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Betsy

Durante un mes intenso de preparación, Santiago se convierte en mi mentor y guía, dedicando horas de su tiempo para asegurarse de que esté lista para asumir el papel de gerente de la empresa Gibson. Pasamos largas horas revisando los informes financieros, analizando las tendencias del mercado y evaluando la posición competitiva de la empresa en su industria.

Él me muestra cómo interpretar los datos clave y cómo utilizarlos para tomar decisiones estratégicas. También me proporciona ejemplos concretos de situaciones de liderazgo y me guía en cómo manejarlas de manera efectiva. Practicamos escenarios de gestión de conflictos, toma de decisiones bajo presión y comunicación efectiva con el personal.

Santiago sonríe, satisfecho con mis avances.

—Veo que estás aprendiendo rápido. La gestión es tanto un arte como una ciencia, y estás empezando a dominar ambos aspectos.

Sus palabras me llenan de confianza mientras continuamos con las prácticas.

Reconociendo la importancia de establecer relaciones sólidas en el mundo empresarial, Santiago me lleva a eventos y reuniones donde puedo conocer a otros líderes del sector. Me enseña cómo presentarme, cómo iniciar conversaciones significativas y cómo mantener contactos profesionales valiosos. Aunque mi ánimo no siempre se ajusta al de una perfecta dama de sociedad, especialmente mientras lidio con las miradas que me hacen sentir como un bicho raro que acaban de encontrar.

—Es un placer tenerla de vuelta, señorita Robinson —me saluda uno de los socios de la empresa de Harold, luciendo un impecable smoking —. Esta muy hermosa y sus padres han mencionado lo orgullosos que están de que haya terminado sus estudios en el extranjero.

—¿En serio dijeron eso? —pienso en voz alta, sorprendida y algo escéptica. Al desviar la mirada hacia mis padres, noto cómo me observan con una mezcla de nerviosismo y algo que podría definir como pena. Respiro hondo y, sin poder contenerme más —En realidad, estuve en un centro de conversión donde supuestamente me curarían de un "mal": me gustan las mujeres. Pero lo único que hicieron fue... —mi voz se quiebra por un momento— embarazarme.

Un silencio sepulcral se apodera de la habitación. Los presentes nos miran con los ojos muy abiertos, algunos con incredulidad, otros con una mezcla de horror y compasión. Mis padres palidecen y Santiago se empina su trago mirando hacia otra parte. Mi madre lleva una mano temblorosa a la boca, mientras Harold se endereza, su rostro una máscara de vergüenza y enojo apenas contenido.

—Betsabeth —susurra mi madre con voz temblorosa, tratando de mantener la calma—. ¿Cómo puedes decir eso aquí?

Antes de que pueda responder, un mesero se acerca con una bandeja de champaña. Sin perder la compostura, tomo una copa y levanto la mirada hacia todos los presentes.

—¡Salud! —digo con una sonrisa irónica, levantando la copa—. Con permiso.

El mesero, sorprendido, retrocede rápidamente. Los presentes permanecen en estado de shock, asimilando lo que acaban de escuchar. Mis padres, visiblemente afectados, intentan recomponerse mientras yo doy un sorbo a mi champaña, sintiendo una mezcla de liberación y desafío.

El ambiente se vuelve aún más tenso, pero he decidido que ya no me esconderé más. Si no les gusta, que se jodan. Esta es mi vida, y la viviré con todos mis colores.

También me lleva a recorrer todas las áreas de la empresa, desde la producción hasta el departamento de ventas. Me presenta al personal clave y me familiariza con los procesos operativos. Me muestra cómo identificar áreas de mejora y cómo motivar al equipo para alcanzar objetivos.

Mi vida, mis coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora