sus primeras clases de motocross y ahora tengo que reorganizar todo por su culpa. 

—¿Qué le hiciste a la jefa? —pregunta el rubio mientras salimos de allí. 

—Nada —le respondo irritada —ella es así de insufrible. 

—No creo, pienso que le hace falta su novia —me contradice y empeora mi coraje. 

—Me da igual quien le hace falta, tuvo que avisar con más anticipación lo del viaje —me quejo —ahora tengo que ver con quien dejo a mi hijo. 

—Dejalo con su padre —insinúa como si nada y me hace alzar una ceja —al menos que ni siquiera sepas quien es... 

—¿Perdona? —le cuestiono.

—Si, es que como debiste tener tantos clientes en tu antiguo trabajo que de seguro ni siquiera sabes quien es... 

Cierro los ojos mientras suspiro para no descontrolarme y lanzarle una bofetada cuando se acerca a mi cubículo. 

No se que averiguó, pero obviamente como todos tiene un juicio errático. 

—Cállate, Brandon —interviene Amy —no seas impertinente.

—No, que nos diga cuánto cobraba... —se atreve a levantarme el mentón —quizás era de las baratas. 

Me trago lo incómodo que es su contacto para sonreírle. 

—¿Por qué? —mantengo la seguridad con la barbilla en alto —¿vas a dejarle de pasar la manutención a tus tres hijos que tienes con tres diferentes mujeres para tener una noche conmigo?

Su mirada de burla decae y por fin me suelta con rabia. Si él supo cosas de mi, pues yo también de él. 

—¿Tan desesperado estás? —me mofo —pues lo siento, no creo que me des el precio... —miro a su entrepierna con asco —ni la talla, la verdad. 

Mi vida, mis coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora