❝Un Hermoso Desastre❞

144

Entre espinas y lágrimas: Un ruego desgarrador

En la penumbra silenciosa de mi agonía, te suplico, detente. Mi corazón, pesaroso y maltrecho, ya no encuentra la voluntad para seguir latiendo. Por favor, cesa de infligirle más dolor, de sembrar ilusiones con tus buenos días que solo se desvanecen como fantasmas en la fría realidad. Detén la promesa efímera de un cambio que parece inalcanzable, la esperanza de que todo podría mejorar. Deja de hacerme creer que el abismo que enfrento no puede ser más profundo.

Ruego, con la desesperación deslizándose entre las palabras, no quiero llorar más. No puedo soportar más ataques de ansiedad, ni deseo enfrentar nuevos giros que solo intensificarán el dolor que ya me consume. No quiero perder a más seres queridos en esta danza implacable de la vida.

Te suplico, en la vulnerabilidad de mi súplica, llamame incluso por nombres que no amo, utiliza pronombres que resuenan como cuchillas en mi alma. Solo te pido, en un susurro de esperanza, que no te alejes, que permanezcas aunque eso signifique que deba metamorfosearme para encajar en el rompecabezas de tu mundo.

La desgarradora petición brota de lo más profundo de mi ser, en un intento de retener la conexión que parece desvanecerse como humo entre mis dedos. En este rincón oscuro de la desesperación, imploro un alto en el sufrimiento, un respiro en medio de la tormenta que amenaza con arrastrarme.

Extiendo mi mano hacia ti, aún cuando las tuyas estén envueltas en espinas afiladas. Prometo aferrarme con fuerza, sin quejas, solo para conservarte a mi lado, porque en tu presencia encuentro la fuerza para seguir adelante.

Quédate, incluso si debo desgarrar mi alma para entregarte todo lo que soy. No te vayas, porque sin ti, el camino se vuelve un laberinto sin salida, una senda sin dirección. Mi alma palpita con un dolor profundo, mis mejillas llevan las cicatrices de lágrimas que intenté borrar con brazos temblorosos, en un intento desesperado por hacer desaparecer las huellas de mi sufrimiento.

Ya no te lo pido, te ruego de todo corazón que permanezcas a mi lado, aunque signifique vivir siendo alguien que no reconozco, porque contigo, aunque sea en la penumbra, encuentro un resquicio de luz y esperanza.